El currículo de Ignacio Araluce es impresionante. Estudió Ciencias Físicas, pero su interés en la energía nuclear le llevó a completar su formación graduándose en ingeniería nuclear por la Junta de Energía Nuclear. Después se formó como operador y supervisor de reactor en Tecnatom, la compañía de ingeniería que, entre otras cosas, diseña los simuladores de las salas de control y forma a los operadores de las centrales nucleares. Y en 1979 comenzó a trabajar en esta última empresa como instructor de las licencias de operación de las centrales nucleares de tipo PWR (que utilizan reactores de agua a presión).
En cualquier caso, su historia no ha hecho más que empezar. Y es que poco después de adentrarse en la veintena ejerció como jefe de operación primero, y de producción después, en la central nuclear de Almaraz, una instalación que dirigió entre 1988 y 2002. Después de dirigir esta instalación nuclear durante catorce años inició su carrera internacional, que le llevó a dirigir desde París WANO (World Association of Nuclear Operators), que es una organización mundial de operadores nucleares que se dedica a velar por el incremento de la seguridad y la fiabilidad de todas las centrales nucleares del mundo. Actualmente preside Foro Nuclear, una asociación que representa los intereses de la industria nuclear española.
Como veis, no he exagerado lo más mínimo. El currículo de Ignacio Araluce impresiona, pero ante todo es una persona cercana que habla con claridad, de forma didáctica, y, sobre todo, que «se moja». Durante la preparación de la entrevista que estáis a punto de leer no eludió ninguna de las preguntas que le hice. Y esto es relativamente poco habitual, especialmente si tenemos presente que la energía nuclear ha sido demonizada con una virulencia muy importante después de los accidentes de Chernóbil y Fukushima, de los que, como vais a ver, hablamos con cierta profundidad en este artículo. Aquí empieza nuestra toma del pulso a una industria, la nuclear, que ocupa desde hace varias décadas el centro del debate.
La industria nuclear es una gran desconocida
¿Qué es Foro Nuclear? ¿A qué se dedica la organización que presides?
Foro Nuclear es una organización creada en 1962 similar a otras asociaciones con el mismo propósito que existen en Europa, y cuyo objetivo fundamental es la promoción de la energía nuclear como medio de generación de energía eléctrica que consideramos efectivo, competitivo y limpio. Actualmente integra a 50 empresas y organizaciones, entre las que se encuentran las compañías eléctricas, las centrales nucleares, varias empresas de ingeniería y servicios, las universidades, etc.
Este fue su origen fundacional, y para alcanzar este objetivo nos esforzamos por dar a conocer la energía nuclear mediante la formación en cascada, que consiste en formar al profesorado, y también hablando con los interlocutores que tienen mucho que decir acerca de la energía nuclear en España, como son el gobierno, el Parlamento, etc. Por supuesto, también es fundamental para nosotros acercar la energía nuclear al ciudadano, que es quien al final consume la energía eléctrica.
En ese caso, ¿tienes desde tu posición la sensación de que los ciudadanos realmente saben qué es la energía nuclear y de que conocen el impacto que tiene en sus vidas?
No. Probablemente la mayor parte de los ciudadanos ha oído hablar de ella porque es una industria que está en el centro del debate desde hace muchos años, pero creo que muchas personas no la conocen en profundidad. Y, por esta razón, no han tenido la oportunidad de formarse una opinión rigurosa acerca de ella. Desde Foro Nuclear intentamos enviar mensajes continuos que persiguen explicar bien qué es la energía nuclear. Personalmente opino que esta tecnología es estupenda. Estoy realmente convencido de ello porque considero que es una solución muy buena, y cuando crees en algo es más fácil hacérselo llegar a la gente. Si a pesar de todo finalmente a los ciudadanos y las instituciones no les gusta, qué le vamos a hacer. Y si les gusta mucho mejor porque nosotros creemos firmemente en ella.
La energía nuclear y la emergencia climática
¿Se pueden permitir los países avanzados en el escenario actual de emergencia climática prescindir de la energía nuclear?
Hace solo unos días intervine en un panel de la conferencia del clima COP 25 dedicado al rol que tiene la energía nuclear en la lucha contra el cambio climático, y percibí que estamos dando pasos hacia delante muy importantes en lo que se refiere a la nomenclatura. No soy ningún experto en el clima, pero sí en energía nuclear, y el mensaje que los expertos han transmitido durante esta cumbre defiende que estamos en una situación de urgencia climática. Su mensaje nos invita a actuar ya. No a debatir. No a llegar a más acuerdos de objetivos futuros, sino a empezar a actuar. La palabra que más se ha utilizado durante COP 25 ha sido, sin duda, «emergencia».
