No hay otro lugar en el planeta donde el "oro negro" haya cambiado tanto la economía de un país. Guyana se ha abrazado al petróleo
La nueva “fiebre del oro” lo llaman algunos, mientras otra parte del planeta no sabe muy bien si arquear la ceja o hacer una alabanza. Nos referimos, por supuesto, a ese boom que se está viviendo en algunos países latinoamericanos con el “oro negro”, el petróleo que está, literalmente, bañando algunas zonas y sus economías, hasta demasiado. Mientras medio planeta parece virar por reducir sus emisiones de carbonos, hay países que exigen su pleno derecho a abrazar el crudo. Y ninguno como un país diminuto que está marcando cifras de récord.
Guyana. Estamos ante un país sudamericano ciertamente pequeño con una población entorno a las 800.000 personas. Aquí se ha producido como en ningún otro territorio una auténtica explosión del petróleo. El mayor descubrimiento de crudo del mundo en una generación transformó a la nación, de uno de los países con menor desempeño en la región, a la economía de mayor crecimiento en el mundo durante dos años consecutivos.
Tanto es así, que se proyecta que la nación caribeña bombeará más crudo per cápita que Arabia Saudita o Kuwait para 2027 y está en camino de superar a Venezuela como el segundo mayor productor de petróleo de América del Sur, después de Brasil. La economía del país creció un 49,7% en el primer semestre de 2024 (el sector petrolero representó el 67%, por supuesto). El presidente Irfaan Ali elevó las estimaciones de crecimiento anual de Guyana al 42,8%.
Tienen tanta “riqueza”, que ha llegado la hora de hacer política entre los ciudadanos, es decir, de hablar de dinero e impuestos.
Un pico por familia. El gobierno acaba de anunciar una de esas medidas que se mirará con lupa: un programa que dará 2.000 dólares a cada hogar, en un esfuerzo por compartir esa creciente riqueza derivada del petróleo “y aliviar los costes de vida”. El presidente Mohamed Irfaan Ali fue el encargado de comunicar la iniciativa, que, según el mandatario, busca reducir las desigualdades económicas y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
No solo eso. El gobierno también ha eliminado más de 200 impuestos y tasas, incluyendo aquellos sobre combustible, agua y alimentos básicos, en un esfuerzo “por combatir la inflación y las presiones económicas”.
Impacto económico. El programa, que afectará a alrededor de 264.000 hogares, representa el 1.5% del PIB nacional y el 7.9% del fondo de recursos naturales del país. ¿Es esto realmente factible? Según algunos expertos, como Nicolás Suarez, economista de S&P Global Market Intelligence, aunque el plan está diseñado para mejorar el bienestar de las familias y aumentar el consumo privado, podría incrementar las presiones inflacionarias a largo plazo, ya que el aumento del gasto público podría generar un alza en los precios.
Para situarnos en perspectiva, la inflación de Guyana ha subido del 2.3% anual antes de la pandemia al 3.3% en agosto de este año, un dato que no hace más que resaltar los desafíos económicos que enfrenta el país.
Distribución de riquezas y concepto de renta universal. El pago de esos 2.000 dólares por hogar ha sido recibido positivamente por los defensores de la renta básica universal, quienes ven en la medida ciertas similitudes y un paso hacia una redistribución más equitativa de la riqueza.
Dicho esto, no es una renta básica universal en el sentido tradicional, ya que se trata de un pago único y no recurrente. Para el experto en filosofía Karl Widerquist, estamos ante un “capital básico” o un "subsidio de participación", una medida significativa para asegurar que todos los ciudadanos se beneficien de la riqueza nacional. A este respecto, Cleo Goodman, experto en renta básica del Instituto de Autonomía, también elogia el esfuerzo, aunque señala que un ingreso garantizado y recurrente sería una solución más completa para distribuir la riqueza recién descubierta.
Es el petróleo, amigos. La historia no se puede entender sin el hallazgo de Exxon cuando descubrió vastas reservas de petróleo frente a las costas de Guyana en 2015. Aquello supuso un cambio radical para el país, experimentando un crecimiento económico sin precedentes.
Como decíamos al inicio, se estima que Guyana podría producir 1.3 millones de barriles diarios de petróleo en 2027, lo que pondría al país entre los 20 mayores productores del mundo. De ahí el “monstruoso” incremento del PIB de la nación, que creció un 62% en 2022 y un 33% en 2023, o del PIB per cápita, que ha pasado de 7.000 dólares en 2020 a 26.000 dólares en 2023, lo que subraya el impacto positivo del auge petrolero en la economía del país.
Comparativa. Los expertos rápidamente se han fijado en un ejemplo de administración de los recursos más o menos similar: Noruega. Allí utilizan su fondo soberano de petróleo para estabilizar su economía y generar ahorros a largo plazo. El fondo de Noruega, que posee activos por más de 1,7 billones de dólares, es considerado uno de los más exitosos del mundo (de ahí que Noruega sea uno de los países más ricos, con un PIB per cápita de 88.000 dólares).
Al menos en sus inicios, Guyana parece estar siguiendo un camino similar, creando su propio fondo de recursos naturales en 2019 para gestionar de manera prudente las ganancias derivadas del petróleo, protegiendo su economía de la volatilidad de los precios de la energía.
El futuro y los asteriscos. Qué duda cabe, el futuro a corto plazo de la nación parece más o menos asegurado. Pero como destacan los expertos, las preocupaciones sobre la inflación y la necesidad de un enfoque más integral a largo plazo en la gestión de la riqueza persisten.
El desafío será mantener el equilibrio entre el desarrollo económico y la equidad, pero hay más. Se espera que Suriname experimente un impulso parecido tras el hallazgo de importantes reservas de petróleo en el llamado Bloque 52, y la fiebre del oro negro no se limita al Atlántico Norte: Argentina, Ecuador y Costa Rica también quieren expandir sus industrias petroleras. Si la esperada “transición energética" acaba instalando una sobreoferta en el mercado, ¿qué pasará con todo estos enclaves y sus infraestructuras?
¿Y el planeta? Es la última de las patas por resolver, aunque seguramente no menos importante. Nos referimos a la forma en que Guyana y el resto de los países que están haciendo riquezas con el “oro negro” llegan a esos objetivos climáticos que tanto parece demandar el planeta.
Una cosa parece clara: ahora mismo es razonable poner en seria duda cualquiera de esos objetivos, al menos a corto plazo.
Imagen | amanderson2, FreeMalaysaToday, NASA
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