En ‘Pastillas de freno’, los hermanos Muñoz de Estopa describen lo exhaustos que acababan la jornada laboral en la fábrica en la que trabajaron. Algunos de los elementos de aquella rutina eran el momento de fichar con la tarjeta al empezar la jornada, el robot que pegaba chispazos, el pitido con el que finalizaba la hora del bocadillo… La tecnología ha hecho que esos factores se reproduzcan hoy en día, con otra forma, en diferentes ámbitos laborales, generando la denominada fatiga digital.
Fenómeno extendido. Según el informe de este año, 2022, ‘The state of burnout in tech’ realizado por la compañía Yerbo, dos de cada cinco empleados de la industria de las Tecnologías de la Información se encuentran en riesgo alto de fatiga laboral. Los datos, extraídos de una encuesta realizada a 36.000 trabajadores de 33 países, señalan que el 62% de los empleados afirman sentirse física y emocionalmente exhaustos e indican una clara diferencia de género, ya que hay más mujeres (46%) expuestas a un elevado grado de fatiga que los hombres (38,2%). Esto último se debe a que las mujeres, además de su propio trabajo, tienden a encargarse más de la tareas de cuidados familiares que los hombres.
Falta de energía. La fatiga es descrita por la agencia de salud pública norteamericana CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en castellano) como “la sensación de agotamiento, cansancio o falta de energía”, y señala al trabajo como una de sus fuentes más comunes. De hecho, la OMS identifica la fatiga laboral con el fenómeno ocupacional llamado “burnout”, el cual, a pesar de no ser una condición médica en sí misma, constituye un síndrome resultante del estrés en el lugar de trabajo.
Los enemigos son cuatro. Por otra parte, el documento elaborado por Yerbo menciona cuatro sensaciones, descritas como los cuatro fantasmas de la fatiga laboral: agotamiento emocional y físico, ineficacia profesional, desconfianza e impersonalidad. Algunas de las causas, apunta Yerbo, se encuentran en el volumen de trabajo, la necesidad de entregar la tarea realizada en un plazo corto de tiempo, las horas extra y la ausencia de un lugar para recuperarse física y mentalmente.
Combatir fuego con fuego. Como solución, hay quien, al igual que el Consejo de Negocios de Forbes, propone el uso de aplicaciones electrónicas y así hacer “el día a día profesional menos estresante”. Sin embargo, hay datos que apuntan a que ese camino es un error: según RedRex, el número de veces diarias que los trabajadores alternan entre aplicaciones y páginas web asciende a 1.200, es decir, cuatro horas a la semana y cinco semanas al año. Se trata de un hábito que, según los psicólogos, acaba generando estrés a largo plazo.
Mirar la luna y no el dedo. Desde un punto de vista meramente económico, la pérdida de tiempo provocada por este exceso de aplicaciones acaba generando una falta de productividad, denominada toggling tax. Sin embargo, el verdadero problema para las empresas con esta situación no parece situarse ahí, pues la fatiga ligada a esta forma de trabajar hace que los empleados se marchen de la compañía: según Yerbo, más del 42% de los trabajadores en riesgo alto de fatiga laboral se quieren ir de su empresa en los próximos 6 meses, y uno de cada cuatro con riesgo bajo y moderado quieren irse a corto plazo.
Búsqueda de mejores condiciones. La fatiga laboral es, además, una de las razones que ha provocado la Gran Renuncia, a la cual muchas empresas no saben cómo enfrentarse. Eso sí, para evitar la salida de los trabajadores está claro que, tal y como apunta Yerbo, hay que cuidar el bienestar de los empleados: el 76% de los profesionales con un nivel bajo de fatiga laboral quieren seguir en su compañía.
Imagen: Unsplash / Centre for Ageing Better
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