Los expertos en el clima aseguran que estamos en una situación de emergencia, y yo les creo de la misma forma en que confío en el médico cuando acudo a su consulta. Es evidente que una emergencia requiere que actuemos inmediatamente y que pongamos todos los medios a nuestro alcance para resolverla de manera contundente y rápida. Es posible que el medio que debes utilizar no sea el mejor o el que más te gusta, pero lo primero debe ser actuar ante la emergencia. Creo que debemos analizar esta situación con esta amplitud de miras.
Hay personas a las que no les gusta la energía nuclear, y es una opción respetable, pero no cabe duda de que es una herramienta crucial para alcanzar la neutralidad en el contexto de las emisiones de gases de efecto invernadero que nos piden los expertos. El mensaje de COP 25 dice que estamos en emergencia y que el futuro de la humanidad está en juego. Yo no lanzo ese mensaje, pero sí lo recojo, y tengo la certeza, con las cifras en la mano, de que la tecnología de generación de electricidad que evita en España en mayor medida la emisión de gases de efecto invernadero es la energía nuclear.
«La energía nuclear impide que se viertan en la atmósfera entre treinta y cuarenta millones de toneladas de CO2 al año solo en España. Y en el mundo nada menos que dos mil millones de toneladas de este gas»
Impide que se viertan en la atmósfera entre treinta y cuarenta millones de toneladas de CO2 al año solo en nuestro país. Y en el mundo evita que se emitan dos mil millones de toneladas de este gas. Además, las centrales nucleares son las que más energía eléctrica producen en España. Pero esto no es todo. También es la tecnología de generación de electricidad más estable porque produce todos los días y de forma constante. Si estamos ante una emergencia climática es irrefutable que la tecnología nuclear es una herramienta fundamental a la hora de resolverla. Probablemente en el futuro podamos prescindir de la energía nuclear tal y como la usamos ahora, pero en este momento como ciudadano estoy encantado de que haya unas centrales que me abastezcan de energía eléctrica y no contribuyan al cambio climático.
Las centrales nucleares actuales son muy seguras
Si bajamos a pie de calle es fácil observar que existe un rechazo importante hacia la energía nuclear porque se ha extendido la creencia de que las centrales nucleares son muy peligrosas. ¿Son realmente seguras las cinco centrales nucleares que tenemos en España?
Pienso sinceramente que son muy seguras. Y lo son porque en el diseño de una central nuclear ante todo prevalece la seguridad de la instalación. Es lo primero en lo que se piensa. La seguridad en el ámbito de la energía nuclear la entendemos como un concepto conocido como defensa en profundidad, que define numerosas barreras para evitar que se produzca un accidente nuclear. Y si se produce asegura que no tendrá consecuencias. Todo empieza con la fabricación de las pastillas de uranio enriquecido del combustible nuclear, que están diseñadas específicamente para confinar en el interior de la malla de la propia pastilla la mayor parte de los gases contaminantes.
En segundo lugar tenemos la vaina, que es la varilla de aleación de circonio que contiene las pastillas de uranio enriquecido, y que por su diseño consigue confinar en su interior los gases que salen de la pastilla de combustible. En el caso de que la vaina fallara todo está diseñado para que los gases que escapen queden confinados en el circuito primario de la central nuclear, que es estanco. En él el combustible está metido en la vasija del reactor, de tal forma que los productos radiactivos que pudieran salir queden confinados dentro de la barrera de presión, que es estanca. Y si falla la barrera de presión existe otra protección más, que es el edificio de contención.
Este último no solo es absolutamente estanco debido a que por dentro está recubierto por una envoltura de acero inoxidable, sino que es capaz de resistir la mayor presión que pudiera tener por generación de gases en el caso de que se produjese el mayor accidente nuclear posible. Este edificio tiene unas paredes de hormigón tremendas. Todas las centrales nucleares están obligadas a comprobar con mucha frecuencia la estanqueidad del edificio de contención, y para hacerlo se le inyecta aire comprimido, como si fuera un globo. De esta forma se hincha hasta alcanzar la presión de diseño del mayor accidente posible durante varios días y se comprueba que estructuralmente no ha sufrido la más mínima alteración. Y que no fuga absolutamente nada.
