Visitamos el centro de investigación y diseño de Lenovo: una fábrica de juguetes desde la que quiere arreglar el mundo

2030 y 2050 son los años que países y empresas se han marcado como meta para detener el cambio climático o, al menos, reducir notablemente la huella de carbono para mejorar las condiciones de vida en el planeta. Uno de los objetivos de la ‘Agenda 2030’ es luchar contra el cambio climático gracias a un acuerdo entre algunos de los países más contaminantes que se comprometieron a emitir menos gases de efecto invernadero y que va a remover varias industrias (la del automóvil sin duda alguna).

China se comprometió de cara a 2060, pero para 2050, hay empresas que quieren lograr ser net zero, lo que significa conseguir las cero emisiones netas de CO2 a la atmósfera. Las grandes empresas tecnológicas se han comprometido a realizar acciones para lograr este objetivo, y una de ellas es Lenovo.

Hace unas semanas visitamos el campus de innovación de Lenovo en Raleigh, Carolina del Norte. En él se encuentra una de las divisiones de investigación y diseño más importantes en occidente a nivel de tecnología de consumo y donde se está empujando para conseguir los objetivos ESG -ambientales, sociales y de gobierno, por sus siglas en inglés- tanto de la compañía como de la sociedad.

En dos días intensos nos hablaron sobre el objetivo de reducir la huella de carbono, el proceso de diseño de sus nuevos dispositivos y la búsqueda de nuevos materiales sostenibles que, a veces, encuentran casi por casualidad. ¿El fin? Fomentar la economía circular, crear dispositivos más sostenibles y, en definitiva, cuidar el planeta.

La sostenibilidad empieza en la mesa de diseño

El área de diseño no tiene nada especial por fuera. Es un edificio aburrido más.

Es curioso que en un evento que gira en torno a la sostenibilidad y al compromiso net zero, Lenovo llevara personas de todo el globo a su centro en Raleigh. Es una contradicción que se comentó en los corrillos antes del evento al encontrarnos personas de España, Japón o, incluso, Australia, pero que la propia Lenovo abordó durante la cena del primer día. Era el único modo de mostrar en qué están trabajando realmente y cómo es el campus.

Apuntada esta nota al margen, el recinto está compuesto por muchísimas zonas verdes, un enorme lago y un complejo sobrio, de oficinas, de esos en los que personas trajeadas van con prisas café en mano y sin hacer ruido, pero que esconde en un edificio algo apartado un taller en el que nacen los dispositivos de la compañía.

Cuando entras, realmente es un taller de manualidades. Aquí hay diferentes formatos de cajas, algunas pertenecientes a pruebas, para ver qué es lo que mejor funciona.

Cuando cruzas la puerta de ese sobrio edificio satélite, ves algo que choca: cajas con cartón y otros materiales que se amontonan en los pasillos, personas que están concentradas en su trabajo con un trozo de arcilla como si estuvieran en clase de manualidades, y carretillas para aquí y para allá moviendo componentes entre habitaciones.

Es como entrar en un taller en el que la madera, la espuma y otros materiales son protagonistas. Entre lo que se podía ver, ya que había algunos diseños guardados bajo mantas (literalmente), estaban algunos diseños preliminares de ratones como el Lenovo Go -un ratón vertical-, pero también diseños muy similares a los del Logitech MX o al Logitech Ergo, un ratón con trackball. Puede que jugaran con diseños así para ver si funcionaba para sus ratones.

Tranqui, si te recuerdan a ratones de Logitech, es normal. Crean diseños para analizar la ergonomía.
¿Centro de alta tecnología o taller de un manitas?
Materiales para juguetear.

Sin embargo, más allá de las maquetas para probar la ergonomía de diferentes productos, algo que destacaba era la enorme muestra de materiales que tenían en el almacén. Diferentes metales, plásticos, catálogos de gamas cromáticas, incluso espejos y accesorios populares de Ikea para ver por qué gustan sus acabados. Todo lo necesario para decidir de qué material es mejor hacer cada producto.

De entre todos, hay dos que destacan y tienen que ver con ese objetivo de sostenibilidad. Por un lado, la fibra de carbono. Desde la compañía nos contaron que un gran porcentaje de la fibra de carbono que usan en sus equipos (en los ThinkPad X1, por ejemplo) procede de piezas recicladas de aviones.

Ahí podemos ver una bolsa llena de cubos de fibra de carbono reciclada de aviones. Al lado, planchas de ese material y una carcasa para un Legion, uno de los portátiles gaming de Lenovo.

El material llega en forma de cubos que, posteriormente, la fábrica prensa para crear las diferentes tapas de los portátiles. Es por ello que el acabado no es idéntico en uno u otro, ya que el dibujo que genera cada prensado debido a la colocación de esos cubos va variando. También hay materiales como los plásticos, el aluminio y el cuero vegano que se van reutilizando.

