La forma más efectiva de aislar tu casa durante el invierno sin necesidad de hacer una reforma

Un buen aislamiento doméstico es clave para mantener nuestros hogares al resguardo del frío en invierno (y del calor en verano). Sin embargo las soluciones suelen implicar obras en casa que no están al alcance de todo el mundo, ya sea por problemas de presupuesto o porque se habita una vivienda de alquiler. Por fortuna tenemos a nuestra disposición una serie de trucos y estrategias que nos permiten aislarnos del frío cuando éste nos viene encima.

Un buen punto de partida a la hora de afrontar un problema es identificarlo. Y en este caso algo que podemos identificar con relativa facilidad son las aberturas por las que pueden aparecer corrientes que se lleven consigo el calor de nuestro hogar.

Estas aberturas pueden ir de las más evidentes, como chimeneas, a otras más difíciles de percibir, como los espacios entre las puertas y sus marcos. Tapar estos orificios puede resultar relativamente sencillo, basta con colocar una toalla en las puertas de nuestras viviendas más susceptibles a perder calor, aunque existen numerosos tipos de burletes para un resultado más práctico.

Pero no todo el calor escapa por agujeros al exterior. El calor también se irradia a través de paredes y puertas y, sobre todo, ventanas. Hoy por hoy existen numerosas ventanas específicamente diseñadas para mantener las temperaturas controladas pero en esta labor tenemos otros elementos que nos pueden ayudar: contraventanas, persianas y cortinas reducirán la cantidad de calor que perdemos a través de nuestras ventanas.

Durante las noches debemos cerrar las ventanas en la medida de lo posible, aunque en el día dejar entrar la luz es también importante. La luz solar, incluso la tenue luz invernal, puede ayudarnos a aumentar ligeramente la temperatura de nuestra vivienda.

El calor también puede escapar por las paredes. Si nuestras paredes no son suficientemente aislantes en sí mismas existen algunos recursos para reducir la pérdida de calor a través de ellas. Una de ellas implica echar mano del papel de aluminio (y no precisamente para colocarlo en nuestras cabezas).

Aunque el papel de aluminio que utilizamos en la cocina puede servirnos, existen opciones especializadas para su uso en edificios. Pueden ser especialmente útiles para colocarlos entre radiadores y paredes exteriores para hacer que la energía emanada de la estufa se “rebote” hacia el interior de nuestra casa.

Los suelos no son la zona por la que más calor se escapa de nuestra casa pero tenemos una forma bien sencilla de reducir la pérdida por ese lado: las alfombras. La pérdida de calor por los suelos del hogar puede rondar el 10% del total del calor que se escapa de nuestras viviendas (poco comparado con el 35% que puede perderse por las paredes por ejemplo, pero evitable).

La pérdida puede depender de varios factores como el material con el que esté hecho o el piso en el que nos encontremos. No se trata solo, además, del calor ambiental que se desprenda por ahí, sino también la sensación que nos transmita si caminamos descalzos o en calcetines por la casa.

Controlar el aire dentro de nuestros hogares también es importante. Cerrar las puertas de las estancias que estamos habitando en cada momento puede ayudarnos a mantener la temperatura controlada dentro de nuestro hogar, gastando menos energía en calentar el hogar y mejorando nuestro confort.

Eso sí, todos estos consejos no nos deben hacer olvidar que ventilar la casa adecuadamente es también importante en invierno. Generando corrientes de aire a lo largo de la vivienda podemos ventilar correctamente en unos diez minutos, evitando perder una cantidad excesiva de calor. Hacerlo durante las horas más cálidas del día también es una buena idea.

La última consideración a tener en cuenta es que el objetivo último de todo esto es mantenernos nosotros a resguardo del frío. Por eso es buena idea acompañar estas medidas con otras que nos permitan mantener nuestra temperatura corporal en un punto de confort. En este sentido, mantenernos activos o abrigarnos pueden ser estrategias que nos ayuden a pasar el invierno sin pasar demasiado frío y sin dejar nuestro presupuesto en gasto energético.

Imagen | Amin Hasani

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