Es una lástima que, pese a ser una potencia de la eólica, en España no tengamos un parque eólico marino como el que Iberdrola está construyendo en Saint-Brieuc. Desde la energética insisten en que gran parte de la producción y montaje se ha realizado en nuestro país, pero para poder conocerlo en persona tuvimos que viajar hasta la Bretaña francesa.
La eólica offshore vive un momento dulce y Europa es la gran referencia mundial. El de Saint-Brieuc es un enorme proyecto por valor de 2.400 millones de euros. Es también el mayor contrato de Iberdrola en eólica marina y uno de los primeros parques de este estilo que quedarán inaugurados en Francia.
Vernos rodeados de las enormes estructuras ancladas en el subsuelo marino, a 16 kilómetros de la costa, es toda una experiencia. Afortunadamente nos hizo un día excelente para poder navegar y apreciar a pleno sol cómo se construye el parque eólico marino. No es lo habitual en esta zona de fuertes vientos y grandes mareas.
Suficiente energía como para 835.000 personas
El potencial de la eólica offshore es enorme y eso se refleja en los números. El parque que visitamos tendrá una capacidad total de 486 megavatios, repartidos en 62 turbinas de 8 MW cada una. Una vez completado, su producción está previsto que alcance los 1.820 gigavatios hora al año, suficiente para cubrir la demanda de 835.000 personas.
Es el primer parque offshore de la Bretaña francesa y uno de los más modernos, aunque queda lejos en tamaño de los más grandes. La propia Iberdrola dispone de otros tres parques: West of Duddon Sands en Irlanda, Wikinger en el mar Báltico y East Anglia One, en el mar del Norte.
El parque cubre un área de 75 km2 y está alejado a una hora y media en barco. Se encuentra a unos 33 kilómetros al norte del puerto de Saint-Brieuc. Es una zona alejada de los principales núcleos de población. Gran parte de las operaciones se realiza desde puertos cercanos como el de Brest, pero si hay algo claro es que no tiene vocación turística.
Llegar hasta el parque eólico marino requiere de varias horas. Desde España el aeropuerto más cercano es el de Nantes. Hasta la costa luego espera un viaje de tres horas en coche. Posteriormente desde Saint-Brieuc a la propia zona hay un viaje de una hora y media en barco. En el momento de nuestra visita, las infraestructuras principales del parque ya han sido transportadas y colocadas en su lugar.
Enviando los 'jackets' desde Galicia y Asturias
Lo que vimos en el mar de la costa francesa tiene origen español. Tanto los 'jackets', las plataformas de color amarillo que sustentan los aerogeneradores como los pilotes han sido construidos por Navantia-Windar en la Ría de Ferrol y Avilés.
Posteriormente, desde los astilleros gallegos se envío por mar hasta Francia mediante la compañía holandesa Van Oord. Estos trabajos realizados con dos barcazas de 122 metros de eslora, que se pueden apreciar en la siguiente imagen, dieron comienzo en 2021 y ya están finalizados.
El buque Aeolus es el gran protagonista y es nuestra primera parada. Por seguridad no podemos acercarnos mucho, pero sí lo suficiente para apreciar los detalles del enorme buque de apoyo en alta mar, Aeolus. Se trata de un barco diseñado por Van Oord específicamente para la construcción de parques eólicos marinos y es el encargado del transporte e instalación.
Lo que más destaca es su enorme grúa principal. Este buque de 140 metros ahora está detenido, pero durante este año ha sido el encargado de instalar los pilotes y realizar los agujeros para instalar los jackets. No es tarea fácil, pues cada una de estas plataformas sobre las que luego irán las turbinas pesa unas 1.200 toneladas. Aún así, la grúa es capaz de elevar más de 1.600 toneladas.
62 plataformas ancladas a unos 45 metros bajo el mar
Saint-Brieuc cuenta con 62 plataformas eólicas marinas. Son los llamados 'jackets', unas plataformas que miden hasta 75 metros de altos y 25 de ancho sobre las que luego descansan las turbinas. Pero lo que vemos por encima del nivel del mar no es mucho más que 15-20 metros, en función de la marea.
Como si fueran icebergs, la mayor parte de los 'jackets' descansa debajo del agua. El anclaje se basa en tres pilotes de unos 40 metros que se sumergen 23,3 metros en la tierra. Sobre estos pilotes de 150 toneladas cada uno se encajan las tres patas de las plataformas. Tenemos un encaje vertical que contrarresta la fuerza horizontal del viento y el mar. En total tenemos unos 20 metros bajo tierra, unos 45 metros bajo el agua y otros 20 metros por encima del nivel del mar.
