Ni un antifaz más negro que el armario de un gótico, ni unos auriculares sintonizando el sonido ambiente de un tablao flamenco. Pero es que ni si quiera berrear a pleno pulmón un “¡habla, chucho, que no te escucho!”. Ni aún con esas, por muy aislados y seguros que nos sintiésemos en nuestra incomunicada burbuja de catálogo, podríamos negar las evidentes consecuencias que el calentamiento global supone hoy en día para la Tierra.
Cada vez hay más evidencias científicas de que el cambio climático, que ya se ha ganado a pulso para muchos la calificación de emergencia, es un hecho que no podemos ignorar. De hecho, tanto instituciones oficiales como grupos de investigación proporcionan día tras día datos e informes que demuestran que nos enfrentamos a una realidad, no a una mera posibilidad.
En este contexto, determinadas ciudades del mundo, como Los Ángeles, han encontrado soluciones concretas a las posibles consecuencias que los cambios en el clima podrían acarrear a través de construcciones e infraestructuras de prevención. En este caso, un muro que evite que la subida del nivel del mar inunde el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles.
En España, aunque no hay proyectos concretos similares a este frente a posibles inundaciones, ya que es uno de los países con mayor altitud de Europa, aplicar determinadas medidas como la naturalización de las ciudades o la construcción de edificios bioclimáticos podría reducir las consecuencias de las olas de calor, las sequías o las DANAs (depresiones aisladas en niveles altos), además de disminuir el impacto de las urbes sobre el medio ambiente.
Construcciones amenazadas por el deshielo de los polos
Una de las consecuencias achacable al aumento de temperaturas de los últimos y próximos años es el deshielo de los polos que no solo supone la alteración del hábitat de miles de especies acuáticas, al llegar al mar un volumen ingente de agua dulce, sino que podría repercutir de manera más evidente, directa y rápida en núcleos urbanos de todo el mundo. ¿Cómo? en forma de inundaciones y pérdida del territorio más cercano a la costa por el aumento del nivel del mar.
De hecho, según un estudio publicado en octubre de este mismo año en la revista científica Nature Communications, la población expuesta a las inundaciones costeras es tres veces superior a la que se creía hasta la fecha. Estas, según los nuevos cálculos, podrían afectar a unos 300 millones de personas, a menos que se reduzcan las emisiones de dióxido de carbono y que se invierta en estructuras protectoras frente a estas crecidas del nivel del mar.
Entonces, ¿hay medidas que se puedan tomar antes de vernos (literalmente) con el agua al cuello? Parece que sí; o que, al menos, comienza a intentarse. La respuesta se encontraría en la construcción de muros y diques.
Por ejemplo, según el diario Mercury News, la ciudad de San Francisco (California, EE. UU.) ya se ha puesto manos a la obra e invertirá 587 millones de dólares en la construcción de un muro de grandes dimensiones que rodee por completo a su aeropuerto. De esta manera, se pretende proteger las instalaciones frente a los tres pies que el nivel del mar podría llegar a aumentar en los próximos años, llegando incluso a cinco en casos puntuales relacionados con olas de grandes dimensiones, según explican en el artículo algunos de los responsables del proyecto. Así, se pretende defender de las crecidas marinas al aeropuerto hasta, al menos, 2085, como prevén las recientes investigaciones científicas.
Pero, ojo: el aeropuerto de Los Ángeles no es el primero en experimentar fenómenos similares. A partir de una simple búsqueda en Internet, podemos comprobar que al menos 20 de los aeropuertos más concurridos del mundo, según los datos del Airports Council International, se encuentran a menos de diez metros sobre el nivel del mar. De hecho, doce de ellos, entre los que se encuentran el de Shanghái, Roma y Nueva York, están a menos de cinco metros.
Esto no solo podría convertirse en un problema de cara al futuro, al ser susceptibles de sufrir este tipo de inundaciones, sino que ya lo fue en algunos de ellos. Es el caso de la inundación en 2018 del Aeropuerto Internacional de Kansai, en Japón; pero también el de Kerala, en la India o los de Nueva York, en 2012, como recoge aquí el New York Times. A pesar de que, tras el desastre, sus instalaciones y su uso habitual se recuperaron, en futuras ocasiones estas podrían no disfrutar de tanta suerte.
El aumento del nivel del mar en España
Pero, ¿podría el cambio climático afectar a los edificios e infraestructuras en España? La respuesta se la da a Xataka Dolores Huerta, secretaria técnica del Green Building Council España (GBCe), asociación sin ánimo de lucro que aúna a representantes de todos los agentes del sector de la edificación con el fin de contribuir a la transformación del mercado hacia una edificación más sostenible.
