Portugal lleva años teniendo un problema de natalidad. Es uno de los países de Europa con menos nacimientos, ocho por cada 1.000 habitantes al año, una cifra que se mantiene constante, con ligeros altibajos, desde 2013, y que desde 2018 no ha parado de bajar lenta pero inexorablemente, según datos del Banco Mundial.
De hecho, algunos estudios señalan que para 2070 los lusos habrá perdido el 23% de su población actual debido a los pocos hijos que tienen. Para ese mismo año se estima que sólo un 34% de la población será activa, por lo que un tercio de los portugueses tendrá que mantener al 66% restante. En la actualidad el 77% de la población lusa está activa, según datos del Ministerio de Trabajo de aquel país.
Un problemón. Todas esas cifras evidencian un problema de proporciones bíblicas para los portugueses, que a ese ritmo verían comprometidas no sólo su economía, sino su propia supervivencia como país. Pero los números, aunque empezaron a ser especialmente llamativos a partir de 2013, ya venían dando signos de alarma desde mucho antes (los nacimientos lusos no han parado de disminuir desde el año 2000), por eso el Gobierno de Portugal decidió, en 2007, flexibilizar su política migratoria para paliar el descenso natural de su población.
Desde aquel momento, los portugueses han ido lanzando diferentes normativas para facilitar la llegada legal de extranjeros de cualquier país y condición para trabajar, desde personas que buscan un empleo en Portugal hasta profesionales independientes que desempeñan sus labores en remoto (nómadas digitales) y desean establecerse en el país luso para disfrutar de su buena calidad de vida y de sus bajos impuestos.
La última de esas leyes para incentivar la llegada de extranjeros se aprobó, de hecho, hace apenas unas semanas, y gracias a ella los extranjeros podrán pedir una visa de 120 días, prorrogable a 60 días más, con sólo señalar que han ingresado en el país para buscar un empleo. Cabe recordar que la visa de turista sólo permite permanecer en el país 90 días.
¿Y ha funcionado? Todo parece indicar que sí. De acuerdo con la ministra de Trabajo portuguesa, Ana Mendes Godinho, el número de trabajadores extranjeros que cotizan en la Seguridad Social lusa se ha incrementado un 148% en los últimos siete años, pasando de 191.000 en 2015 a 473.000 a finales de 2021, según informa el diario portugués Jornal de Negocios.
Esto significa que en la actualidad el 10% de la población activa de Portugal es inmigrante. Según el mismo departamento ministerial, la aportación de estas personas a las arcas lusas en impuestos se traduce en 1.300 millones de euros anuales.
Comparación con España. En lo referente a tasa de natalidad, España está en la actualidad incluso peor que Portugal. Nuestro país es, junto con Italia, el que menor número de nacimientos al año tiene en la Unión Europea, siete al año por cada 1.000 habitantes en 2020, según datos del Banco Mundial. La diferencia con nuestros vecinos es que nuestro problema en este apartado pareció empezar a solucionarse en la primera década del siglo XXI, cuando pasamos de tener nueve nacimientos al año por cada 1.000 habitantes en 1998 a 11 en 2008, con un crecimiento constante y mantenido.
Sin embargo, la crisis económica de 2008 golpeó con fuerza el deseo y las posibilidades de tener hijos de los españoles, y desde 2009 la tasa de natalidad no ha parado de caer hasta situarse en los ya mencionados siete nacimientos por cada 1.000 habitantes, por debajo de Portugal. La serie histórica del Instituto Nacional de Estadística (INE) traduce esa tasa en números absolutos: en 2008, se alcanzó la cifra máxima de nacimientos anuales desde que se contabilizan, 519.779, el número no ha parado de descender hasta los 341.315 de 2020.
Problema común, solución a la portuguesa. Esa baja natalidad, que no tiene visos de revertirse habida cuenta de los problemas económicos que presentan los jóvenes españoles para poder criar hijos, avoca a nuestro país a una situación demográfica y laboral complicada para 2030, como explicaron los compañeros de Magnet. Por eso, el Gobierno de España ha decidido recientemente lanzar una solución a la portuguesa: facilitar la llegada legal de extranjeros para trabajar.
A finales del pasado mes de julio, el Ejecutivo español aprobó la reforma del reglamento de extranjería que, entre otras cosas, va a permitir que los ciudadanos de otros países que estudien en España puedan ser contratados por empresas de nuestro país con su visa de estudiante (hasta ahora estaba prohibido), va a agilizar los trámites para renovar los permisos de trabajo y va a ofrecer más facilidades para contratar directamente en el extranjero, según explica El Periódico de España.
Asimismo, el Gobierno planea aprobar en los próximos meses la Ley de Startups, una norma que incluye un apartado dedicado a los nómadas digitales, como ya explicamos en Xataka, para los que se va a crear un visado especial y se van a conceder ventajas fiscales para incentivar que profesionales independientes extranjeros que trabajan en remoto se establezcan y paguen impuestos en nuestro país, tal y como ya hace Portugal.
Imagen | Vita Marija Murenaite
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