Para muchas empresas, el teletrabajo fue un experimento interesante, pero ya es cosa del pasado y parecen más que dispuestas a cerrar esa etapa para siempre imponiendo la vuelta a la oficina de una forma más estricta y enérgica.
Algunas empresas como Meta o Google se han escudado en la productividad como uno de los argumentos principales para forzar esa vuelta a la oficina. Sin embargo, la productividad del teletrabajo sube o baja en función de a quién se le pregunte ya que existen informes cuyas conclusiones apuntan en ambas direcciones. Depende de a quien le preguntes.
La productividad en entredicho. La disparidad de conclusiones en los estudios de una determinada cuestión es algo nuevo. De hecho, cuanto mayor es el interés y más intensas las presiones de una u otra cuerda, mayor número de estudios surgen a favor o en contra. Lo hemos visto en industrias como el tabaco, la alimentación, las comunicacioneso el medio ambiente.
Ante un escenario en el que con la vuelta a la oficina están en juego 1.300 millones de dólares, es normal que las empresas arrimen el ascua a su sardina para justificar la vuelta a la oficina o mantener el modelo de teletrabajo.
Ni a favor ni en contra, sino todo lo contrario. Goldman Sachs no puede considerarse un actor imparcial en esta contienda ya que ha mostrado de forma enérgica su postura contraria al teletrabajo obligando a todos sus empleados a volver a las oficinas. Sin embargo, en la entidad parecen decididos a basar su decisión en certezas y no en opiniones y han elaborado un análisis propio sobre los resultados de los estudios que afirman que la productividad sube o baja con el teletrabajo.
La conclusión es que estos estudios no están midiendo correctamente la productividad en un entorno de teletrabajo actual, o lo hacen en sectores poco representativos. Por ejemplo, los estudios que concluyen que la productividad mejora, son aquellos basados en tareas rutinarios como centros de llamadas o con resultados autoevaluados anteriores a 2013. Aquellos estudios que utilizan métricas más complejas y se centran en sectores con tareas que implican una alta concentración (como servicios de IT remoto) concluyen que el teletrabajo afecta negativamente a la productividad.
Fuente datos: Goldman Sachs Global Investment Research
La paranoia de la productividad. Pese a no tener evidencias claras de que el teletrabajo estuviera hundiendo la productividad, la mayoría de los responsables de empresas de tecnología y banca han optado por endurecer sus posiciones a favor del presencialismo, aunque eso ponga en contra a toda su plantilla. Más allá de los motivos económicos, detrás de estas decisiones hay un componente de control y poder sobre los empleados definida en un estudio de Microsoft como paranoia de la productividad.
El estudio revela que los supervisores, acostumbrados a vigilar a los empleados, se sienten inseguros ante el teletrabajo y desconfían de que sus empleados estén realmente trabajando, cayendo en el error de vincular productividad con presencialidad. Según el estudio, el 85% de los responsables afirma no tener confianza en sus empleados en remoto.
El trabajo híbrido como herramienta de conciliación. El trabajo híbrido parece que se ha impuesto como territorio neutral para mantener los beneficios en conciliación familiar que reclaman los empleados y apaciguar las inquietudes de los supervisores por el control de los empleados.
Según datos de TravelPerk, el 73% de las empresas en 2023 han apostado por un modelo de trabajo híbrido con entre 1 y 4 días semanales de trabajo presencial y el resto de la jornada en remoto. Solo el 11% ha optado por desestimar el modelo remoto y ha vuelto a la oficina a jornada completa, mientras que el 9% mantiene toda jornada en remoto.
En Xataka | La semana de cuatro días aún no ha llegado, pero el trabajo híbrido ya ha cambiado algo: viernes sin oficina
Imagen | Pexels (ThisIsEngineering)
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