El mes de octubre comenzó lleno de incertidumbres en torno al petróleo. Entre el conflicto de Medio Oriente, que pudo desencadenar un posible cierre del estrecho de Ormuz, o la Guerra de Ucrania, donde el último frente del gas con Rusia se ha cerrado. Estas situaciones abren las puertas a que otros países quieran tomar el testigo de ser el epicentro de la energía: Argentina es uno de ellos.
La extracción de Vaca Muerta. La empresa estatal YPF junto con otras cinco más liderarán un nuevo proyecto: el Oleoducto Vaca Muerta Sur. La obra que finalizará en el año 2026 pretende exportar más de 400 mil barriles de petróleo al día hasta Punta Colorada. Este plan, que cuenta con una inversión inicial de 2.500 millones de dólares, forma parte del Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI). Un incentivo gubernamental que busca atraer inversión extranjera, desregular el sector energético y es laxo con los controles de capital.
Sin embargo, las infraestructuras en el país para exportar el gas se suma a los desafíos existentes. Por poner unos ejemplos, el mal estado de la ruta para el transporte y el mantenimiento de los gasoductos obstaculizan el desarrollo del GNL.
¿Qué es Vaca Muerta? La explotación de Vaca Muerta es un yacimiento al sur de la Patagonia, la cual se encuentra una formación geológica de esquisto. Estas rocas atrapan el petróleo y el gas en pequeñas burbujas. Por ese motivo, el proceso de extracción de los materiales necesita de técnicas como la fracturación hidráulica (fracking) y la perforación horizontal.
El yacimiento de Vaca Muerta está considerada la cuarta reserva de petróleo natural más grande del mundo y la segunda de gas. El yacimiento ha estado ligada a YPF, la principal compañía energética de Argentina. Sin embargo, para conocer su historia nos tenemos que remontar en la década de los 90, donde la energética fue privatizada y vendida a Repsol. Durante esos años la empresa sufrió desequilibrios estructurales y un proceso de descapitalización.
YPF volvió a ser del Estado. En el año 2012, el Gobierno argentino expropió YPF con el objetivo de tener soberanía energética y detener la sobreexplotación, promoviendo nuevas exploraciones propias. A partir de ese momento hay un desajuste en el papel de YPF, pues las políticas de los diferentes gobiernos influyeron en la distribución y acceso de la energía. Sin embargo, en los últimos años se ha buscado desarrollar la infraestructura necesaria para la exportación, como el proyecto Argentina GNL.
¿Superávit energético? Durante más de 14 años los gobiernos han ido promocionando el yacimiento. Sin embargo, diferentes problemas han supuesto una paralización en la producción. Durante todos esos años la generación de petróleo ha sido floja y hubo un repunte en estos últimos cinco años, donde se ha cuadriplicado la producción de petróleo, de 90.000 barriles por día en 2019 a 369.000 barriles en agosto de este año.
Por otro lado, la infraestructura para exportar gas natural aún está por definir. Un nuevo oleoducto a Buenos Aires ha ayudado a que la producción desde hace cinco años se doblara, llegando a 70 metros cúbicos por día en 2024.
La economía argentina. El país presenta limitaciones estructurales que dificultan la estabilidad de las inversiones. Por un lado, la alta inflación, las restricciones cambiarias y el acceso limitado al capital internacional dificultan el desarrollo de proyectos energéticos a gran escala. En el marco regulatorio plantea un obstáculo para los inversores extranjeros que buscan las garantías de un libre mercado, en un país caracterizado por tener controles de precios e inestabilidad política.
Por otro lado, aunque Vaca Muerta ha contribuido a mejorar la producción nacional de gas, no resuelve los problemas estructurales como que en la provincia de Neuquén el 40% de la personas son pobres y el 11% están en situación de indigencia. La propuesta de la gestión de inversiones como lo es el RIGI ha sido objeto de críticas por no paliar esa situación, donde la extracción perpetua irregularidades económicas y socioambientales.
El petróleo en Latinoamérica. El contexto que se abre en Latinoamérica va a ser muy interesante. Desde el golfo de México hasta ahora Argentina supondrá todo un cambio en el paradigma de las petroleras. Mientras que Venezuela, con una de las reservas más grandes, se está viendo abocado a diversificar su economía.
Por su parte, países como Brasil y Perú han apuntado a ser grandes potencias. No obstante, no hay que perder de vista como la economía de Guyana ha aumentado sus reservas gracias al petróleo y Surinam se va a sumar a este tren por la parte correspondiente que le toca del Amazonas.
Imagen | Gobierno de Argentina
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