Se habían quedado fuera de los cambios aplicados en el reglamento en primavera, pero se han colado —intenso debate mediante— en el borrador que cierra 2021. La Comisión Europea planteará que el gas natural y la nuclear se puedan incluir en su listado de "energías verdes". Coincidiendo prácticamente con las doce campanadas que dan inicia al nuevo año, el organismo presidido por Ursula von der Leyen ha lanzado su propuesta para modificar la clasificación de energías que se consideran sostenibles desde un punto de vista medioambiental.
El documento no responde a una mera formalidad comunitaria. Su aplicación puede afectar, de hecho, a la financiación. El objetivo de Bruselas es que sirva de guía para orientar la inversión hacia proyectos en el sector energético y, como fin último, alcanzar el objetivo fijado en el Pacto Verde de la UE: lograr la neutralidad desde un punto de vista climático, reducir a cero las emisiones netas de gases de efecto invernadero a lo largo de las próximas tres décadas, de cara a 2050.
Una vía para atraer la financiación
Con ese propósito el documento modifica la taxonomía de las denominadas energías verdes e introduce tanto la nuclear como el gas natural, que aparecen en la segunda categoría, la que abarca las energías con bajas emisiones de carbono que carecen, a día de hoy, de alternativa sostenible.
La propuesta de la CE deberá avanzar todavía en su fase de tramitación antes de obtener el visto bueno y someterse a la deliberación del Consejo. Por lo pronto, el proceso se promete marcado por la polémica. El vicecanciller y ministro alemán de Economía y Protección del clima, Robert Habeck, ha tachado ya de “error” que se “etiquete la nuclear como sostenible” y alerta de su “alto riesgo”. En España, la ministra de Trabajo y Vicepresidenta Segunda, Yolanda Díaz, se sumaba en las últimas horas las críticas a través de su perfil de Twitter: “Europa todavía tiene la oportunidad de reconsiderar esta decisión para evitar alejarse de la evidencia científica y la demanda social”.
Europa todavía tiene la oportunidad de reconsiderar esta decisión para evitar alejarse de la evidencia científica y la demanda social.
— Yolanda Díaz (@Yolanda_Diaz_) January 1, 2022
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En el polo opuesto se sitúa por ejemplo, el comisario europeo de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, que durante una entrevista con El País insistía en el papel crucial de la energía nuclear para alcanzar las metas de sostenibilidad medioambiental que se ha marcado la propia Unión Europea. “Cualquier que diga que podemos conseguir cumplir los objetivos del Pacto Verde para 2050 sin energía nuclear, no está viendo la verdad porque las cifras están ahí”. También el ministro italiano de Transición Ecológica, Roberto Cingolani, se ha mostrado contrario a demonizarla.
La propuesta lanzada por la CE plantea otorgar la etiqueta de “verde” a aquellos proyectos que contribuyan a la descarbonización y emitan hasta 270 gramos de CO2 por kv/h. Al menos así lo detalla el borrador consultado por Bloomberg. En el caso de la energía nuclear, los proyectos podrían considerarse “sostenibles” siempre que las nuevas centrales obtengan los permisos antes de 2045 y cumplan ciertos requisitos. “La comisión considera que el gas natural y la nuclear pueden cumplir una función para facilitar la transición hacia un futuro basado predominantemente en las renovables”.
De lograr el respaldo necesario y salir adelante la propuesta de la CE, habría proyectos basados en el gas natural y la energía nuclear susceptibles de recibir inversiones “verdes”. Para lograrlo, eso sí, deberán cumplir una serie de requisitos: disponer de un plan, fondos y un espacio para la eliminación de desechos radiactivos de manera segura. Para que se las puedan considerar ecológicas, las nuevas plantas también deberán ajustarse a un calendario: su permiso de construcción deberá expedirse a lo largo de las dos próximas décadas, antes de 2045.
Las inversiones destinadas a plantas de energía de gas se considerarían “ecológicas” siempre y cuando se ajusten a la pauta de que sus emisiones sean inferiores a 270 g de CO2 equivalente por kilovatio hora (kWh) y una serie de criterios: reemplazar una planta de combustibles fósiles más contaminante y recibir un permiso de construcción que, en su caso, deberá ser anterior a finales de 2030. Al igual que la energía nuclear, se consideraría una actividad “de transición”.
Hace diez meses, en de abril de 2021, la CE aplicó ya algunas modificaciones al reglamento de la UE que establece una clasificación en materia climática y los criterios de financiación. Entonces las autoridades optaron por excluir de la lista tanto el gas como la energía nuclear. Su nueva decisión, desvelada in extremis, al filo de 2022, llega tras un intenso debate en Europa marcado tanto por los detractores de ambas energías como por estados partidarios de incluirlas en la clasificación.
Imágenes | Gretchen Mahan (Flickr) y Jeanne Menjoulet (Flickr)
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