Los ambientes de trabajo tóxico son contraproducentes y conducen a mayores índices de estrés, ansiedad y rotación laboral en las empresas
La amabilidad entre empleados es la clave para conseguir entornos de trabajo productivos y estables
A menudo se tiende a utilizar un lenguaje bélico para referirse a los entornos laborales, en el que se muestra un escenario donde tu principal enemigo es quien se sienta a tu lado. En realidad, ese simple entorno tóxico de competitividad extrema, en ocasiones promovidos desde las propias empresas, es contraproducente para sus resultados.
Según un estudio publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health concluyó que un lugar de trabajo tóxico “puede resultar perjudicial y generar estrés, agotamiento, depresión y ansiedad innecesarios entre los trabajadores”. Por eso, con el bienestar de los empleados como valor en alza, lo realmente revolucionario es ser amable en el trabajo.
Las empresas apuestan por las soft skills, y no es casualidad. La amabilidad es rentable, y no hay nada que guste más a las empresas que la rentabilidad. Por ese motivo, en los procesos de selección de personal cada vez se tienen más en cuenta las habilidades blandas y el trabajo en equipo, por encima de individualismos.
Un estudio llevado a cabo por la Asociación de Ejecutivos Profesionales del Servicio Público de Canadá (APEX), descubrió que los ambientes laborales respetuosos y amables en los equipos, repercutían en un 26% más de energía, un 30% más motivados, un 36% más satisfechos con su trabajo y un 44% más comprometidos con sus organizaciones.
El mal rollo se paga. En contrapartida, el estudio mostraba que un ambiente tóxico generaba un descenso de la productividad en dos de cada tres empleados, aumentando en un 48% las probabilidades de disminuir sus esfuerzos laborales.
Fisiológicamente, la amabilidad puede cambiar positivamente el cerebro incrementando los niveles de serotonina y dopamina. Estos neurotransmisores producen sensación de satisfacción y bienestar, conectando con los puntos cerebrales relacionados con el placer y la recompensa. Carecer de ese estímulo en el centro de trabajo hace que no te resulte atractivo ir, generando desapego y malestar.
Escuchar, empatizar, resolver. La amabilidad en el puesto de trabajo no se limita a dar los buenos días al llegar. Se trata de acercarse al resto de miembros del equipo y escucharlos, empatizar con ellos y, juntos, resolver los retos del proyecto en el que se está trabajando.
Además, la amabilidad es contagiosa, y es muy probable que cuando alguien comience a tratar con respeto y amabilidad a sus compañeros de trabajo, reciba esa amabilidad de vuelta.
La amabilidad hace líderes. Los ascensos internos tienden a estar marcados por el sesgo del Principio de Peter: alguien brillante en su trabajo asciende hasta el punto de volverse un incompetente. Uno de los mayores retos a los que se enfrentan esos empleados brillantes en su trabajo es, precisamente, el de la amabilidad.
Los empleados que ascienden internamente son los mejores en su trabajo. Pero al ascender, en realidad, ya no están gestionando su trabajo, sino que gestionan a un equipo, y no cuenta con las habilidades blandas necesarias para gestionarlo con éxito. La amabilidad es una de ellas. Tal y como señala Jorge Galindo en su blog: “Solo unas pocas personas van a extrañar al más inteligente de la sala, pero todos van a extrañar a alguien amable”.
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Imagen | Unsplash (Austin Distel)
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