Ayer, la Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunció que el Gobierno suprimirá el impuesto a la generación eléctrica para tratar de abaratar el recibo de la luz. El nuevo ejecutivo se había comprometido a poner en marcha medidas que contuvieran la escalada de precios de la electricidad y por lo que parece ha empezado por los impuestos.
Pero, aunque con los precios por las nubes esta es la medida que se ha llevado toda la atención, es un cambio muy sutil, casi cosmético. Lo importante vino después: el Gobierno quiere cerrar un nuevo modelo para el mercado de la electricidad antes de fin de año. Esa es la partida de fondo.
La primera medida: En comisión parlamentaria, la ministra ha explicado que “la suspensión del impuesto del 7% a la generación, es la medida más adecuada y acertada para que el Gobierno mande una señal: no puede ser el ciudadano el que afronte las turbulencias del cambio. Esto se reflejará inmediatamente en la factura”. Sin embargo, a nadie se le escapa de que se trata de una medida con un impacto muy pequeño.
Una 'señal' más que una 'solución'. Aunque el impuesto es del 7%, su supresión supondrá solo un ahorro de alrededor del 2,5% para particulares y del 5% para grandes consumidores industriales. A nivel práctico esto se traducirá en un ahorro de unos pocos (muy pocos) euros al mes.
El "plan de choque" del Gobierno: Además de la supresión del impuesto, la ministra ha anunciado la supresión del impuesto al sol, dar continuidad al sistema de 'bono social eléctrico' que acababa en octubre y la aplicación de medidas para dotar a los consumidores de "mayor flexibilidad" en cuanto a la potencia contratada. falta ver la letra pequeña de este plan de choque y su capacidad real para frenar el alza de precios.
La supresión del impuesto al sol es un buen ejemplo de las dudas que genera el 'plan de choque' del Gobierno. Actualmente, el llamado impuesto al sol no tiene desarrollo reglamentario; es decir, no existe a nivel práctico. Su función parecía ser la de ordenar los incentivos del mercado para contener la proliferación de autoconsumo eléctrico. Por ello, con la previsible cercanía de elecciones, lo previsible es que su supresión efectiva no se traduzca en inversiones reales a corto plazo.
Una "profunda reforma". Y, por eso también, lo realmente crucial es el compromiso de tener, para final de año, un nuevo modelo de mercado eléctrico que suponga una " profunda reforma estructural" del sector. La reforma tendrá tres grandes patas: el mercado mayorista, la fiscalidad y la cuestión del almacenamiento.
Aunque aún faltan muchos detalles, Ribera señaló que su principal inquietud es el lastre para la competitividad de las empresas el sistema de subasta. El mecanismo actual acaba repercutiendo la brecha entre el costo de producción y el precio final directamente en las familias.
El cascabel y el gato. la subida continuada de los precios de la luz a puesto en evidencia que la reforma del mercado eléctrico es urgente. pero también ha puesto en evidencia que nadie sabe cómo sacar adelante una propuesta que nos aleje de la "improvisación y los parches incompatibles con los objetivos de descarbonización a medio plazo". Esperaremos, como agua de mayo, la propuesta del Gobierno.
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