El plan de Japón para volver a estar a la vanguardia de la tecnología ya está en marcha. Actualmente este país está invirtiendo más dinero en su sector de los chips que EEUU, Alemania, Francia o Reino Unido. No en términos de valor neto, pero su esfuerzo es mayor si ponderamos la inversión de estos países sobre su producto interior bruto (PIB). EEUU dedica el 0,21% de su PIB a su industria de los semiconductores, y Alemania el 0,41%. Francia, según Nikkei Asia, el 0,2%, y, por último, Reino Unido el 0,04%. La diferencia es muy significativa y pone encima de la mesa el esfuerzo que está haciendo Japón con un 0,71% de su PIB.
El Gobierno japonés está decidido a conseguir que Japón se mida de tú a tú con las principales potencias de la industria de los semiconductores. Y desde luego no es una ambición inalcanzable. De hecho, algunas de las compañías con mayor peso específico en la industria de los equipos de litografía, como Tokyo Electron, Canon o Nikon, son japonesas. "Estamos trabajando con nuestros clientes para desarrollar tecnologías que se adentran cuatro generaciones en el futuro". Esta declaración de Nobuto Doi, vicepresidente de Tokyo Electron, es toda una declaración de intenciones.
Japón tiene dos décadas para replantearse su mix energético
La estrategia de Japón no requiere únicamente reforzar su presencia en la industria de los circuitos integrados; también apuesta por poner a punto una gran cantidad de centros de datos para inteligencia artificial (IA). De hecho, Jensen Huang, el director general de NVIDIA, ha confirmado que su compañía pondrá a punto en Japón una red de centros de datos especializados en IA. Además, Huang ha anticipado que desplegará esta infraestructura de la mano de compañías japonesas. Todo esto suena muy bien, pero tiene un coste elevado en términos energéticos y el Gobierno nipón no lo ha pasado por alto.
En 2050 Japón necesitará haber incrementado su capacidad de generación de electricidad entre un 35 y un 50%
De hecho, su infraestructura eléctrica actual sería incapaz de dar servicio a las fábricas de semiconductores y los centros de datos para IA que llegarán en el futuro. La Administración japonesa ha reconocido que en 2050 necesitará haber incrementado su capacidad de generación de electricidad entre un 35 y un 50%. No es nada despreciable, desde luego. Además, su plan también tiene que afrontar la descarbonización de su sistema energético a la que se ha comprometido. Hoy el suministro de combustibles fósiles de Japón depende en gran medida de Oriente Medio, lo que propició a finales de 2023 la aprobación de una ley que promueve la inversión en descarbonización por un total de unos 962.000 millones de dólares.
El Gobierno japonés ha confirmado que su estrategia para resolver las necesidades energéticas que tendrá dentro de dos décadas requiere apostar por las células fotovoltaicas de última generación que incorporan perovskitas, por las turbinas eólicas flotantes que se instalan en el mar, y también por la energía nuclear.
De hecho, durante los próximos años muchas de las centrales nucleares que fueron desactivadas después de Fukushima volverán a entrar en operación, y, además, Japón construirá nuevas centrales nucleares equipadas con reactores de cuarta generación. De hecho, el primer paso ya lo ha dado al entregar su visto bueno a la planta de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor del planeta gracias a sus siete reactores de agua en ebullición.
Imagen | TEPCO
Más información | Reuters
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