Tal y como suena, en Reino Unido las emisiones de CO2 a la atmósfera están al mismo nivel que en 1894 tras caer un 6% con respecto al año pasado.
El abandono del carbón impulsado por una política medioambiental decidida ha conseguido algo que hasta hace un par de décadas era casi inimaginable. En el fondo, se trata de un dato anecdótico, pero que nos reafirma en que la transición energética es posible.
Vivir en el siglo XXI contaminando como en el siglo XIX
Usando los datos del Departamento de Negocios, Energía y Estrategia industrial, Carbon Brief ha estimado que, durante 2016, el Reino Unido emitió 381 millones de toneladas de dióxido de carbono. Esto, según podemos ver en la gráfica, sitúa al país en el nivel más bajo desde finales de siglo XIX. Sólo los conflictos laborales de 1921 y 1926 habían bajado más las emisiones.
Si lo comparamos con 1990, la fecha que se usa como referencia para calcular las reducciones de CO2, las emisiones británicas han caído un 36%.
A nadie se le escapa que la clave está en el abandono del carbón. El precio bajo del gas, los impuestos medioambientales (18 libras por tonelada métrica desde 2015) y la expansión imparable de las nuevas energías renovables han conseguido que el carbón caiga un 74% en la última década.
Tanto es así que el Gobierno británico anunció que cerraría la última planta de carbón en 2025, pero a este ritmo muy posiblemente acabe cerrando antes. No obstante, parece que estamos recortando emisiones por la parte más sencilla. Las dudas están sobre la mesa: ¿de dónde recortaremos emisiones una vez que jubilemos el carbón?
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