El gas se ha convertido en un arma económica. Europa lo necesita y Rusia lo vende, pero el resto de potencias también tiene mucho que decir. Estados Unidos y Qatar se han hecho de oro con esta crisis, pero hay otro protagonista de gran peso que puede cambiar el panorama de cara a los próximos meses.
China empieza a vender gas al resto. La situación del gigante asiático ha cambiado. Sigue siendo un mercado con un enorme consumo, pero la demanda ha caído debido a su política estricta con la Covid. Esto contrasta con una Europa que ya empieza a dejar atrás la pandemia.
Según describe Bloomberg, las empresas energéticas chinas han empezado a ofrecer gas natural licuado a terceros países, entre ellos cargueros hacia Australia y hacia empresas estadounidenses, que posteriormente han acabado en Europa.
Un fuerte contrapeso a los altos precios. China ha pasado de ser el mayor comprador de gas a que su demanda interna caiga un 20%. No tendría tanto impacto si hubiera coincidido en el tiempo cuando el resto de países también estaban confinados, pero ahora mientras unos requieren de más energía, China no tiene tanta actividad.
El hecho que China esté vendiendo gas ayudará a moderar la escalada de precios, al menos hasta finales de año, cuando las autoridades chinas esperan realizar fuertes estímulos a su economía para relanzar el país. En esta "carrera" entre la reactivación de la demanda china y el acceso al gas por parte de Rusia está gran parte de las preocupaciones de Europa respecto al precio del gas.
La mano de Putin sigue detrás del mercado del gas. China vende gas (GNL), pero también lo está recibiendo (vía gasoducto) en grandes cantidades de Rusia. Putin ha anunciado que empezará a vender gas en rublos en vez de en euros y que potenciará su enlace con China con el futuro gasoducto Power of Siberia 2. Una estrategia que contrasta con el cierre del Nord Stream 1.
Se mueve más dinero que nunca. Sea a través de China, a través de sus exportaciones de GNL a España o gestionando los envíos directos a Europa, lo cierto es que Rusia ha conseguido que el gas fluya y pueda tener beneficios récord con la venta de gas. Hasta 154.000 millones de euros desde el inicio de la invasión de Ucrania, según el centro de estudios CREA. Considerablemente más que los casi 100.000 millones que estaría costado la guerra de Ucrania, entre el propio conflicto y el impacto de las sanciones.
Gas ruso disfrazado. Europa quiere evitar la compra de gas ruso, pero ha acabado adquiriéndolo por otras vías. De hecho, el añadir intermediarios también ha colaborado en que el precio que se está pagando acabe siendo mayor. No hay una solución fácil, pero sí es relevante observar las necesidades de cada país.
Europa ha necesitado gas este verano por la alta actividad y la fuerte ola de calor. Veremos qué ocurre a final de año. Quizás sea un invierno suave y China esté en plena recuperación. O quizás lo contrario. En función de ello la crisis del gas tirará hacia un lado u otro.
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