«La fotosíntesis natural no es eficiente porque ha evolucionado simplemente para sobrevivir». Lo dice Katarzyna Sokó, estudiante de doctorado en la Universidad de Cambridge, y parece un brote típico de la vanidad del científico. Lo que tienen esos científicos, expertos e ingenieros que creen sinceramente que la naturaleza está mal diseñada porque no encaja en sus estándares.
Si no fuera porque acaba de dar un paso clave en el desarrollo de procedimientos de fotosíntesis semi-artificial para almacenar (y reusar) la energía solar, no le haría demasiado caso. Pero lo ha hecho y eso bien merece darle una oportunidad.
Mucho más cerca de la fotosíntesis natural
«Por eso mismo — continuaba Sokó —, [la fotosíntesis natural] proporciona la cantidad mínima de energía necesaria: alrededor de un uno o un dos por ciento de lo que podría potencialmente convertir y almacenar». Es decir, si aprendiéramos a extraer todo el potencial de esta vieja amiga, podríamos almacenar grandes cantidades de energía renovable.
Esta idea lleva años rondando la cabeza de científicos e ingenieros. De hecho, la fotosíntesis artificial ha existido durante décadas, pero por mucho que lo hemos intentado no hemos tenido éxito en crear energía renovable a escala industrial. Todos los métodos que teníamos usaban catalizadores caros y muy tóxicos. Tanto que cualquier intento de llevarlo a la realidad era inviable.
Aquí entra Sokó y el equipo en el que trabaja. Según explican en Nature Energy, el grupo de investigación ha conseguido modificar la maquinaria de las algas para reactivar un proceso capaz de dividir hidrógeno y oxígeno. Para ello, utilizan una mezcla de componentes biológicos y tecnologías artificiales con los que, confirmando las intuiciones de Sokó, logró absorber más luz solar que la fotosíntesis natural.
«La hidrogenasa es una enzima presente en las algas que es capaz de reducir los protones del agua [y producir así hidrógeno]. Durante la evolución, este proceso se ha desactivado porque no era necesario, pero logramos eludir la inactividad para lograr la reacción que queríamos», explicaba Sokó.
Leyendo el estudio, tengo muchas preguntas sobre cómo poder escalar el proceso a nivel industrial. Pero, sin lugar a dudas, es un avance muy interesante en la medida en que muestra que «podemos seleccionar el proceso [natural] que queremos y alcanzar la reacción que queremos» de una forma mucho más sencilla. Incluso si ese proceso lleva inactivo milenios por motivos evolutivos.
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