No, el tratar de ser respetuoso con el medio ambiente no es nada barato, y a pesar de que el concepto de "turismo sostenible" sigue en aumento, la realidad es que pocas personas se pueden dar el lujo de pagar una experiencia donde no se afecte de alguna manera a nuestro planeta. Y para muestra, una isla.
Kudadoo Maldives es una isla privada ubicada en Lhaviani, Maldivas, donde se ha construido un hotel resort que se distingue por tener un gran techo fotovoltaico, precisamente buscando atraer a todos esos clientes que buscan destinos sostenibles y amigables con el ecosistema.
Kudadoo Maldives
La firma de arquitectura neoyorquina Yuji Yamazaki Architecture (YYA) es la responsable de este impresionante desarrollo, donde nos aseguran que todo se maneja desde un enfoque sostenible, que va desde el consumo de energía renovable, reciclaje y comida, hasta el diseño pensado para aprovechar las corrientes de aire y la luz natural.
Maldivas se caracteriza por emplear un buen porcentaje de energía solar en sus diversos desarrollos, pero la gran mayoría de los paneles solares suelen estar ocultos, apartados de la vista de los turistas y habitantes de la región. Ante esto, YYA quiso cambiar esto y aprovechar el uso de paneles al integrarlos al diseño del resort.
Según explican, el diseño geométrico del edificio principal fue creado para minimizar el consumo eléctrico, ya que los huecos entre los paneles permiten el paso de la luz solar, lo que hace que durante el día no se necesite luz artificial para iluminar las diversas zonas.
Este sistema de paneles proporcionaría hasta 320 kW de energía, más que suficientes para alimentar sus tres hectáreas de superficie. Por lo anterior, la isla no necesita, y no tiene instalado, otro sistema de energía, vamos, afirman que ni siquiera están conectados a la red eléctrica. Gracias a este sistema y su ahorro energético, sus creadores aseguran que el gasto inicial que se empleó para instalar el sistema solar completo se recuperará en tan sólo en cinco años.
Como mencionaba, todo el enfoque del resort es sostenible, por lo que su construcción se basó en materiales que no afectasen al medio ambiente, como madera de bosques certificados en Canadá, Nueva Zelanda e Indonesia, mientras que los balcones de cada villa fueron diseñados de tal manera que puedan recibir al menos cinco horas de sombra al día.
El hotel consta de varias villas ubicadas sobre lagunas de arena, donde se puede elegir entre uno o dos habitaciones. Cada villa cuenta con toda una planta abierta con cama king-size, un amplio salón, baño al aire libre, muebles hechos a mano, pisos de roble de Tasmania, "sistema de enfriamiento ecológico", gran terraza exterior privada con vista al mar, piscina privada de formato "infinito" y hasta su propio mayordomo personal.
Todo el resort cuenta con sistemas de reciclaje tanto de desechos como de agua, Y para aquellos que deseen convivir con el resto de los huéspedes, el edificio principal cuenta con su propia piscina, terraza al aire libre, restaurante y bar. Una vez estando ahí, se podrá elegir tener una cena privada en la villa o bien, reservar una mesa en el restaurante instalado debajo del agua.
Como ya habíamos mencionado, esta experiencia no será barata, ya que sus precios arrancan en los 4.000 dólares por noche y sin impuestos. Además de que se tiene que reservar lo antes posible ya que la demanda a día de hoy es alta, de hecho se dice que todo 2019 ya está reservado.
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