Antes de terminar 2024 avanzamos lo que se sabía de la última megaconstrucción de China. En realidad, no podíamos hablar de “otra” como si fuera algo más en una larga lista, porque posiblemente se trate de uno de los proyectos más ambiciosos que se le recuerden a la nación: una super presa tan monumental que dejaría a la de las Tres Gargantas relegada a un segundo plano, produciendo tres veces más energía que la espectacular estructura de más de dos kilómetros de largo. Por supuesto, hay algún problema.
La superpresa. Es una realidad: China avanza con la construcción de la superpresa de Motuo en el Tíbet, un proyecto de infraestructura sin precedentes que, de completarse, se convertirá en la mayor central hidroeléctrica del mundo aprovechando un abrupto desnivel de 2.800 metros, superando la capacidad de la Presa de las Tres Gargantas (actualmente la más grande del mundo).
Ubicada en el Gran Cañón del Yarlung Tsangpo, en la frontera con la India, la presa ha despertado preocupaciones ambientales, geopolíticas y humanitarias, especialmente debido a la falta de transparencia de Pekín sobre su desarrollo. Los expertos advierten que el proyecto representa una "bomba de agua" para millones de personas en India y Bangladesh.
Riesgos sísmicos. El Tíbet es una de las regiones más sísmicamente activas del planeta, se sabe desde hace tiempo porque se encuentra en la colisión de la Placa India y la Placa Euroasiática. De hecho, un reciente terremoto de magnitud 7.1 en Shigatse causó daños en cinco presas hidroeléctricas y la muerte de 134 personas, demostrando lo vulnerable que es la infraestructura en la región. Aunque la obra de Motuo pueda ser diseñada para resistir terremotos, deslizamientos de tierra y aludes de lodo podrían servir de mecha y desatarse, representando una amenaza directa para las poblaciones cercanas. Hablamos, otra vez, de millones de personas.
Este riesgo se ve agravado por el fenómeno de sismicidad inducida por embalses (RTS), donde el peso del agua acumulada en grandes presas puede desencadenar terremotos. Un ejemplo es la presa Zipingpu, cuya construcción fue seguida por el devastador terremoto de Sichuan en 2008 que se cobró 87.000 vidas. Además, la retención de sedimentos por la presa podría reducir la fertilidad del suelo aguas abajo, provocando erosión en los ríos y costas de India y Bangladesh.
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Impacto ambiental. La presa también alteraría los patrones hídricos y climáticos cruciales para la agricultura en la región. El Tíbet, donde nace el Brahmaputra, es una de las regiones más biodiversas del mundo y un regulador clave del clima asiático.
La construcción de la superpresa podría, por ejemplo, alterar el régimen de lluvias del monzón, con efectos devastadores para la agricultura en India y Bangladesh. Además, el impacto ecológico de los megaembalses chinos ya es evidente en otros ríos internacionales, como el Mekong, donde las represas han provocado sequías recurrentes y la intrusión de agua salada en los deltas agrícolas.
Impacto entre los locales y (des)información. Es otra de las patas que debe atar el proyecto. El Tíbet está bajo un férreo control del Partido Comunista Chino, por lo que no se conoce la magnitud del desplazamiento de tibetanos que requerirá la obra.
A este respecto, Pekín no ha revelado detalles sobre los costes (se estima que la inversión total superará los 130.000 millones de euros), las empresas involucradas ni la cantidad de personas que serán reubicadas. Y si nos guiamos por otros casos en provincias chinas, protestas contra proyectos hidroeléctricos han sido reprimidas, se sugiere que cualquier oposición en el Tíbet será silenciada.
Geopolítica de una superpresa. El Brahmaputra, que fluye hacia India y Bangladesh, es una arteria vital para millones de personas. Otra vez, esa falta de transparencia china ha generado desconfianza en Nueva Delhi y Daca, cuyos científicos han exigido acceso a datos hidrológicos para evaluar los riesgos de la obra. India, por su parte, teme que China use el control del río como un arma geopolítica, restringiendo o desviando el caudal en caso de conflictos.
Así las cosas y ante la incertidumbre, algunos funcionarios indios han propuesto una alternativa: construir una presa en un afluente del Brahmaputra para contrarrestar posibles reducciones de flujo, aunque esta solución no parece ideal y también podría perjudicar la ecología de la región.
Riesgo inminente. Contaba Nikei esta semana que la posibilidad de un derrumbe catastrófico no es una simple especulación. China ha sufrido centenares de fallos de represas a lo largo de su historia, incluyendo el peor desastre de presas jamás registrado: el derrumbe en cascada de la Presa Banqiao y otras 61 represas en 1975, un evento que causó 85.000 muertes directas y desplazó a 11 millones de personas. Incluso la Presa de las Tres Gargantas estuvo al borde del colapso en 2020, poniendo en peligro a 400 millones de personas.
Por tanto, si un terremoto fuerte golpeara la región y provocara la ruptura de la superpresa, millones de personas en el valle del Brahmaputra en India y Bangladesh podrían verse afectadas por inundaciones catastróficas, agravando. además, tensiones geopolíticas y humanitarias en la región.
Si se quiere también, es factible pensar que con esta megaobra, China no solo refuerzaría su control sobre los recursos hídricos de Asia, sino que también conviertiría el Brahmaputra en un arma geopolítica, incrementando su capacidad de presión sobre sus vecinos.
Imagen | Harvey Barrison, NASA
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3 comentarios
sr.lobo.
Como si eso les importase lo más mínimo...
vinsuk
Eso no es ningún problema. El partido comunista chino prohibió los terremotos por decreto..
davidkeko
Hay muchos, no se notará. Luego cubren el sitio con placas solares y ya.