El hallazgo ha sido realizado por un equipo liderado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia
En la escala de los 100 años el metano tiene un potencial como gas de efecto invernadero 28 veces mayor que el del dióxido de carbono, según datos de la Comisión Europea. El metano es el segundo gas de efecto invernadero más importante y a pesar de ello, durante décadas, hemos estado pasando por alto parte de las emisiones del gas.
Hasta ahora.
La mayor fuga detectada. Un equipo internacional liderado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia ha detectado la mayor fuga de metano conocida hasta la fecha. La fuga se produjo en un pozo petrolífero en Kazajistán, en la costa del mar Caspio.
El segundo gas más relevante. La relevancia del hallazgo está en el impacto climático de este hidrocarburo. El metano genera un mayor efecto invernadero que el CO2 en la atmósfera, pero tarda menos en disiparse. Esto implica que su efecto a corto plazo sea mayor. Según datos de la Comisión Europea, en el plazo de los 20 años este gas resulta más de 80 veces más potente que el CO2.
Sin embargo, al igual que el CO2, el metano es parte importante de nuestro sistema energético. Concretamente por su uso como gas natural, gas compuesto en cercad de un 90% de metano. La Agencia Internacional de la Energía estima que en 2021 perdimos más de 260.000 millones de metros cúbicos de este gas, parte en las quemas, pero también en operaciones de ventilación y en fugas.
Buscando fugas. La monitorización de estas fugas se ha convertido en una importante arma en la lucha contra el cambio climático. En este contexto, el equipo liderado por el grupo LARS del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la UPV (IIAMA-UPV) realizó un análisis de la fuga del yacimiento petrolero ubicado en Asia central.
Descubrieron así que este accidente causó un incendio que alcanzó los 10 metros de altura y dejó un cráter de 15 metros de diámetro. La magnitud de este, explica el equipo, superó eventos similares como los sucedidos en Aliso Canyon en 2015, Ohio en 2018 y Luisiana en 2019.
“La fuga se inició el 9 de junio de 2023 y liberó aproximadamente 131000 toneladas de metano en la atmósfera durante los 205 días que duró el incidente. De hecho, para sellar el pozo se inyectaron miles de toneladas de agua y, finalmente, se logró detener el flujo de gas el 25 de diciembre de 2023 mediante la inyección de lodo de perforación”, explicaba en una nota de prensa Luis Guanter, quien encabeza los firmantes del estudio.
Combinando medidas. El estudio se basó en mediciones satelitales. El equipo combinó datos procedentes de misiones como TROPOMI, GHGSat, PRISMA, EnMAP y EMIT, así como los radiómetros multiespectrales de las misiones Sentinel-2 y Landsat. Los detalles del trabajo fueron publicados en la revista Environmental Science & Technology Letters. El estudio también fue debatido en la serie Research highlights de la revista Nature.
Satélites al rescate. Este tipo de mediciones está poniendo de relieve el peso de las fugas de metano y su impacto sobre el efecto invernadero en la atmósfera y, con ello, sobre el cambio climático. Los satélites nos están permitiendo conocer mejor la magnitud de este problema.
Tal es la importancia de este recurso, que desde este año contamos con un satélite dedicado en exclusiva a seguir la pista del metano en la atmósfera, MethaneSAT. El satélite fue puesto en órbita en marzo con el fin de medir este tipo de contaminación y detectar su origen.
Estas medidas se complementan con las extraídas por satélites operativos como los Sentinel del programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea, los GHGSat, o los GOSAT (Greenhouse Gases Observing Satellite) de JAXA, la agencia espacial japonesa.
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Imagen | Guanter, et al., 2024 / Ratfink1973
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