Además, como medida adicional, todos los sistemas de la central están diseñados a partir del mismo principio de defensa en profundidad. Esto provoca que sistemas como el de refrigeración del reactor sean redundantes, por lo que si falla uno seguirá cumpliendo su función el otro, que, además, estará alimentado por una energía diferente. Y si los sistemas fallan todo el circuito primario está diseñado para que se establezca una circulación natural, de manera que haya un movimiento del agua a través del núcleo por gravedad y diferencia de temperaturas que lo vaya refrigerando.
La central nuclear, además, tiene sus propios generadores de energía eléctrica, que son redundantes. Y desde el accidente de Fukushima las centrales tienen unos equipos móviles que se movilizan si fallasen los generadores para inyectar directamente refrigeración al combustible nuclear. Hasta aquí llega la redundancia tecnológica, pero hay otro nivel que es aún más importante: la cultura de seguridad. La formación de todas las personas que trabajan en una central nuclear es individualizada y permanente durante toda su carrera profesional. Cada operador no solo debe demostrar unos conocimientos teóricos, sino también las habilidades que necesita para desarrollar su puesto de trabajo.
«Las centrales nucleares son muy seguras. Y lo son porque en su diseño ante todo prevalece la seguridad de la instalación»
Pero aquí no acaba todo. Por encima de todo esto existe una supervisión interna en las centrales nucleares que se responsabiliza de examinar minuciosamente el trabajo de los operadores. Y más allá de esta hay una supervisión adicional, a nivel de empresa, que examina no solo el desempeño de los trabajadores, sino también el de la organización. Y por encima de esta hay otros equipos de supervisión externos constituidos por expertos internacionales que examinan si los métodos de seguridad utilizados por las empresas son los adecuados.
Además de estos últimos existen organismos internacionales, como WANO, que lo supervisan todo con una frecuencia determinada apoyándose en los mejores expertos. Por último, controlándolo todo está el organismo regulador, que es elegido por el parlamento por mayoría cualificada y tiene suficiente independencia y rango para supervisar el funcionamiento de las instalaciones nucleares. Quizá se puedan hacer más cosas, pero es evidente que la prioridad máxima de una central nuclear es la seguridad.
A pesar de todas las medidas de seguridad que acabas de describir ¿podría producirse hoy un accidente nuclear con la envergadura de los que tuvieron lugar en Chernóbil o Fukushima?
Yo opino que es dificilísimo que actualmente ocurra un incidente como esos. Hay que tener en cuenta el entorno. El accidente de Chernóbil se produjo en un escenario distante culturalmente y en una región, la Unión Soviética, que en aquellos momentos no tenía los medios económicos adecuados. Además, sus necesidades energéticas eran importantes y su transparencia muy deficitaria. Por todo ello su cultura de seguridad no tiene nada que ver con la que tenemos hoy. Aun así, de Chernóbil hemos aprendido muchísimo.
En lo que se refiere al accidente de Fukushima me parece importante recalcar que fue provocado por uno de los mayores terremotos registrados en la historia. El tsunami que desencadenó desafortunadamente produjo más de 20.000 muertos y desaparecidos, y dañó varias unidades de la central nuclear de Fukushima, las más antiguas, en las que aún no se habían introducido una serie de mejoras que en estos momentos forman parte de todas las centrales nucleares. En este accidente hubo fusión del núcleo, pero el número de víctimas como consecuencia directa del incidente nuclear fue mínimo.
En el momento del accidente no murió nadie, y durante los años posteriores se produjeron varias incidencias de cáncer en algunos de los trabajadores que participaron en las tareas de control. No estoy minimizando el accidente, pero todo hay que ponerlo en su justo término. En Fukushima se produjo una emisión radiactiva que contaminó la zona, y por esta razón las autoridades japonesas decidieron evacuar a la población, pero en este momento está regresando de nuevo porque se están recuperando los niveles de radiación previos al accidente. Ojalá no se hubiese producido, pero desde entonces la seguridad de las centrales nucleares ha mejorado muchísimo. Por todas estas razones creo firmemente que hoy no podría repetirse un accidente como estos dos.
La industria nuclear es la que más electricidad genera
¿Qué peso tiene la energía nuclear en el contexto de las distintas tecnologías de generación de energía eléctrica que tenemos en España?
En 2018 la energía nuclear aportó el 20,39% de la electricidad. Es la fuente de energía que lidera la generación eléctrica en España. La energía eólica está bastante cerca todos los años porque la apuesta de nuestro país por esta forma de energía renovable es de las mayores del mundo, pero hasta ahora la energía nuclear continúa liderando. Y en 2019 la producción de electricidad a partir de centrales nucleares se ha incrementado un poco frente a la cifra de 2018. Otras tecnologías también han subido, pero el carbón ha bajado considerablemente.
