Capturar CO2 parece una buena idea. El problema es que para conseguirlo estamos quemando combustibles fósiles

Un estudio muestra los problemas de sostenibilidad en la captura directa de CO2 y su posterior reciclaje

Fábrica humo
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Actualmente funcionan en todo el mundo veintisiete plantas de captura directa de aire y hay en proyecto 130 a gran escala. Sin embargo, este método es insuficiente así lo demuestra una investigación realizada por científicos de la Universidad de Colorado Boulder, en colaboración con el Laboratorio Nacional de Energías Renovables y la Universidad de Tecnología de Delft en los Países Bajos.

¿Qué se está haciendo? Los científicos han estudiado como la tecnología de captura directa de aire (DAC, por sus siglas en inglés), puede ser utilizada para convertir el CO2 en plásticos, bebidas carbonatas o combustible para el hogar o para aviones. A través de un proceso químico, el CO2 ácido reacciona para formar el ingrediente principal del hormigón (carbonato inocuo) y el bicarbonato (el conocido bicarbonato de sodio). Una vez almacenado el CO2, el exceso se libera mediante combustión a altas temperaturas con combustibles fósiles.

*Inciso importante: Cabe aclarar que el CO2 capturado no es el mismo que termina en una bebida o en el combustible. El dióxido de carbono es un componente básico, que tras procesos químicos muy específicos, se convierte en un producto totalmente distinto y seguro para diferentes industrias.

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El problema con la liberación. Las empresas que usan este método de captura directa de aire, como detallan los científicos, liberan el excedente de CO2 atrapado quemándolo con combustibles fósiles, suelen ser gas natural o metano puro. ¿Pero por qué quemarlos? La solución de carbonato y bicarbonato se diluye a 900 ºC (1.652 ºF), una temperatura que la energía solar y eólica no alcanzarían.

La energía solar y eólica tienen limitaciones para alcanzar una temperatura máxima. Únicamente, la energía solar térmica concentrada puede alcanzar los 500 o 1.000 ºC en condiciones óptimas, pero no puede mantenerlo de manera constante. Un problema debido a que son las requeridas en los procesos industriales.

No obstante, existen los aerogeles térmicos en la energía solar concentrada para capturar y retener el calor en altas temperaturas. Sin embargo, está en proceso de desarrollo y no son aplicables en la industria a gran escala.

La captura reactiva, ¿una solución? El planteamiento de esta hipótesis pasa por la idea de mejorar la eficiencia y reducir los costes. La captura de carbono reactivo consiste en aplicar electricidad a las soluciones de carbonato y bicarbonato, separando el CO2 y el líquido básico en la cámara sin almacenamiento, es decir, convirtiéndolo inmediatamente.

En la teoría, como afirman los científicos, se ahorrarían el proceso convencional con los costos energéticos y eliminando el uso de combustibles fósiles por la necesidad de las altas temperatura. En cierto modo, las condiciones industriales no son viables a gran escala.

¿Existen otros métodos? En primer lugar, la captura y almacenamiento (CCS), antes de que el CO2 entre en la atmósfera lo captura y almacena en formaciones geológicas subterráneas. Esta tecnología se utiliza en industrias como la producción de cemento y acero, el proyecto Sleipner en el Mar del Norte es el más conocido. Sin embargo, esta tecnología presenta sus inconvenientes en cuanto a la seguridad a largo plazo y el riesgo de fugas.

El problema de la combustión. La captura y utilización de carbono (CCU) se usa capturando el CO2 para producir plásticos y combustibles sintéticos, pero se pueden liberar partículas de dióxido de carbono si se quema. CCU lo utilizan en la planta Climeworks en Suiza, pero se enfrenta al problema de la combustión.

En tercer lugar, la Bioenergía con Captura y Almacenamiento de Carbono (BECCS) usa las plantas para absorber el CO2 durante su crecimiento y las quema para generar energía. El dióxido de carbono que emite es capturado y almacenado. Este enfoque se ha demostrado en un proyecto del Reino Unido. Sin embargo, el uso de esta tecnología puede resultar contraproducente por el uso de las tierras, provocando competencia por el terreno y deforestación.

Seguir reduciendo las emisiones. Los investigadores del estudio matizan que si bien es necesario todo tipo de tecnología para capturar el CO2, es imperante no seguir emitiendo gases de efecto invernadero.

Vía | Fuente

Imagen | Pixabay

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