Según Huerta, en nuestro país, las principales consecuencias que el cambio climático podría suponer, tanto en edificios como en ciudades, son la subida media de las temperaturas; el aumento de fenómenos extremos, como olas de calor o frío, para las que asegura que no están preparados e incluso las sequías.
"En España, el problema más grave no va a ser la subida del nivel del mar, ya que se encuentra muy por encima del mismo. Con lo cual no es necesario hacer un plan de contingencia súper espectacular", explica Huertas pero puntualiza que, no obstante, es imprescindible dibujar el mapa de zonas vulnerables, para detectarlas y relocalizar construcciones, si las hubiera. “En todo caso, en España no supone el problema que puede ser, por ejemplo, para los Países Bajos, o el caso de Venecia que hemos visto estos días”.
Añade que el mayor problema en cuestiones de agua será el incremento de lluvias torrenciales intensas, sobre todo en el arco mediterráneo. "Esto, ahora sí, unido al incremento del nivel del mar, podría hacer que las inundaciones, como las que ha sufrido Murcia este año, sean cada vez más importantes y frecuentes".
Miguel Ángel Pascual Buisan, ingeniero industrial socio de Efinovatic (para la certificación energética de edificios), coincide con Huertas en que en España no hay un caso tan claro como el del aeropuerto de San Francisco. Ahora bien, hace hincapié en que la totalidad de la costa española presenta, en mayor o menor medida, riesgos derivados de la emergencia climática. "En los últimos siglos se ha urbanizado zonas costeras y cauces de ríos que no se habían ocupado durante miles de años", opina Pascual. "El hombre moderno le ha perdido el miedo a la naturaleza y construye en cualquier sitio. Por todo ello, los desastres naturales como los vividos este otoño en España van a ser habituales en el futuro", opina.
Medidas para evitar inundaciones en España
Para evitar las desastrosas consecuencias que un aumento del nivel del mar podría suponer en las zonas más cercanas a la costa, la opción más eficaz sería no construir en ellas o, al menos, seguir la recomendación de no hacerlo a menos de 100 metros de la orilla.
“Sin embargo estas medidas han sido torpedeadas y boicoteadas por ayuntamientos y Comunidades Autónomas con ‘subnormas’ tramposas”, comenta a Xataka Margarita de Luxan, experta en arquitectura bioclimática y urbanismo integrado en su medio ambiente. “Esto, en muchos casos, se traduce en los casos que vemos en las noticias: cómo se inundan construcciones y se vuelan cubiertas y fachadas en esas zonas, con los subsiguientes peligros, gastos y lamentaciones”, opina.
Según los expertos, las nuevas planificaciones solo servirían para no empeorar el problema que supone lo que ya está construido. "En teoría los planes de ordenación urbana ya deberían impedir que se construyera en zonas inundables, aunque da la impresión que quizá estos criterios se han relajado durante el boom inmobiliario", opina Pascual. Además, añade que la solución debería ser global y atacar la raíz del problema: las emisiones de CO2.
De Luxan hace hincapié en que, a pesar de la altitud de España y de la ventaja que esto supone frente a otro países, no debemos olvidarnos de lo que los estudios ya pronosticaban en 2006 para el año 2050. Por ejemplo, la variación en la cota de inundación y el retroceso o avance de la línea de costa (aumento total de la cota de inundación en todo el litoral, de hasta 20 centímetros en el Mediterráneo, 35 en la costa gallega y Canarias).
Como efecto en las obras marítimas, según de Luxan, hay que tener en cuenta los importantes cambios con respecto a rebases e inundaciones. “Entre Málaga y Algeciras se pueden alcanzar variaciones de hasta el 250% con respecto a los rebases actuales; en los diques en la cornisa cantábrica se necesitará aumentar el tamaño de las estructuras en talud un 20% y en las zonas expuestas de la costa gallega, un 50%”, explica. Es decir, a pesar de que este no sería el problema primordial en la península, las zonas más bajas sí son susceptibles de sufrir sus consecuencias.
Recomendaciones contra el cambio climático en la construcción de edificios: rehabilitación y naturalización
Existen diferentes panoramas al hablar del nexo de unión entre la construcción y el cambio climático. Por un lado, qué hacer con los edificios ya levantados y con los núcleos urbanos, en general; por otra, qué tener en cuenta al hacerlo con los nuevos.
“La estrategia más importante tiene que ver con los edificios ya construidos: la rehabilitación integral”, opina Huertas. ¿En qué consiste y cómo lo hacemos? Mejorando sus características de eficiencia energética, y por tanto su resiliencia a los cambios en el clima.