Para que te hagas una idea, nos contaron que en la serie Z y X, el 100% del plástico, el 95% del cuero vegano y el 73% ya son reciclados. En el fondo, el cuero vegano también es plástico, ya que procede de la sintetización de materiales como el de las botellas de agua. Además, cada uno de estos materiales se puede reciclar cinco generaciones. Es decir, si se usa en un ThinkPad y luego recogen ese equipo, podrían reciclar estos materiales para las próximas cuatro generaciones de ThinkPad.

Analizan productos de otras marcas y ámbitos para ver sus materiales y comprobar si encajan con su línea de duseño.

La pregunta es cómo saben cuántos ciclos de reciclado, o generaciones, tiene el material que van a utilizar. La respuesta fue que cuentan con maquinaria capaz de analizar diferentes elementos y propiedades de los materiales, como su elasticidad y otros indicativos para conocer cuánta vida le queda a dicho material.

Además, en este centro de desarrollo investigan con nuevos materiales. Por ejemplo, desde hace un tiempo los ThinkPad de alta gama vienen en cajas de bambú, con bolsas de fibra de bambú. Nos explicaron que el bambú tarda siete años en germinar, pero una vez lo hace, el crecimiento es extremadamente rápido, siendo una fuente sostenible muy interesante debido a los pocos recursos que necesita.

Caja de bambú a la derecha. A la izquierda también, pero tras un año bajo tierra.

Además, es biodegradable y, para mostrarlo Tom Butler -Worldwide Commercial Portfolio and Product Management de Lenovo- nos contó que enterró la caja de un ThinkPad en su jardín y, un año después, estaba prácticamente descompuesta, habiendo servido como nutrientes para las plantas.

Además del bambú, este año se empezarán a vender ThinkPad que cuentan con una tapa de Linum usitatissimum o lino. Concretamente, con los filamentos del lino que se descartan para la industria textil. El proceso de transformación no es tan complejo como el que se debe realizar para hacer prendas de ropa, ya que lo que Lenovo ha descubierto es que, prensando decenas de miles de estas fibras se consigue una estructura no solo ligera, sino también muy, muy resistente.

Ahí tenemos las semillas, la fibra de lino, el material prensado justo encima y, a la izquierda del todo, la nueva tapa para los ThinkPad de este material.

Butler hizo varias pruebas tirando uno de estos ThinkPad, subiéndose encima de él y maltratándolo de varias maneras para demostrar que la pantalla y la bisagra continuaba funcionando perfectamente. Es decir, ahora mismo cuentan con materiales orgánicos como esta fibra y el bambú para producir tanto las tapas de los portátiles como las cajas. Y aparte de los materiales, el proceso de fabricación también debe ser más sostenible.

Es algo en lo que están prestando atención y han empezado a implementar nuevos procesos de ensamblado, como la soldadura a baja temperatura. Con este método afirma que se han emitido 4.700 toneladas de CO2 menos al año y, además, es una tecnología que ha desarrollado Lenovo y que ha compartido con otras compañías de manera totalmente gratuita.

El resultado de las pruebas son dispositivos y periféricos que combinan materiales que antes eran impensables, como el corcho.

Durante todo el evento, el plástico estuvo muy presente y se hizo hincapié en que todas las cajas dejarán de tener elementos plásticos para finales de 2023, así como de un año a otro han ahorrado 193 toneladas de plástico en envases, pero me surgió una duda: las gomas. Pregunté a Butler por esto, ya que sí, millones de bolsitas de plástico en las que van los cables, al final, suman 193 toneladas anuales, pero la goma de los cargadores, las patillas de los portátiles y otros elementos también pesan.

En la serie Z y X, el 100% del plástico, el 95% del cuero vegano y el 73% son reciclados

La respuesta es que… están en ello. Me comentó que han hecho experimentos y que siguen investigando con materiales y formas de producir más sostenibles, pero que aún no han dado con un material sustitutivo que cuente con la resistencia al calor, el aislamiento y la flexibilidad de las gomas que utilizan actualmente.

Facilidades en la reparación

Pero bueno, la sostenibilidad no solo se enfoca desde el punto de venta de la fabricación, sino también del servicio tras la venta. Aquí entra en juego la reparabilidad y la facilidad para ello tanto de cara a sus centros de servicio técnico como para los usuarios particulares.

Puede que suene contradictorio, pero Lenovo busca que sus equipos tengan una vida útil más larga. Digo que es contradictorio porque si un equipo dura más, se venden menos, pero es algo que desde la compañía, como nos contó Kevin Beck -Senior Story Technologist- afrontan como una nueva etapa.

Soldando menos piezas, facilitando que los equipos se abran y eliminando partes, consiguen que sus productos sean más amistosos con los servicios de reparación. Y con el propio usuario si hace una reparación en casa.

Puede que se vendan menos equipos, pero se mejora la relación del usuario con su ordenador al facilitar que muchas de las reparaciones que antes debían hacerse en centros especializados, ahora se hagan en casa con instrucciones tanto por teléfono como por tutoriales en YouTube. De esta forma, afianzas al cliente y puede que la próxima vez que vaya a comprar un equipo, vuelva a apostar por la marca.

