La tecnología, a través de los ordenadores, las tabletas, las pizarras electrónicas, están cada vez más integradas en las aulas y desde los primeros cursos de escolarización. Sin embargo, y pese a este avance de las asignaturas y destrezas digitales, hay algo en los continuos planes de educación que permanece inalterable: la necesidad de que los niños sepan utilizar un lápiz para escribir las letras del alfabeto y formar palabras con ellas. Entre otras cosas porque hay estudios que demuestran la eficacia de estos métodos analógicos.
Pese a que en muchos de los entornos profesionales, especialmente en los relacionados con la tecnología, los ordenadores y dispositivos electrónicos son el arma laboral más potente que tienen los empleados (lo que está haciendo que escribamos más rápido en un smartphone que a mano), muchos de ellos siguen encontrando en el lápiz (o bolígrafo) y el papel un recurso imprescindible para sus quehaceres laborales.
¿Qué tienen estas dos herramientas tan analógicas y básicas para que profesionales de la tecnología sigan usándolas? ¿Qué les aporta que no han conseguido encontrar en otras herramientas digitales? ¿Por qué les resulta tan necesario seguir usando carboncillo y un trozo de papel para determinadas tareas?
Un poco de creatividad
Pese al perfil tecnológico de nuestros interlocutores, muchos de ellos confiesan que, cuando tienen que usar la parte más creativa de sus responsabilidades, encuentran en el papel y un lápiz unas excelentes herramientas para reflejar aquello en lo que piensan.
Miguel Ángel González es el Chief Digital Officer y responsable de tecnología de Mobility en Cepsa. Este Ingeniero de Telecomunicaciones de formación reconoce que el papel y un boli estimulan su creatividad y le ayudan a fijar conocimientos. “Tomo muchas notas en las reuniones y lo sigo haciendo a mano porque me ayuda a recordarlo”. Aunque no suele revisar las libretas en la que toma estas anotaciones, este sistema le permite “quedarme con las ideas, porque no solamente escribo sino también dibujo y al final eso hace que se fijen mejor”, asegura.
Salomé Iglesias es Advisory Board Member de Out2Bound, aunque hasta hace pocas semanas trabajaba en la parte ferroviaria de Siemens. Ingeniera Industrial, en su caso tira del papel y boli fundamentalmente para aquellas cosas donde hay que definir estrategias, plantear temas y definir el futuro. “Para todo lo que es creativo”, concluye. ¿Por qué? Como González, porque eso le ayuda a concentrarse. “Me pasa de siempre. En la Universidad siempre ha estudiado escribiendo las cosas porque eso me ayudaba. El hecho de escribir, de tomar notas en la clase, me ayudaba a enfocar y yo creo que me ayuda también a retener la información”, concede.
Además, por su experiencia no solo se beneficia ella al usar boli y papel, sino también todo el equipo de trabajo. “Cuando estás discutiendo con personas, el coger un lápiz y, entre todos, hacer un diagrama, empezar a trabajar sobre ese papel, todos enfocados en el mismo punto, siempre ayuda, sobre todo a temas donde hay una parte de creatividad y una parte de incertidumbre”.
Lista de tareas
Aunque casi ninguno de nuestros interlocutores utiliza estas herramientas analógicas para cosas como hacer la lista de la compra, cuando hablamos de las tareas profesionales la cosa cambia.
Javier de Arcos, ingeniero de software y que lleva desarrollando alrededor de 10 años, confiesa que el papel y boli le sirven para varios objetivos, como planificar. “Empiezo el día y me quedo con una lista de tareas de lo que quiero completar ese día y voy revisando”, explica.
Además, asegura que estos objetos son como su memoria RAM. “Me sirve para pensar. Si hay algo que quiera dejar apuntado para más tarde mientras termino una tarea, me sreuslta más cómodo apuntarlo en un papel. Podría utilizar una herramienta en el ordenador, pero es muy fácil perder el foco y mirar un nuevo mensaje o distraerte en otras cosas”. Tres cuartas parte de lo mismo le pasa en reuniones y entrevistas: dejar cosas por escrito le ayuda a quedarse con los “puntos clave de los que quiero acordarme después o para llevar preparado yo los puntos clave que quiero tratar”.