Como comenta de Luxán, no hay que olvidar que rehabilitar es siempre más sostenible que cualquier modo de edificar nuevo: “aunque se sustituyan todas las carpinterías, se le dote de aislamientos y se le cambien las instalaciones, hacerlo supone un ahorro energético y de contaminación del 60% aproximadamente frente a la construcción”, explica de Luxán.
Las olas de calor son otras de las consecuencias a las que las ciudades deben adaptarse. "Los edificios y las ciudades no están preparados para temperaturas tan altas. No estamos preparados para que en mayo haya 40ºC y estén los niños dando clase. Eso sí que son problemas realmente gordos para nosotros", opina Huertas.
Una de las medidas que podrían ayudar a contrarrestar sus efectos sería la naturalización de las urbes. Entre las pioneras en el uso de esta medida, destaca Vitoria que, según explica Huertas, ha hecho los suelos permeables de nuevo; ha ideado un anillo interior verde, comunicado con el exterior de la ciudad por corredores de vegetación, para que la ciudad sea un espacio más natural y, por lo tanto, bastante más resiliente al cambio climático.
"Pongamos un ejemplo: si en un colegio no adaptado al cambio climático plantas árboles y vegetación, para que haya más sombra, y mejoras la envolvente del edificio, estará mucho mejor preparado que uno que es un secarral con un patio de asfalto", describe Huertas.
¿Qué habría que tener en cuenta de cara a construcciones futuras?
Para diseñar los nuevos edificios, es importante tener en cuenta la emergencia climática en la ecuación. “Deben realizarse con la vista puesta en que sean adecuados, no solo para las condiciones climáticas actuales, sino también a las futuras”, puntualiza De Luxán. “Lo ideal sería realizar edificios bioclimáticos capaces de aprovechar las condiciones climáticas naturales para reducir el consumo energético”.
Además, explica que habría que utilizar materiales y sistemas constructivos de bajo consumo en su fabricación y puesta en obra, teniendo en cuenta todo el proceso edificatorio, desde la obtención de materiales, sistemas, transportes, reciclados…
La mayoría de las herramientas que evalúan el comportamiento “sostenible” de un edificio miden entre 30 y 40 criterios, desde el uso eficiente de la energía, el agua y materiales durante todo su ciclo de vida y la reducción de residuos al grado de confort (acústico, térmico, y lumínico) hasta la calidad del aire interior (que influye y mucho en nuestra salud), la accesibilidad universal, la creación de valor para los inversores…
“Este grado de complejidad no debe asustarnos: nos garantiza la sostenibilidad como un beneficio para el medio ambiente y también para nuestra calidad de vida”, opina Huertas. Todos estos parámetros son medibles y cuantificables, y en el mercado se pueden encontrar en forma de certificaciones de sostenibilidad.
Sin embargo, la normativa española no prevé escenarios de cambio climático. “Podemos concluir que las nuevas edificaciones en España no siguen las recomendaciones de las que hablamos”, explica Huertas. “Siguen las relacionadas con el consumo y tipo de energía en su uso, ya que son de obligatorio cumplimiento por el Código Técnico de la Edificación”, matiza de Luxan. “Otra cosa muy distinta es que estas nuevas edificaciones sean bioclimáticas o estén construidas teniendo en cuenta la sostenibilidad y el ciclo de vida de los materiales”.
Adaptación a la emergencia climática
Otras de las recomendaciones en las que los expertos inciden de cara a las posibles consecuencias que la emergencia climática puede acarrear en los núcleos urbanos es realizar análisis de la capacidad de la red de alcantarillado municipal para absorber precipitaciones de mayor intensidad o reservar suelo crítico en las nuevas zonas a ordenar para poder construir futuras defensas frente a fenómenos climatológicos intensos (por ejemplo, reservar suelo para hacer diques cerca de los ríos o del mar).
También considerar la disponibilidad de recursos hídricos derivada de los efectos previstos del cambio climático en el municipio a la hora de construir nuevas edificaciones y/o infraestructuras que supongan un aumento de la población, ya sea de forma permanente o estacional.
Si las construcciones no se adaptan a la lucha, tendremos un gran porcentaje de viviendas que no satisfacen las mínimas condiciones de confort y que necesitan mucha energía para cumplir su función. “Además, contribuirían en gran medida al agravamiento del cambio climático”, concluye Huertas.
Aún así, Pascual incide en que la solución no solo está en reforzar nuestras construcciones, sino en evitar construir en donde no se debe. "Las proximidades del mar y de los ríos, pertenecen al mar y a los ríos. Esto lo sabíamos y parece que se nos ha olvidado", afirma. "Todos los cascos antiguos de los municipios costeros se encontraban alejados de la playa porque sabían que de vez en cuando el mar arrasaba con lo que se construía en sus dominios. Esto que ha pasado siempre, pero ahora su amenaza es mayor por el cambio climático".
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