No obstante, algo que me parece importante resaltar es que la energía nuclear es la que tiene la potencia instalada más baja. Esto significa que con poca potencia instalada genera una cantidad de energía tremenda. La energía nuclear en España tiene 7.117 megavatios instalados, y la eólica en 2018 tenía 23.478 megavatios instalados. Y, sin embargo, la nuclear produjo más electricidad en 2018, con 53.198 GWh frente a los 49.526 GWh de la eólica. ¿Por qué? Porque la energía nuclear produce con un factor de carga aproximado del 90%, lo que significa que durante el 90% de las horas del año está generando electricidad al 100%, mientras que la eólica o la solar tienen un rendimiento mucho más bajo porque están condicionadas inevitablemente por factores ambientales.
La consecuencia de todo esto es que para sustituir las centrales nucleares necesitas multiplicar por tres o cuatro la potencia instalada que tiene la energía nuclear. Para generar la misma energía. Además, un problema derivado de esta estrategia consiste en que en los momentos de viento o sol las centrales eólicas y solares generan muchísima energía porque tienen muchísima potencia instalada, pero en ausencia de estos recursos la energía cae a cero. Esto quiere decir que necesitamos almacenar la energía producida en los momentos de máximo rendimiento.
Actualmente se está trabajando en varias direcciones. La hidroeléctrica reversible consiste, grosso modo, en utilizar la energía excedente para coger agua del pantano inferior y subirla al pantano de arriba, de manera que al día siguiente podamos dejarla caer para generar electricidad de nuevo. En España ya tenemos más de 5.000 megavatios instalados de esta forma de almacenamiento, pero conlleva una limitación importante: no podemos construir todas las centrales hidráulicas reversibles que queramos. Otra dirección en la que se está trabajando son las baterías, pero almacenar estas cantidades de energía requiere unas baterías gigantescas, y para fabricarlas necesitamos mucho litio, cobalto, tierras raras…
Aunque aún está en fase de desarrollo también cabe la posibilidad de utilizar toda esa energía para generar hidrógeno y almacenarlo con el propósito de utilizarlo como combustible. En el futuro seguramente todos estos retos estarán resueltos, pero hoy no lo están. Si mañana paramos las centrales nucleares… ¿qué hacemos? No es nada sencillo desprenderse de la primera fuente de generación de energía eléctrica.
¿La industria nuclear española es competitiva desde un punto de vista tecnológico? ¿Estamos a un nivel equiparable al que tienen, por ejemplo, la industria nuclear francesa o británica?
España se adentró en la generación de electricidad mediante energía nuclear muy pronto. En 1968 empezó a funcionar la primera central nuclear española, que fue prácticamente un proyecto «llave en mano». Sin embargo, la participación española en la segunda central fue mayor, y en las que vinieron después, como Almaraz I y II, Ascó I y II, etc., la participación de la industria española fue fundamental, llegando al 70% aproximadamente. Y en las últimas nuestra participación alcanzó el 90%. Esto quiere decir que desde el principio ha habido una industria nuclear española. Y una ingeniería española. Esto ha provocado que los números de operación de las centrales nucleares españolas sean de los mejores que hay.
Los siete reactores nucleares que tenemos en este momento son siete perlas. Funcionan muy bien, y esto es algo reconocido. Nuestras centrales son muy capaces, y tanto la plantilla que las opera como todas las empresas que trabajan para ellas tienen un nivel de conocimiento y formación enorme. Esto ha permitido a la industria nuclear española salir de España. En este momento tiene clientes en todo el mundo. Exportamos combustible nuclear; componentes pesados, como vasijas nucleares o generadores de vapor; contenedores de combustible nuclear; componentes mecánicos, eléctricos y electrónicos; simuladores de las salas de control, etc. Incluso algunas empresas extranjeras vienen a formarse aquí.
El «apagón nuclear» sigue en el horizonte
El gobierno ha pospuesto el «apagón nuclear», pero continúa en la agenda. ¿Qué opinas acerca de esta estrategia?
Yo valoro especialmente que aún no se haya producido. Lo veo desde el punto de vista de que el acuerdo de continuación del funcionamiento de las centrales nucleares sigue vigente como consecuencia de que somos muy importantes en la industria energética. Alguien podría tener la pretensión de abandonar la energía nuclear ya, pero después de valorarlo han decidido que las centrales nucleares deben seguir funcionando. En este acuerdo están involucrados las empresas propietarias de las centrales nucleares, el gestor del desmantelamiento de los residuos radiactivos y el ministerio. Esto quiere decir que las centrales nucleares van a seguir trabajando, aunque es cierto que este acuerdo estipula una fecha de caducidad.
