El ensamblaje del mayor y más complejo reactor experimental de fusión nuclear del planeta sigue su curso. ITER está siendo construido en la localidad francesa de Cadarache por un consorcio internacional liderado por la Unión Europea en el que también participan Estados Unidos, Rusia, China, Corea del Sur, India y Japón. Sus cifras nos permiten hacernos una idea certera de su complejidad: pesará 23.000 toneladas y la cámara en la que estará confinado el plasma tendrá un radio de 6,2 metros y un volumen de 840 metros cúbicos.
Poner a punto una máquina tan sofisticada, tan voluminosa, y, además, con unas tolerancias extraordinariamente restrictivas no es fácil. De hecho, la construcción de ITER plantea desafíos más difíciles de superar que los que se vieron obligados a resolver los técnicos que participaron en el ensamblaje de JET y JT-60SA, que son los dos reactores de fusión experimentales que se encuentran actualmente en operación en Oxford (Inglaterra) y Naka (Japón). Afortunadamente, a pesar de los contratiempos que inevitablemente acarrea un proyecto de esta envergadura ITER sigue progresando.
El 78% de ITER ya está listo. Y contando...
Actualmente el proceso de ensamblaje de este reactor experimental de fusión nuclear atraviesa una de las etapas más delicadas del proyecto: la puesta a punto de la cámara de vacío. A principios del pasado mes de agosto tuvimos la oportunidad de hablar con Cristian Casanova, que es el jefe de equipo de la cámara de vacío en el ámbito de responsabilidad de Fusion for Energy (F4E), y este experimentado ingeniero de caminos nos explicó cuáles son los retos más importantes a los que se enfrenta ITER a corto plazo.
Uno de los más relevantes es estrictamente tecnológico, y está provocado por una necesidad en la que hemos reparado unas líneas más arriba: las tolerancias que requiere esta compleja máquina son muy estrictas. De hecho, hay tolerancias locales de tan solo el 0,1%, y para respetarlas los técnicos de ITER están trabajando con metodologías muy avanzadas, como, por ejemplo, el electron beam welding, que es la soldadura utilizando un haz de electrones.
Otro de los desafíos con los que están lidiando los responsables de este proyecto es la gestión de los compromisos adquiridos por los contratistas. Las piezas de la cámara de vacío proceden de talleres distribuidos por España, Francia, Italia y Alemania, y, además, cada sector está dividido en cuatro segmentos para que sea posible fabricarlo, por lo que a posteriori es necesario ensamblarlo de una forma muy meticulosa. Como es lógico coordinar el trabajo de tantos grupos de personas no es fácil, especialmente si están diseminados por varios países.
Durante las últimas semanas han llegado a las instalaciones de ITER en Cadarache algunas de las bobinas de campo poloidal que se responsabilizan de generar los campos magnéticos que deben confinar y estabilizar el plasma de deuterio y tritio a más de 150 millones de grados Celsius. Ahí es nada. Curiosamente, F4E es la responsable de la fabricación de cinco de las seis bobinas de campo poloidal de este reactor de fusión nuclear. Un apunte muy interesante: en el vídeo que publicamos debajo de estas líneas podemos ver cómo se lleva a cabo la elevación y la colocación de una de estas bobinas. Esta es la número 4 y pesa 350 toneladas.
Aún queda mucho trabajo por delante. Y es muy probable que los técnicos que están involucrados en este proyecto se vean obligados a sortear otros desafíos, pero merece la pena apostar por ellos y confiar en que finalmente ITER llegará a buen puerto. Sea como sea el itinerario actual que tienen entre manos propone concluir el ensamblaje del reactor en 2025, de modo que las primeras pruebas con plasma llegarán presumiblemente a finales de ese mismo año. Cabe la posibilidad de que estas fechas deban ser actualizadas, pero ese hito llegará. Crucemos los dedos para que si se retrasa lo haga de forma moderada.
Imagen de portada: ITER
Más información: ITER
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