El objetivo es facilitar que ciertas reparaciones se hagan en casa, sin malgastar recursos enviando el producto a la compañía y sin perder la garantía

Beck es un tech evangelist, por lo que uno de sus roles es el de dar charlas motivacionales, pintarlo todo muy bonito, vaya, pero lo cierto es que apoyaba sus palabras con ejemplos. Uno es el ThinkPad X1 Fold, el primer portátil con pantalla flexible y plegable. Internamente, era un galimatías, con muchísimos componentes soldados, muy difícil de reparar en el servicio técnico y ni digamos en casa por un particular. Con la segunda generación se solucionó.

No tiene nada que ver con la reparabilidad, pero mira qué dos joyas tenían por ahí.

Hay elementos que deben ir soldados sí o sí en un equipo como este, pero se mejoró el ensamblaje haciendo que las partes soldadas sean más fáciles de retirar en bloque y se mejoró el acceso general al interior del equipo. Pero no todo vamos a tener que mandarlo a reparar al SAT, también hay ciertas reparaciones que se pueden hacer en casa, como cambiar un teclado o el ratón.

De hecho, han trabajado para que el usuario no tenga que desplazarse a un centro de atención técnica o mandar directamente el portátil a revisión, generando residuos debido al propio desplazamiento. ¿La solución? Una serie de pitidos de error que permite al técnico que está al otro lado del teléfono saber, exactamente, qué le pasa al equipo.

Sí, lo de los pitidos lleva años con nosotros, pero el método de Lenovo es interesante porque han trabajado en una serie de cancioncitas que se emiten a ciertas frecuencias que son transmitidas íntegramente a través del micrófono de nuestro móvil, de modo que lleguen sin alterar al técnico y este, gracias a una aplicación que lee esta melodía y la traduce a un código, el técnico sabe qué ocurre y puede dar instrucciones.

Todo gira alrededor del reciclaje. La disipación de los servidores es un ejemplo

Al final, el objetivo es cumplir con objetivos internos e internacionales de cara a alcanzar esas metas propuestas tanto en 2030 como en 2050. Según encuestas internas realizadas por Lenovo, el 74% de sus clientes dan una gran importancia a que el equipo que adquieren ayude a crear un sistema más sostenible. Además, dentro de la propia Lenovo relevaron que el 90% de altos ejecutivos creen en la sostenibilidad.

No es para menos, ya que al año se generan -según datos de Lenovo- 50 millones de eWaste, la llamada basura electrónica (se empezó a hablar de ello en España hace 16 años). Esto significa que se tiran 1.000 portátiles por segundo. En todo el mundo. Es una absoluta barbaridad. Al margen de la compañía china, el pasado 10 de julio el Concilio de la Unión Europea publicó una serie de objetivos y regulación para favorecer esa economía circular.

La energía que consumen los servidores se ha incrementado una barbaridad estos últimos nueve años. Gran parte de la potencia necesaria para que funcionen está destinada a los ventiladores.

Por ejemplo, por ir a otros segmentos, se quiere conseguir recuperar recursos de un 50% de las baterías de litio que se desechan de cara a 2027. De cara a 2031, el objetivo es que la suma ascienda a un 80%. Volviendo al campus de Lenovo, en otra parte de la instalación se encuentra el departamento de investigación de disipación de servidores.

Parick Moakley -Director of Marketing HPC & AI de Lenovo- nos contó que se espera que la energía que consuman los centros de servidores se multiplique por cuatro de cara a 2030. Suena poco sostenible, pero por eso invirtieron en un departamento llamado Neptune que utiliza refrigeración líquida para disipar el calor de los servidores.

Eso verde que ves son placas de memoria RAM: Todo el cobre es el disipador y, por dentro, va agua.
Ahí están los procesadores de un servidor.

Pudimos ver varios de estos modelos y la gran pregunta que estaba en el ambiente era de dónde sacaban el agua y, además, qué pasaba con ella una vez no se pudiera seguir utilizando para su cometido. Lo que propone Neptune, y es algo que ya están implementando, es que los propios servidores contribuyan a esa economía circular, volcando parte del agua caliente para la calefacción y agua caliente del edificio, pero también para piscinas y otros usos.

Utilizando disipación líquida y no disipación mediante ventiladores activos, los servidores consumen significativamente menos energía. Se estima que un 30%, a veces más, de la energía que consume un servidor se emplea exclusivamente para poner en marcha los ventiladores.

Para probar la efectividad de la disipación, así como el consumo y desechos que produce un servidor, tienen enormes cámaras herméticas con un colector de calor en un extremo. Así, comprueban el consumo, miden la eficacia y analizan lo que se emite.

Quitando estas piezas de la ecuación y empleando esa disipación mediante refrigeración líquida que se puede reutilizar, se contribuye a crear un sistema más sostenible. De hecho, salió a la palestra el Barcelona Supercomputing Center, con el que Lenovo tiene un acuerdo desde 2022 y que está impulsado por estos equipos.

Está claro que queda camino por recorrer, pero al igual que Lenovo, el resto de grandes compañías tecnológicas están poniendo de su parte para cumplir objetivos gubernamentales, sí, pero que afectarán a medio y largo plazo al planeta.

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