Me gustaría que estuviese previsto que funcionasen mucho más tiempo porque es posible desde un punto de vista técnico. En Estados Unidos la mayor parte de las centrales nucleares tiene licencia para operar durante sesenta años, y precisamente hace solo unos días una de sus centrales ha obtenido la licencia para operar hasta los ochenta años. En cualquier caso, contemplo todo esto con optimismo porque es evidente que los gestores han visto que la energía nuclear tiene un papel muy importante en la transición energética en la que estamos sumidos.
Uno de los mayores retos que la industria nuclear tiene por delante es la gestión de los residuos radiactivos. ¿Qué nos queda por hacer en este terreno?
Del acondicionamiento de los residuos se encargan las propias centrales nucleares, y una vez acondicionados transfieren la gestión a Enresa, que es la empresa pública que se encarga tanto del desmantelamiento de las centrales nucleares como de la gestión de los residuos radiactivos. La financiación de esta empresa procede de la aportación de las centrales nucleares fundamentalmente. Una cantidad por cada megavatio/hora producido pasa a engrosar un fondo destinado al desmantelamiento y la gestión de los residuos, por lo que las instalaciones nucleares pagan por los residuos que generan.
En España tenemos una instalación, El Cabril, que recoge los residuos de baja y media actividad. Está administrada por Enresa. Lo que no tenemos es un almacenamiento centralizado para la gestión del combustible quemado futuro. El Parlamento aprobó su construcción con el apoyo favorable de todos los partidos mayoritarios, e inicialmente iba a estar ubicado en Cuenca, pero este proyecto se ha ido retrasando por una serie de recursos promovidos, entre otras instituciones, por la Junta de Castilla-La Mancha. En este momento está paralizado.
¿Qué estamos haciendo entonces con el combustible quemado? Lo estamos almacenando de forma individualizada en cada una de las centrales nucleares. Esto requiere que los elementos combustibles gastados se saquen de la piscina, se introduzcan en unos contenedores especiales y se lleven a unas plataformas de almacenamiento. Nosotros siempre hemos pensado que es mejor tener un almacenamiento centralizado porque sería más barato y permitiría afrontar mejor la gestión de la seguridad, pero el almacenamiento distribuido sin duda es otra solución. Y esta es la que tenemos actualmente en España.
¿Esta solución no compromete la seguridad de las centrales nucleares?
No. Esta es una solución muy extendida por todo el mundo. Los elementos combustibles se guardan en unos contenedores que son absolutamente estancos, en este caso fabricados en España por una empresa con una de las mejores tecnologías del mundo, y que, por tanto, vende a otros países. Están diseñados a prueba de cualquier terremoto, caída u otro accidente, y pueden aguantar millones de años. No tienen ningún impacto en la seguridad de la propia instalación nuclear.
Las centrales nucleares de 4ª generación y la fusión nuclear
Parece ser que las centrales nucleares de 4ª generación van a ser más seguras y conseguirán reutilizar buena parte de los residuos radiactivos. ¿Es este el camino a seguir?
Las centrales nucleares de 4ª generación, a diferencia de las generaciones anteriores, no proceden de la evolución de las instalaciones que las han precedido, sino que parten de unos principios diferentes. No soy un experto en este tipo de centrales, pero todo lo que apuntan los desarrollos en los que se está trabajando suena muy bien. Utilizan reactores rápidos que generan más combustible del que consumen (ya existe algún reactor rápido en países como Francia o India), se apoyan en refrigerantes muy eficientes y muchos de ellos cierran el ciclo del combustible, lo que permitiría utilizar los elementos combustibles ya quemados como combustible para esas nuevas centrales. Todo suena muy bien. Confío en que la industria nuclear sea capaz de desarrollar bien estas centrales, pero creo que aún quedan bastantes años hasta que podamos hacerlo.
¿Crees que estas centrales son un paso intermedio hacia la fusión nuclear en la que llevamos tanto tiempo trabajando? ¿Qué opinas acerca de ella?
Sí, sin duda. La fusión nuclear se está retrasando desde un punto de vista comercial, pero el reactor ITER que se está construyendo en el sur de Francia aspira a ser un paso hacia delante crucial en este sentido. Hay que seguir invirtiendo en esta tecnología, pero todo parece indicar que aún tardará en estar lista. Las empresas españolas, además, no solo participan de forma plena en el proyecto, sino que se han convertido en suministradoras tanto de tecnología como de equipos. Es un proyecto interesantísimo y esperanzador.
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