Hace casi cuatro años se produjo uno de los mayores accidentes nucleares del mundo: Fukushima. Un desastre enorme que ha servido también como una oportunidad para replantearse cómo actuar en situaciones de emergencia y buscar la forma más eficiente de gestionar los recursos. Uno de los problemas que tuvieron que afrontar fue la dependencia de la red eléctrica.
Una de las afectadas fue una planta de Toyota en Miyagi que, en su día, dependía completamente de Tohoku Electric Power. Tras Fukushima estuvieron dos semanas sin electricidad debido al accidente. Esa dependencia hizo que se replantearan el modelo y llegaron a una solución: la generación distribuida. Es decir, que la red de distribución esté cerca de los puntos cercanos de consumo creando así microredes.
Cuando lo "inteligente" significa eficiente
Este sistema no es nuevo y en Japón ya se utilizaba en zonas residenciales y profesionales pero haciendo un énfasis en la eficiencia energética. Fukushima provocó un cambio de rumbo y se empezaron a hacerse esfuerzos para generar la energía que se consumía y tener así diferentes fuentes eléctricas a las que recurrir en caso de desastre.
Dos años más tarde del accidente, Toyota presentó F-Grid. Una red pequeña que era capaz de abastecer a siete fábricas, la mayoría de este fabricante de automóviles. Esta planta era capaz de producir 7.800 kilovatios por gas natural y 740 a través de paneles solares. Un dato curioso es que se utilizan conjuntos de baterías de Prius viejos para almacenar energía y utilizarlas si la red falla.
No fueron los únicos, Honda y Toshiba también hicieron lo propio con el apoyo de una de las principales constructoras del país, Sekisui House, pero manteniendo el foco en la gestión de la energía. En Saitama construyeron algunas casas con sistemas de autoabastecimiento energético, coches eléctricos y paneles de energía solar.
Mientras en occidente entendemos, por lo general, el concepto de inteligente como un dispositivo capaz de conectarse con otro, en Japón este término empieza a girar alrededor de la eficiencia energética.
Kashiwanoha es un proyecto de ciudad inteligente a las afueras de Tokyo. Allí, empresas como Hitachi y Sharp en colaboración con un par de universidades de la zona están desarrollando prototipo de hogares autosuficientes: baños comunes alimentados por biogas producido por restos de comida, baterías de ion litio capaces de almacenar 3.800 kilovatios hora o paneles solares en los techos para usar energía y luego conectarse a la red eléctrica por la noche, cuando las tarifas son más asequibles.
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