No hay una traducción clara para estas cimentaciones que sustentan los aerogeneradores. Al contrario que los pilotes, que fueron construidos en Avilés, los 'jackets' de Saint-Brieuc tienen su origen en Brest y Fene (A Coruña), también de la mano de Navantia.
También hay distancia de seguridad, de unos 50 metros, pero a los 'jackets' podemos acercarnos mucho más. Se mantienen totalmente inmóviles pese a las olas del mar. En un claro contraste con la pintura amarilla, en la zona inferior se aprecia hasta dónde suele llegar el agua.
Es una plataforma sencilla. Con una escalera y un par de niveles. Los pilares son las tres patas que conectan con los pilotes. En nuestro viaje estuvimos viendo de cerca uno de ellos, pero en todo momento eran visibles al mismo tiempo decenas de ellos.
La subestación marítima es el corazón
Además de los 'jackets' y el buque Aeolus, hay una estructura que destaca por encima de todas. Es el corazón del parque eólico marino y su centro energético, una vez se ponga en marcha. Estamos ante una enorme plataforma de 55 metros de largo, 31 metros de ancho y 23 metros de altura, sustentada sobre un jacket especial de 63 metros de altura y 1.630 toneladas. En total, la subestación marítima tiene un peso total de 3.400 toneladas, más que 20 aviones Boeing 747 según describen desde Iberdrola.
En esta subestación es donde se alojan los transformadores y el equipo eléctrico para gestionar la energía producida por los distintos molinos. La estructura ya está construida, aunque todavía está pendiente la conexión y el cableado de alta tensión. A su lado descansa el GMS Endeveavour 6102, un buque de apoyo de 84 metros.
Stéphane Alain, director de desarrollo de St-Brieuc para Iberdrola/Ailes Marines, nos acompaña en la visita y reconoce que todavía no ha tenido la oportunidad de subir a la subestación: "hay unas 120 personas ubicadas ahí, pero se les requiere conocimientos técnicos y permisos eléctricos especiales".
La responsabilidad de los equipos eléctricos queda en manos de GE Renewable Energy Grid Solutions, quien diseña y fabrica los conmutadores con aislamiento de gas (GIS) de 72,5 kV y 225 kV en Francia. Para llevar toda esta electricidad a la costa francesa harán falta más de 90 kilómetros de cable submarino, estando todos los que conectan los distintos aerogeneradores enterrados. Para hacerse una idea, supone el triple de cable de lo necesario en un parque eólico onshore.
Orden y tranquilidad en el mar
La imagen que se nos queda grabada en la retina es la de los 'jackets' ordenados. Una estampa únicamente cortada por la subestación y algunos buques. Cada plataforma de los aerogeneradores está meticulosamente colocada a lo largo de una zona de 75 kilómetros cuadrados.
En el momento de nuestra visita la mayor parte de los trabajos logísticos a gran escala ya están terminados, a la espera de las siguientes fases. Aún así, Alain nos explica que hay una gran cantidad de personas viviendo y/o trabajando en el parque eólico marino. Más de 200 personas en el buque Aeolus y unas 120 en la subestación y la plataforma Endeveavour. Pero se quedan cortos con los periodos de máxima actividad: "en los meses de julio y agosto había más de 700 personas en el mar, algo que se repetirá el año que viene".
Nuestro primer intento se canceló. A la segunda salió el sol. En una visita para prensa no hay necesidad de pasar un mal trago. Acercarse al parque eólico marino es posible si hace un día radiante como el que tuvimos a mediados de octubre, pero debe cancelarse si hay previsión de mal tiempo. Es lo que nos pasó en el primer intento, programado para principios de mes. Afortunadamente la segunda vez pudimos partir y el sol iluminó la escena. No es baladí, pues en plena mar son muy útiles las gafas de sol.
Dicho esto, pese a lo calmado del día el viaje requiere de múltiples precauciones. En todo momento estuvimos con el equipo de seguridad y las olas no cesaban (nos recomendaron tomar biodramina). Era un día totalmente sereno, pero aún así el frío y el aire se notaba. Entendemos que a la mínima puede soplar con mucha más intensidad. Y esta es la gran ventaja de los parques offshore: pueden estar colocados en zonas con vientos más fuertes y constantes.
