España se ha lanzado a la carrera de las renovables a lo grande, priorizando este modelo de energía limpia como pilar indispensable de su programa ecológico. En los últimos años, el Gobierno ha dado luz verde a centenas de proyectos de plantas fotovoltaicas y eólicas con el objetivo de sobrepasar el umbral de sostenibilidad de cara a 2030. Y el plan tiene bastante sentido: la posición geoestratégica de España y su clima soleado hacen que el país tenga mucho potencial energético.
Eso ha hecho que la España Vaciada se llene poco a poco de granjas solares de todo tipo, algo que representa un dilema para agricultores y propietarios de tierras en el mundo rural español. Se ha llegado al punto de tener que elegir entre plantar trigo o paneles solares. Y lo segundo es mucho más rentable (y polémico).
Los proyectos. La Comunidad de León está viviendo el fenómeno de manera muy acentuada. Ayer se aprobaron en los boletines oficiales de la comunidad siete nuevos proyectos, algunos de enormes proporciones, de energía fotovoltaica en diferentes comarcas como el Bierzo, Maragatería, La Cepeda, Órbigo y suroeste de León. Para tener una idea de su dimensión, la suma de todo el territorio que se ocupará es de 825 hectáreas.
El más grande de ellos, el Maragato Solar 1, llega de la mano de la multinacional Statkraft y estará situado entre los municipios de Valderrey y Santiago Millas. Se trata de una instalación capaz de generar una potencia de 181 megavatios gracias a un total de 400.000 paneles que ocuparán sólo en este caso 286 hectáreas.
El drama de Burgos. En menos de un año se ha llevado a cabo la tramitación de más de veinte proyectos en la provincia, que alcanzan los 1.100 megavatios instalados y que ocuparán en torno a 2.200 hectáreas de suelo, muchas de ellas dedicadas al cultivo del cereal. Al igual que los parques eólicos, estos no se libran de las críticas. Si bien los primeros hacen posible que se sigan cultivando los campos bajo las aspas de los aerogeneradores, no es así bajo los paneles solares, donde ni crece la hierba ni podría pastar el ganado
Y luego está el problema del espacio. Un MW fotovoltaico se lleva por delante dos hectáreas de terreno. Tal y como se indica en este artículo de Diario de Burgos, sólo el complejo de parques solares de las zonas de La Bureba y el Valle de Tobalina, con 1,2 millones de placas destinadas a producir 595 MW, ocuparía en conjunto el triple de la superficie del embalse de Úzquiza o una sexta parte del pantano del Ebro.
La idea de "pantanos solares". Ante esta falta de espacio en el paisaje rural español, el Gobierno le ha echado el ojo a los embalses, superficies hídricas con suficiente espacio para almacenar cientos de paneles solares flotantes. Por eso, ha reformado la Ley de Aguas y prepara un real decreto que regule las concesiones de explotación y facilite la instalación de plantas solares flotantes en las aguas en hasta 106 embalses.
Eso quiere decir que en los próximos años, las eléctricas comenzarán a colocar sobre estas aguas instalaciones solares como la que ahora solo existen en la Sierra de Brava (Badajoz), donde Acciona tiene cinco bloques solares flotantes que aglutinan un total de 3.000 módulos. Una instalación que ocupa cerca de 12.000m2, aportando a la red una potencia de 1,125 MWp. De momento, el anexo del decreto contempla también tres en la cuenca del Duero, 19 en la del Ebro, 24 en la del Guadalquivir, 28 en la del Guadiana, cinco en la del Júcar, uno en la del Miño, cinco en la del Segura y 20 en la del Tajo.
¿Cómo funcionan? Muy similar a las instalaciones de tierra. En este caso, las placas fotovoltaicas están ancladas mediante cables de amarre al fondo del embalse o a la orilla con tal de evitar que naveguen libremente o se cambie su orientación, para conseguir la mayor cantidad de energía solar posible. Y esas placas están conectadas a un cable de corriente de la red eléctrica. Según algunos expertos, este modelo puede ayudar a la biodiversidad ya que la sombra que generan las placas disminuye la evaporación del agua, algo necesario en las zonas más calurosas donde los niveles de los embalses están disminuyendo.
La polémica. Sin embargo, en muchas zonas de la España rural, han comenzado a surgir movimientos en contra de este tipo de instalaciones por los posibles impactos que puedan tener. Critican que nadie les haya consultado antes de lanzar proyectos como tampoco les informaron décadas atrás para construir los mismos pantanos que inundaron valles y pueblos. Pero, sobre todo, se sienten víctimas de la creciente depredación del territorio y el paisaje, ya que esas infraestructuras amenazan los ecosistemas sociales vinculados al turismo rural, en deporte de aventura y la alimentación.
"Muchos alcaldes y alcaldesas se han puesto en contacto con nosotros, y vamos a dar apoyo a esos municipios en defensa de sus intereses", explicaba la secretaria general de Femembalses en este artículo de Público.
Falta de espacio. Finalmente, está el problema más grande: la gran cantidad de terreno necesario para albergar los paneles solares, algo de lo que se está tratando de ocupar el Gobierno. Si bien es cierto que muchas de las actividades que se desarrollan en los pantanos son de recreo, la superficie 'libre' en los pantanos deberá ser siempre igual o superior al 80% de su totalidad. Es decir, se estudiará la casuística de cada masa de agua para calcular la extensión explotable, que podrá ser de entre un 5% y un 20% del total de la superficie de estos espacios. Y no se podrán llevar a cabo en lagos o lagunas de origen natural.
Imágenes: Acciona | Iberdrola | Ayuntamiento de Mazarrón
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