Europa recrudece sus mensajes. La crisis energética en la que vivimos sumidos ha subido de nuevo la tensión a partir del sabotaje de los gasoductos Nord Stream. El ministro de finanzas alemán ya habla abiertamente de "guerra energética". Un país, Alemania, que ya se ha resignado a mantener la estrategia del pasado y ahora está dispuesto a aceptar profundos cambios en el sistema energético europeo.
Los países europeos se vuelcan con el tope al gas. La 'excepción ibérica', la que permitió a España y Portugal poner un precio máximo al gas, está a punto de dejar de ser una excepción para convertirse en norma. Al menos es lo que promueven hasta 15 países europeos, que han firmado una carta expresando su apoyo a esta medida como una de las prioridades de la Unión Europea.
Entre los países firmantes estaban Bélgica, Bulgaria, Croacia, Francia, Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y España. Entre los principales países que se oponen estaban Dinamarca, los Países Bajos y Alemania. Pero esta última ya ha dado su brazo a torcer, lo que previsiblemente acelerará su implementación.
Alemania da un giro y lo aplicará por su cuenta. De estar en contra a adelantarse al resto y aplicarlo en su país. El canciller alemán Olaf Scholz ha anunciado un paquete de medidas por un valor de 200.000 millones de euros en el que se incluye la incorporación del tope al gas. "Un gran paraguas defensivo", como han explicado las autoridades alemanas.
Esta aportación vendrá en parte de los fondos de estabilización económica que inicialmente se habían utilizado para proteger a las empresas de las consecuencias de la crisis del coronavirus. Ahora se observa como la crisis energética tiene un impacto mayor en las arcas y la factura de muchas compañías.
Un tope al gas supone cambiar de arriba abajo el mercado eléctrico europeo. Los distintos países se han rendido al tope al gas, pero desde Bruselas se ha puesto freno a esta idea. La Comisión Europea explica que ha recibido la propuesta de 15 de los 27 países miembros, pero que el tope al gas podría afectar seriamente al flujo de gas entre los distintos países de la Unión Europea. La propuesta está encima de la mesa, pero todavía no está cerrada.
Además de un sistema equivalente al de la excepción ibérica, donde la diferencia entre el límite y el precio de mercado es asumido por cada país, también se proponen alternativas.
La Comisión Europea busca alternativas menos profundas. En la mesa también hay alternativas al tope al gas como está aplicado ahora en España. Una de ellas es modificar la forma de calcular el TTF, el índice holandés del gas en el que se basa el mercado europeo. La idea es crear un nuevo punto de referencia basado en transacciones.
Otra propuesta es fijar un precio máximo a las importaciones del gas ruso y bloquear cualquier importación de gas que supere ese precio. También está establecer un precio máximo en todos los intercambios. Un tope al gas directo, gestionado centralmente por un organismo europeo y no por cada país.
Sea la opción que sea, se tratan de alternativas que modifican sustancialmente el funcionamiento del mercado eléctrico. Y antes que cambiar de arriba a abajo el funcionamiento de este, se prefiere optar por mecanismos que ayuden a paliar el efecto del precio del gas. Aunque no logren cortar de raíz el problema.
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