En China no se andan con delicadezas, y es evidente que en todo lo que tiene que ver con la seguridad vinculada a la operación de reactores nucleares es imprescindible tener la sartén bien agarrada por el mango. Este país asiático está poniendo a punto su primer buque civil equipado con un reactor nuclear modular y compacto (SMR) capaz de entregar una potencia de 60 megavatios. Estará listo en 2022 y será utilizado para dotar de electricidad, calor y agua potable a las plataformas petrolíferas alojadas en el mar del sur de China. Será una auténtica central nuclear flotante.
Los ingenieros que están participando en su diseño y construcción han llevado a cabo una simulación que persigue poner a prueba su capacidad de soportar eventos climáticos adversos. Estas pruebas han tenido lugar en un centro de investigación y diseño naval alojado en Wuhan (China), y según los técnicos que las han llevado a cabo este buque será capaz de soportar tifones extremos y mantener la operatividad bajo vientos cercanos a los 200 km/h, oleaje de gran energía y corrientes de alta intensidad.
Aunque es imposible reducir el riesgo de accidente a cero, en el ámbito de la operación de reactores nucleares no se debe aceptar ningún compromiso. Es imprescindible poner todo el desarrollo tecnológico que hemos alcanzado al servicio de la seguridad, de modo que los ingenieros que han diseñado este buque chino aseguran que han puesto toda la carne en el asador para impedir que vuelque incluso aunque la climatología sea extraordinariamente adversa (un vuelco comprometería la seguridad del reactor nuclear de una forma muy seria).
De hecho, según ellos su diseño será capaz de soportar eventos climáticos extremos que se producen «una vez cada 10 000 años». Confiemos en que realmente sea así, pero no debemos pasar por alto que este no es ni mucho menos el primer buque civil que incorpora en su interior uno o varios reactores nucleares. Algunos de los países que tienen, o han tenido, navíos dotados de propulsión nuclear son Estados Unidos, Rusia, Alemania y Japón, y si nos ceñimos a los buques militares hay varios países que tienen portaaviones y submarinos dotados de propulsión nuclear, como Estados Unidos, Rusia, Francia o Reino Unido.
La seguridad de las centrales nucleares se reforzó después de Fukushima
Es comprensible que a muchas personas les preocupe la posibilidad de que alguno de los muchos buques dotados de propulsión nuclear que están operativos actualmente en el mundo tenga un accidente. El navío chino equipado con un reactor SMR al que hemos dedicado este artículo puede contribuir a incrementar este desasosiego, por lo que es un buen momento para recordar qué nos dicen los expertos. Es muy interesante todo lo que se refiere a las mejoras en seguridad introducidas en las centrales nucleares después del accidente de Fukushima, y a las que también está sometido el reactor del nuevo buque chino.
A finales de 2019 tuvimos la ocasión de entrevistar a Ignacio Araluce, físico e ingeniero nuclear que actualmente preside Foro Nuclear, una asociación que representa los intereses de la industria nuclear española. Este técnico nos explicó con bastante detalle cuál es la estrategia implementada en las centrales nucleares actuales para maximizar la seguridad durante la operación de los reactores:
«Todos los sistemas de la central están diseñados a partir del mismo principio de defensa en profundidad. Esto provoca que sistemas como el de refrigeración del reactor sean redundantes, por lo que si falla uno seguirá cumpliendo su función el otro, que, además, estará alimentado por una energía diferente. Y si los sistemas fallan todo el circuito primario está diseñado para que se establezca una circulación natural, de manera que haya un movimiento del agua a través del núcleo por gravedad y diferencia de temperaturas que lo vaya refrigerando».
«La central nuclear, además, tiene sus propios generadores de energía eléctrica, que son redundantes. Y desde el accidente de Fukushima las centrales tienen unos equipos móviles que se movilizan si fallasen los generadores para inyectar directamente refrigeración al combustible nuclear. Hasta aquí llega la redundancia tecnológica, pero hay otro nivel que es aún más importante: la cultura de seguridad. La formación de todas las personas que trabajan en una central nuclear es individualizada y permanente durante toda su carrera profesional», apunta Ignacio.
Otro experto que también conoce muy bien las medidas de seguridad implementadas en las centrales nucleares actuales es Alfredo García, mucho más conocido en Twitter por su alter ego @OperadorNuclear. Hablamos con él largo y tendido durante la pasada primavera, y, al igual que Ignacio Araluce, durante nuestra conversación hizo hincapié en las medidas de seguridad adicionales que han adoptado todas las centrales nucleares del planeta después del accidente de Japón en marzo de 2011:
«Tras Fukushima se reforzó la seguridad de todas las centrales nucleares del mundo, que fueron sometidas a unas pruebas de estrés muy importantes durante las que se revisaron todos los parámetros de la central, especialmente aquellos que tenían relación con lo que había pasado en Fukushima, como su capacidad de resistir inundaciones, seísmos o apagones en la red eléctrica. Y una vez que se revisó todo eso se estandarizó en todo el mundo la incorporación de una serie de medidas para mitigar y prevenir ese tipo de accidentes. Esta estrategia se conoce como «flex», que es el apócope de flexibilidad».
La energía nuclear lleva décadas polarizando la opinión tanto de los expertos como de los ciudadanos a causa principalmente de los posibles riesgos derivados de la operación de los reactores. Y también debido a la gestión de los residuos radiactivos. Esto ha provocado que algunos países, como España o Alemania, hayan decidido apagar paulatinamente sus centrales nucleares, mientras que otros, como Estados Unidos, China, Francia o Rusia, mantendrán su apuesta por esta forma de energía en el futuro como respaldo de las fuentes renovables. El tiempo nos confirmará cuál de estas estrategias nos ofrece un resultado mejor a medio y largo plazo.
Imagen de portada | Griffin Wooldridge
Vía | South China Morning Post
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