Habrá quien lo quiera negar y a quien no le guste la idea, pero estamos agotando las reservas de combustibles fósiles y habrá un momento que no quede ni gota de gasolina para los vehículos con motor de combustión. Pensando en anticiparse a eso y en ser lo más respetuosos posible con el medio ambiente, en Londres han pensado que los autobuses pueden moverse con el mismo combustible que nos mueve a muchos seres humanos: el café.
No se trata de echar directamente el café al depósito ni de un tipo especial de motor, sino de usar el combustible creado a partir de posos de café. Una idea que han llevado a cabo las compañías Shell, Argent Energy y Bio-bean, empresa ésta última que precisamente se dio a conocer por la iniciativa de crear biodiésel a partir de este residuo.
Los británicos no sólo beben té, y sus expresos da para transporte público
El biodiésel puede tener diversos orígenes, desde los aceites usados hasta los residuos de granjas, y la idea de extraerlo de café es de las más recientes. En 2014 se planteaba la idea en una investigación de la Universidad de Bath, aunque según contaba Telegraph Arthur Kay, creador de Bio-bean, ya llevaba recogiendo restos de café con este propósito desde 2013.
No le debió ir mal cuando ahora 9.500 autobuses de Londres se están moviendo gracias (en parte) al combustible producido a partir de posos de café. Explican en la web que la colaboración con Shell y Argent Energy forma parte de la iniciativa #makethefuture, y que lo que se utiliza es "B20", una mezcla de aceites cuya combustión produce una reducción del CO2 con respecto al diesel tradicional, según la compañía.
Según explica el New York Times, la propia empresa productora de biodiésel de café ha publicado que con una primera tanda de 6.000 litros será combustible suficiente para mover un autobús durante un año. Una cantidad bastante menor que los 240 millones de litros de combustible que en 2015 calcularon fuentes oficiales como la cantidad que consumía un autobús en un año.
¿Cómo dan energía los posos de café? Gracias a la transesterificación, lo cual se usa en la obtención de combustibles de origen vegetal, con lo cual se obtienen ácidos grasos y glicerina a partir de alcohol. Un compuesto oleoso que en este caso se mezcla con otras grasas y aceites para crear el biocombustible que impulsa a esos autobuses.
Buscando un doble beneficio
La idea tiene un objetivo que recordábamos al principio: intentar depender menos de los combustibles tradicionales, en primer lugar para que las emisiones se reduzcan en la ciudad del smog, que ya sobrepasaba el techo de emisión de óxido nitroso para todo 2017 en los primeros cinco días del año. Pero además lo que se busca recurriendo a materias como los desechos de café es que éstos acaben produciendo una dosis extra de metano para el ambiente al ser procesados.
Además de estos autobuses "verdes" (un modo de hablar, ya que exteriormente siguen siendo rojos, que no cunda el pánico), habrá algo más de una sexta parte de la flota que estarán impulsados por motores híbridos. La idea es que esta proporción se amplíe y que los 300 autobuses de un solo piso acaben funcionando con hidrógeno o con electricidad.
De autobuses eléctricos, por cierto, hemos hablado aquí en distintas ocasiones. En verano vimos el de Hyundai, completamente eléctrico y capaz de hacer casi 300 kilómetros con una carga, y hace algo más de un año nos presentaban una propuesta algo más llamativa y distinta, la de Dancer, con su estructura traslúcida.
En Xataka | Este autobús eléctrico tiene una autonomía de 563 kilómetros por carga y circulará en 2017
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