En términos parecidos se expresa Elena Ceballos, de Dolby. “Utilizo papel y boli (negro) porque escribir a mano me permite pensar, me ayuda a organizarme mentalmente y a desarrollar nuevas ideas además de que cuando escribo a mano, recuerdo mejor las cosas. Me gusta escribir a mano versus a máquina que es algo que puedo hacer sin estar verdaderamente concentrada en lo que hago, cuando escribo a máquina presto menos atención a lo escrito ya que me permite pensar en otras cosas de manera simultánea”.
Mis manías
Pero, ¿sirve cualquier hoja y cualquier lápiz para hacer estas anotaciones? Pues, como en botica, hay de todo un poco: desde el que le da todo igual hasta el que es puntilloso con los materiales que utiliza.
“La única manía que tengo es escribir con tinta negra, ha de ser de trazo medio, no me gusta escribir con bolígrafos de tinta en gel”, reconoce Ceballos, para quin el mejor bolígrafo es “el Bic de toda la vida (Bic cristal)”. El culmen es el de cuatro colores. “Utilizo el rojo para las anotaciones importantes, verde para subrayar “títulos” y el azul para firmar”, sentencia.
El CDO de Cepsa prefiere cuadernos y libretas, aunque va variando entre las Moleskine, las bullet, etc. Eso sí, “no puede ser de rayas” porque, reconoce, “me dan mucha rabia”. En cuanto al boli, su único requisito es que pinten muy bien. “Si pintan mal me pongo de los nervios”, asume entre risas. Como Ceballos, le encantan los BIC, aunque ahora utiliza mucho los que se borran. “Pintan muy bien y, además se pueden borrar. Molan”, sentencia.
Javier de Arcos reconoce que, aunque suele ser muy ordenado tanto en su ordenador como en su escritorio, su vena más caótica sale al escribir en el papel. “A veces me pongo a escribir en medio del papel y luego, en vez de pasar a la siguiente hoja, voy apuntando en los huecos”, explica
¿Guardar o tirar las notas?
La mayoría de estos profesionales reconoce que, pese a lo útil que les resulta seguir escribiendo de puño y letra, acaba desechando y tirando las notas que toma.
“Suelo pasar las notas a OneNote, que es el repositorio de mis notas”, explica Salomé Iglesias. “Mi trabajo me exige estar a muchos temas, y a veces falta profundidad. Es muy amplio, pero tienes que entender lo suficiente de cada tema para poder seguirlos. Ese ejercicio de tener las cuatro notas importantes, no toda la información, y pasarla a OneNote es importante. Es ahí donde realmente tengo mi archivo de las cosas”, explica.
Javier de Arcos, mientras, va tachando la lista de tareas según las va completando, lo que le permite, al final del día, hacer un repaso de lo conseguido y anotar las tareas que le quedan pendientes para el día siguiente. “Es una especie de ritual que me sirve para desconectar: dejo apuntado las cosas que quiero empezar a pensar o que quiero hacer el próximo día y, al día siguiente, cuando abro el cuaderno pues lo tengo”, detalla. Pero, una vez que se van completando las tareas y dejando sin huecos el papel, este acaba en la papelera. “Si hay algo que quiero recordar o mantener porque es importante lo paso al ordenador”, explica.
En el lado opuesto se sigua Miguel Ángel González Doval quien guarda, como oro en paño, todas esas libretas en las que ha ido anotando cosa*. Aunque reconoce que revisa poco los cuadernos, “los tengo ahí por si algún día lo necesito”. Es más, confiesa que le gusta ver estas notas de vez en cuando. “Escribo muy bien lo que sea que tengo que dejar escrito. Y tiene que estar todo estéticamente muy bien”, nos cuenta. Tanto que reconoce que la gente suele quedarse perpleja al ver estos cuadernos.
