Europa tendrá energía este invierno. A cambio, ya estamos provocando apagones masivos en Bangladesh

Enrique Pérez

Editor Senior - Tech

Editor especializado en tecnología de consumo y sociedad de la información. Estudié física, pero desde hace más de diez años me dedico a escribir sobre tecnología, imagen y sonido, economía digital, legislación y protección de datos. Interesado en aquellos proyectos que buscan mejorar la sociedad y democratizar el acceso a la tecnología. LinkedIn

Ha sido uno de los mayores apagones de la historia. Bangladesh se ha quedado sin luz en casi todo el país, afectando a unas 100 millones de personas. Todavía no están claras las causas, pero sí hay un factor determinante que ha contribuido a que no dispongan de mecanismos de emergencia: el desorbitado precio de la energía. Europa sufre las consecuencias de la guerra de Ucrania y se prepara para el invierno, pero ya hay países en otras partes del mundo que se están viendo mucho más afectadas.

Falta gas para Bangladesh. El país asiático obtiene aproximadamente el 75% de su energía del gas natural importado, pero debido a los problemas y el elevado precio del gas, durante este 2022 se han enfrentado a numerosos cortes de suministro. En el momento en que la demanda de energía es muy alta, la inestabilidad de su sistema energético se deja notar y la solución pasa por los apagones.

La decisión del Gobierno del país ha sido reducir gastos, después de que el año pasado tuvieran un importante déficit. Debido a los altos precios, se han realizado racionamientos. Según datos del propio gobierno, más de un tercio de las 77 unidades de gas han tenido escasez de combustible.

Los cortes se producen cuando hay cambios inesperados. Si la demanda se espera que sea alta, al país no le queda otra que intentar comprar más energía. Sin embargo, estas predicciones no siempre se cumplen. Y aquí es donde aparecen los cortes de suministros. En el caso del reciente corte que ha afectado a más del 80% del país, se tuvo un incremento de más del 3% sobre el previsto, que eran 13.800 MW.

No había energía para todo el mundo en ese momento, ya que la previsión era más baja. Hay que recordar que el sistema eléctrico funciona bajo demanda. Es decir, los países no trabajan con excedentes sino que tienen tanta energía como la que piensan que van a necesitar.

Esto no pasará aquí. La diferencia entre Bangladesh y Europa es enorme. La capacidad de resistencia del sistema eléctrico europeo es mucho más alta. Aunque Rusia corte todo el gas, Europa ha ido incrementando sus reservas y tiene suficiente incluso para resistir un invierno muy duro.

Mientras que los hogares de Bangladesh se han quedado sin luz, en Europa los hogares parecen tener asegurada el suministro general. Dentro de la Comisión Europea únicamente se ha hablado de racionamiento y como mucho parones parciales en industrias con un alto volumen de consumo.

Pakistán, India o Filipinas están igual. El problema con la energía no es único de Bangladesh. Otras economías asiáticas tienen una situación similar. El gas natural licuado viaja hacia España y Europa, pero no lo hace a los países que técnicamente son más cercanos. Es cuestión de fuerza. Europa tiene los recursos y contactos necesarios para estar en el primer orden de la cola para recibir el gas, mientras que estas economías ven como sus peticiones de acceso al gas no son escuchadas.

En una economía donde el gas está tan solicitado, Europa está consiguiendo atraer GNL de China y EEUU gracias a que paga más y llega a acuerdos bilaterales. Pero en medio están el resto de mercados, que ven como para los próximos tres años hay muy poco GNL disponible para adquirir.

Europa se preocupa, el resto sufre. Europa está dispuesta a pagar precios altísimos para conseguir gas, pero si para nosotros es un incremento importante en nuestras arcas, paro otras economías es directamente un disparate. La solución pasa por no comprarlo tan alto. El problema es que a los vendedores de China les sale más a cuenta venderlo a Europa, aunque tengan que enviarlo más lejos, que hacerlo con sus compradores tradicionales.

Europa ha generado una asimetría. Está dispuesta a pagar un precio altísimo por seguir manteniendo el ritmo. Y con esto está provocando graves problemas de suministro a otros.

Imagen | Laurence Cymet

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