Hemos hablado varias veces de los intentos por capturar el CO2 que emitimos constantemente a la atmósfera. Hasta ahora no dejaba de ser un campo de investigación curioso cuya utilidad (si alguna vez la tenía) sería de último recurso. Pero un análisis económico recién publicado rompe con esa idea: la captura de dióxido de carbono se acerca, poco a poco, a la viabilidad comercial.
El culpable parece ser un nuevo método desarrollado por la Universidad de Harvard y Carbon Engineering que no sólo es más barata que el resto de alternativas, sino que además parece escalable (al menos, sobre el papel). Sus planes son enormes (“detener el cambio climático”, dice The Atlantic), las dudas que generan también.
Un salto tecnológico
Los datos se basan en una planta que lleva varios años haciendo pruebas en Calgary, Canadá. Esto ya es, de por sí, una buena noticia y una garantía: Hablamos de datos reales y de años de rodaje, nada de proyecciones, ni simulaciones.
Según Carbon Engineering, el costo de fijar una tonelada de CO2 estaría entre 94 y 232 dólares. Hace solo cinco años, la American Physical Society estimaba el costo en unos 600. Esto es lo que los mete de lleno en el mercado. Porque su competencia directa (la suiza Climeworks por ejemplo) tiene cifras que se parecen más a las estimaciones de la APS que a los datos de Carbon Engineering.
La tecnología de Carbon Engineering, basada en la llamada ‘captación directa’, consiste en mover aire alrededor de unas estructuras con una solución de carbonato de potasio. Este compuesto reacciona con el dióxido de carbono consiguiendo, al final de proceso y mezclándolo con hidrógeno, producir un combustible ligero. Es en ese escenario cuando los costos bajan hasta los 94 dólares por tonelada.
Sin embargo, es precisamente en esa parte donde hay más dudas sobre la escalabilidad y la seguridad de la tecnología. Carbon Engineering no ha implementado aún una planta que genere combustible. Según sus planes, esa instalación (con capacidad para 200 barriles diarios) estará lista para 2021.
...con poco recorrido
Si las cifras son correctas esta tecnología permitiría costear la captación del CO2 por un precio (relativamente) asumible en cada litro de gasolina. Es decir, "cambiaría radicalmente nuestra forma de entender la batalla contra el cambio climático", nos explican. Y, de hecho, si el costo es real (y debemos ser cautelosos porque, aunque se trata de un estudio revisado por pares, se va a usar como baza comercial) la posibilidad de estabilizar los niveles de CO2 estaría ahí.
¿Eso significa que esta tecnología va a permitirnos frenar el cambio climático? En principio, mi respuesta es bastante rotunda: no. En primer lugar, por cuestiones puramente económicas: aunque las cifras parecen manejables a pequeña escala, suponen dedicar entre un 3 y un 5% del PIB mundial a ello. Algo económicamente inviable hoy por hoy; sobre todo, porque formas mucho más baratas de reducir los niveles de CO2.
Y en segundo lugar porque si miramos las tendencias en el mundo de la energía, todo parece indicar que para cuando esta tecnología esté lista habrá tecnologías mejores, más baratas y más eficientes ya en marcha. Seguirá siendo, en el mejor de los casos, una tecnología de último recurso.
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