“Empecé a hacer la técnica esa de crearte iconos y luego tareas para, cada mes, ponerte una lista de tareas para ir marcando, pero es un poco desastre y lo acabé abandonando”, explica. Eso sí, tiene una serie de iconos que, para él, significan cosas. “Si es algo importante pongo un asterisco rodeado con un círculo y al lado le pongo la inicial de la persona que lo ha pedido o dicho. Eso me sirve para resaltar cosas que realmente son importantes”, detalla. Aunque “normalmente cuando lo hago ya se me queda en la cabeza”, estas anotaciones le sirven como copia de seguridad. “Siempre pongo guiones para ir marcando las ideas” y también utiliza fechas para ir marcando temas dentro de esa idea principal.
Una versión tecnológica
Como veíamos antes, Salomé Iglesias usa OneNote como repositorio de estas anotaciones escritas que va realizando. Sin embargo, a Elena Ceballos esta herramienta no le acabó de convencer. “He intentado trabajar con el Sticky Notes del ordenador y también con Microsoft OneNote, pero al final vuelvo siempre al papel”, enfatiza. Y eso que, tal y como reconoce, “me encanta poder tener las cosas tan ordenadas como te permite el OneNote, pero no me convence, no me siento cómoda”.
Javier de Arcos también reconoce haber probado muchas opciones. Algunas las tiene como segunda herramienta, pero asegura que al final vuelve también al lápiz y el papel "porque cuando uso el ordenador es muy fácil perder el foco en lo que en lo que estaba pensando”.
El responsable de Cepsa asegura que le gusta tocar el papel y el tacto que tiene, aunque la aplicación de Notas del iPad es otro gran aliado para su propósito. “Me siento más creativo con el papel que con el iPad, pero el iPad me permite ser más flexible: puedo borrar, hacer algún dibujo en un lado, recortar y pegar en otro lado… Me da más capacidad para dejar las cosas como me interesan que cuando lo hago con papel”. Así pues, cuando quiere fijar y pensar, prefiere incluso tener un folio A3, tanto en su escritorio de la oficina como de casa. Pero cuando quiere dejar algo más “fino”, recurre al iPad.
De Arcos ha probado a utilizar unos cuadernos que, usando una app y la cámara del móvil, te permiten capturar lo escrito u pasarlo al ordenador o a un repositorio en la nube. Pero como suele hacer anotaciones casi en cualquier papel que tenga a mano, no le acaba de encontrar la utilidad.
¿Irá siempre contigo?
Puede que algún día todos nuestros entrevistados encuentren una tecnología que les de las mismas sensaciones que les brinda el papel y el boli. Pero, ¿dejarían de usar estos producto analógicos? “Sinceramente, no lo creo”, se muestra tajante la responsable de Dolby.
“Puede ser”. Deja la puerta abierta Javier de Arcos, especialmente a un tipo de tabletas a medio camino con un ebook que te permiten tomar nota de una manera muy sencilla. Un dispositivo muy sencillo y enfocado a tomar notas sería una opción viable para él, “porque lo que quiero es que me permita seguir teniendo el foco, no desconcentrarme. No quiero un dispositivo que valga para muchas cosas”, explica.
Una sensación compartida por Salomé Iglesias. Aunque reconoce que puede haber dispositivos que cumplan esta función y que pueden sustituir al papel, “tener otro dispositivo más me da un poco más de pereza que el papel, que enseguida lo cojo y lo puedo utilizar”, explica.
“Lo veo difícil pero no improbable”, concede el CDO de Cepsa. “La tecnología ha avanzado mucho y cuando llegas a tener sensaciones parecidas al papel puede que lo que lo acabes quitando”, explica para, a renglón seguir, enfatizar que “me gusta mucho el papel”.
Imagen: Unsplash
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