La Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA por su sigla en inglés) no se entretiene con rodeos: la central nuclear de Zaporiyia vuelve a estar seriamente amenazada debido al recrudecimiento de los combates entre los ejércitos ucraniano y ruso en sus inmediaciones. Esta planta de energía eléctrica ubicada en el sureste de Ucrania, la mayor de las cuatro con las que cuenta este país, aglutina nada menos que seis reactores con una potencia conjunta de unos 5.700 MW.
De hecho, su capacidad de generación de electricidad la posiciona como la mayor central nuclear de Europa y la tercera más grande del planeta solo por detrás de las plantas de Kashiwazaki-Kariwa, en Japón, y Bruce, en Canadá. La amenaza se cernió sobre Zaporiyia pocos días después de que el ejército ruso se adentrase en suelo ucraniano, y desde entonces nunca ha estado fuera de peligro. Aun así, la IAEA asegura que la proximidad de los combates ha incrementado drásticamente la probabilidad de que termine produciéndose un accidente nuclear.
Rusia se hizo con el control de esta instalación nuclear a principios de marzo de 2022, por lo que desde entonces de su gestión se encarga Rosatom, que es una gigantesca empresa pública rusa especializada en energía nuclear y uno de los principales proveedores de uranio y elementos combustibles de Europa. Lo que propone la IAEA es, sencillamente, establecer con urgencia una zona de seguridad en torno a la planta nuclear que evite que resulte dañada por las acciones bélicas que están llevando a cabo los ejércitos ruso y ucraniano.
Las medidas de seguridad son muy estrictas, pero los riesgos son reales
Las centrales nucleares de todo el planeta que se mantienen en operación se han reforzado mucho durante las últimas cuatro décadas, especialmente gracias a lo aprendido después de los accidentes de Chernóbil y Fukushima. Antes de seguir adelante es importante que recordemos que una de estas plantas no puede explotar como lo haría una bomba atómica. Y no puede hacerlo debido a que la proporción de uranio enriquecido que contiene su combustible oscila entre el 3 y el 5%, mientras que algunas bombas atómicas aglutinan alrededor de un 90% de material fisionable.
Esto significa que como mucho solo el 5% de la masa total de uranio es el isótopo uranio-235 (que es el «fácilmente» fisionable), mientras que el resto es mayoritariamente uranio-238. Puede parecer que hay muy poco uranio-235 frente a la masa total de uranio, pero en realidad esta cantidad es suficiente para sostener la reacción de fisión nuclear que requiere una planta de energía eléctrica. Además, cada uno de los seis reactores de la planta de Zaporiyia, al igual que las demás instalaciones nucleares en operación, está protegido por un recinto de contención.
Este edificio es una estructura de hormigón estanca que está diseñada para mantener completamente aislado el circuito primario de refrigeración del entorno. De hecho, este armazón está diseñado para no verse degradado por la dilatación, para soportar la energía de un terremoto, e, incluso, para resistir colisiones muy importantes, como, por ejemplo, el impacto de un avión. No obstante, además de proteger el reactor nuclear de agresiones externas se responsabiliza de evitar que el material radiactivo alojado en el circuito primario quede expuesto y entre en contacto con la atmósfera.
En el párrafo anterior hemos mencionado dos veces el circuito primario, así que es importante que repasemos brevemente en qué consiste. Este circuito está constituido por la vasija, que es el depósito que contiene las barras de combustible y el agua que debe permanecer en contacto con ellas para absorber su energía térmica; por el intercambiador de calor, que es un segundo depósito al que va a parar el agua caliente procedente de la vasija; y por una bomba que facilita la circulación del agua entre la vasija y el intercambiador de calor.
El agua que contiene este circuito está contaminada debido a que está en contacto directo con las barras de combustible, por lo que debe ser cerrado. No obstante, las centrales nucleares también tienen un circuito secundario y un circuito de refrigeración que se responsabilizan de mantener las barras de combustible permanentemente dentro del rango de temperaturas de operación óptimo. Buena parte de los sistemas de seguridad de las centrales nucleares están duplicados, y, además, existen equipos portátiles que permiten realizar todas las funciones desde fuera sin depender de alimentación eléctrica exterior.
Además, los operadores nucleares está instruidos para resolver situaciones límite y minimizar los daños incluso cuando se produce un accidente imprevisible. ¿Significa todo esto que es imposible dañar una central nuclear? No, en absoluto. Significa que las medidas de seguridad a las que están sometidas son muy estrictas, pero una agresión externa de naturaleza bélica puede dañar seriamente un reactor nuclear.
Lo peor que podría suceder es que dañase el recinto de contención (algo que no es nada fácil conseguir) y los sistemas de refrigeración, provocando, quizá, la fusión del núcleo del reactor. Nadie debería comprometer una central nuclear de esta forma. Confiemos en que nada de esto suceda ni en Zaporiyia ni en ninguna otra planta de energía nuclear.
Imagen de portada: DPA Germany
Más información: NucNet
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