"Críticas insostenibles". Así es como Lin Boquiang, director del Instituto de Estudios de China en Política Energética en la Universidad de Xiamen, se refiere a los comentarios que, desde occidente, se han vertido respecto a la producción de paneles solares en China. Y es que, en un mercado saturado, China logró bajar los precios de los paneles a la mitad, penetrando de una forma bestial en el mercado y permitiendo que el precio sea mucho más atractivo para los usuarios.
Es algo que a las empresas occidentales no les gusta y, tras las críticas de esta parte del mundo, llega la respuesta de China. Y también de las Naciones Unidas, que ven con buenos ojos la situación actual.
Precios de derribo. Europa y Estados Unidos están en una carrera por la descarbonización y la reducción de uso de combustibles fósiles. La energía fotovoltaica es una de las protagonistas para este futuro, pero además es una opción muy interesante cuando hablamos de autoconsumo (montar unas cuantas placas en la vivienda, vamos). Y con lo que se han encontrado los fabricantes occidentales es con una industria china que está compitiendo con precios ridículos.
El gigante asiático invirtió 130.000 millones de dólares en su industria solar en 2023 y se estima que, en tres años, el 80% de la industria saldrá de sus fábricas. Además, un panel fotovoltaico chino es un 50% más barato que uno europeo. Y al usuario, obviamente, le viene mucho mejor tanto para iniciar una instalación como para ampliar la que ya tenga. Son tan asequibles que están provocando problemas en la red de California y, en Europa, cada vez es más común verlos en los balcones. Incluso utilizados como vallas de jardín al ser más baratos que las planchas de madera.
China se defiende. Es una situación que ha motivado críticas por parte de occidente, pero Lui Yiyang, Subsecretario General del Organismo Comercial de la Industria Fotovoltaica de China lo tiene claro. "Las empresas chinas han promovido el desarrollo global de la industria fotovoltaica a través de la cooperación internacional y fábricas en el extranjero, facilitando la transformación ecológica de las estructuras energéticas en otros países", afirma Lui, quien continúa comentando que el avance de esta industria en China "juega un papel fundamental para garantizar un suministro estable de productos solares para abordar el cambio climático en todo el mundo".
A esta defensa se une Boqiang, comentando que "las críticas de algunos políticos al exceso de capacidad solar de China son insostenibles. Esta retórica tiene como objetivo frenar el desarrollo industrial de China, lo que tendrá efectos adversos en la transformación verde global".
Energía solar para países en desarrollo. Y ahí está una de las claves de todo este asunto: la posibilidad de dotar a economías más débiles y países en desarrollo de la capacidad para que opten por fuentes de energía más limpias en lugar de por los combustibles fósiles. Boqiand afirma que esta situación está "permitiendo que más países, especialmente los que se encuentran en vías de desarrollo, disfruten de electricidad asequible, promoviendo el desarrollo económico, local y reduciendo la disparidad entre regiones".
Liu, por su parte, argumenta que, pese a la situación actual de la industria solar, la demanda del mercado a nivel mundial es superior a la oferta, sobre todo teniendo en cuenta la demanda de energía en varios países en desarrollo.
Y a la ONU no le parece mal. Más allá del factor competitivo entre empresas, países y economías, China argumenta que el precio de sus paneles es lo que permite que haya almacenes llenos de placas que permiten que haya electricidad en campamentos de refugiados. Y desde las Naciones Unidas es algo que se ve con buenos ojos.
Raouf Mazou, Comisionado Auxiliar para las Operaciones de ACNUR, comenta que "los abundantes recursos de China, su tecnología y sus relaciones globales podrían suponer contribuciones significativas a nuestro trabajo para superar los desafíos relacionados con el cambio climático". De hecho, se espera que la electricidad generada por fuentes renovables se triplique de cara a 2030, siendo este uno de los compromisos alcanzados por un centenar de países durante la pasada conferencia sobre el cambio climático COP28.
Ahora toca mejorar la eficiencia. Está claro que hacer que los paneles solares sean más baratos es algo que beneficia a cierta parte de la población y, al margen de esto, lo que hay que perseguir es que estos paneles sean más eficientes. Se estima que el Sol irradia a la Tierra con 120.000 teravatios de energía, mientras nosotros sólo consumimos 15 teravatios. Hacer que los paneles sean cada vez más eficientes es la clave para que, instalando menos placas, podamos convertir más energía.
El motivo es que el 70% de la energía irradiada a los paneles se pierde, pero desde China ya están investigando sistemas que se podrían añadir fácilmente a las placas actuales para que esa franja infrarroja y ultravioleta que no se aprovecha, pueda captarse. Así, los paneles llegarían a un nivel de eficiencia del 50% frente al 20-25% máximo actual. Veremos cómo acaba esta historia, pero está claro que el mercado tiene hambre de paneles solares y los argumentos de China importarán poco a empresas y políticos occidentales.
Ahora bien, esa competencia tan agresiva dentro de la propia China está teniendo consecuencias negativas para sus empresas, que han tenido que despedir a empleados.
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