Lógicamente el potencial de esta zona ya lo conocían antes de empezar a instalar nada. Durante dos años se registraron los vientos a través de LIDAR para determinar de forma precisa la orientación óptima de los aerogeneradores.
Dónde queda el impacto medioambiental
Más que en el mar, el mayor impacto sigue siendo para las aves. "Al final los principales problemas de los parques eólicos marinos son los mismos que los de los eólicos en tierra", nos resume Rubén Lijó, divulgador e ingeniero eléctrico especializado en alta tensión. El impacto medioambiental es uno de los temas más debatidos alrededor de la construcción de un parque eólico de estas características, pero los responsables afirman que se han tenido en cuenta todo tipo de detalles y se cumplen rigurosas normativas.
Inicialmente Saint-Brieuc iba a tener 100 aerogeneradores de 5 MW, pero finalmente se ha reducido el número a 62 de 8 MW cada uno. La distancia también ha cambiado, pasando de 1,1 kilómetros a 1,3 kilómetros entre las líneas. La distancia entre cada turbina es de un kilómetro, una distancia suficiente para no alterar la pesca y biodiversidad.
Los responsables explican que el impacto en la pesca y la fauna marina es mínimo. Ante la pregunta de cuál es la mayor afectación, reconocen que las aves migratorias. En invierno, hasta 40.000 aves de 112 especies diferentes se reúnen en la bahía de Saint-Brieuc. Según un estudio de la Liga para la Protección de las Aves, en Francia la mortalidad de las turbinas eólicas terrestres oscilaba entre las 0,3 y 18,3 aves por turbina por año.
"El peligro más evidente es el riesgo de colisión entre los pájaros y las aspas de las turbinas. En tierra es un riesgo muy difícil de evaluar, y en el mar, aún más, porque los cadáveres de aves se hunden", explica a RFI Lamya Essemlali, presidenta de la ONG Sea Shepherd.
¿Y las turbinas?. En nuestra visita es lo que más echamos de menos. Las 'jackets' ya están colocadas, pero no así las turbinas. El parque eólico de Saint-Brieuc contará con 62 turbinas SG 8.0-167, fabricadas por Siemens-Gamesa.
Estaremos ante unas turbinas de 207 metros de alto cada una, con tecnología 'direct drive' y palas de 82 metros de longitud. Algo más pequeñas que las turbinas que han roto el récord de generación de energía, con una longitud de 108 metros.
España es líder en energía eólica marina, pero fuera de nuestras fronteras
¿Por qué aquí no hay un proyecto así? España es una potencia en energía eólica, pero un parque como el de Saint-Brieuc es prácticamente inviable en nuestro país. El motivo es sencillo: no en todas partes se pueden instalar parques offshore. Hay que hacer multitud de estudios, encontrar una zona con suficiente viento y sobre todo, que el subsuelo marino tenga la profundidad adecuada. España no dispone de suficientes zonas de aguas profundas para asegurar con total seguridad que la biodiversidad no se verá afectada.
La alternativa son los aerogeneradores flotantes. El problema es que es una tecnología todavía en desarrollo y muy lejos de competir contra los números en megavatios instalados de la offshore tradicional.
Para 2023 está previsto lanzar la primera subasta de instalaciones flotantes en España, con unos 450 MW para Canarias. A mitad de año podría plantearse una segunda en la Península Ibérica por valor de 2,5 GW. El objetivo es que para 2030, España tenga una capacidad eólica marina de entre 1 y 3 GW. Algo para lo que todavía estamos muy lejos. Es complejo, porque los parques eólicos marinos con aerogeneradores flotantes suelen ser más pequeños. Aún así, España tiene un brillante futuro por delante en este terreno.
Desde Iberdrola a Siemens Gamesa, pasando por ACS o Sener y próximamente Repsol y Naturgy. Las empresas españolas son líderes en energía eólica marina y se han adjudicado contratos millonarios como el de Saint-Brieuc. Pero también en aguas de Estados Unidos, Alemania o Reino Unido. La experiencia de las energéticas y constructoras españolas es muy valorada, aunque de momento la eólica marina no ha logrado despegar en España.
El parque eólico marino de Saint-Brieuc estará operativo si todo va bien en 2023. Hemos tenido la oportunidad de ver su construcción y conocer su funcionamiento. Las tareas siguen y Francia conseguirá un inestimable impulso para ayudar a aliviar la carga a la energía nuclear. La energía eólica marina tiene un marcado sello español, pero cada país tiene sus propias condiciones.
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