México optó por la “soberanía energética”, y ahora se ha encontrado con un problema de difícil solución

El país, ante una encrucijada: cómo abrazar la energía verde para potenciar un plan energético que no llega a la demanda, bajo el amparo de la "soberanía energética"

La historia comenzó el martes, pero viene de largo. Entonces, varias zonas de Mexico tuvieron apagones y corte de energía por la tarde y a la noche debido a la alta demanda por la ola de calor y la incapacidad de la red para hacer frente a ello. Ocurre que es la cuarta vez en 12 meses, y como veremos a continuación, los giros del gobierno y las promesas de estos últimos años no han dado con la solución. Esta es la radiografía de un problema que parece lejos de acabarse.

Qué se necesita para paliar los cortes. La respuesta corta pasa por más potencia energética, pero no es tan sencillo. A comienzos de año, el Gobierno lanzó un proyecto de viabilidad hacia una meta mixta entre tecnologías convencionales junto a limpias y renovables. De materializarse, se alcanzaría una capacidad adicional de 8.858 MW (el 2022 la energía eléctrica total generada fue de 340.713 GWh)  que evitarían en el corto plazo cortes de energía eléctrica. Un plan aún más ambicioso, donde las solares abarcarían el 37% de la aportación, cifra una futura capacidad neta instalada de generación eléctrica de nada menos que 157.098 MW en todo México.

¿El problema? El tiempo y que hablamos de promesas, no de hechos. El primer proyecto no estaría listo para antes de 2027, y el segundo y más ambicioso, se proyecta para 2037, en ambos casos parece demasiado tiempo para un problema que está ocurriendo ahora y cada vez con mayor asiduidad.

La reforma de 2014. La reforma fue un conjunto de cambios legislativos que buscaban modernizar y liberalizar el sector energético del país implementadas por el gobierno de Peña Nieto, un cambio de paradigma en la política energética, ya que históricamente había estado dominada por una empresa estatal, abriéndose ahora a la inversión privada, promoviendo la competencia, la eficiencia y la sustentabilidad ambiental.

Soberanía energética. Sin embargo, el gobierno de López Obrador dio un nuevo giro a los acontecimientos argumentando que el país no estaba listo para una transición verde y promoviendo la “soberanía energética”. Un ejemplo: a la empresa eléctrica nacional CFE (Comisión Federal Eléctrica) y a la petrolera estatal PEMEX se les ha otorgado más energía bajo la actual administración, dándoles prioridad sobre la red. Dicho de otra forma, la energía nuclear, gas fósil, petróleo e hidroeléctrica se despacha antes que las energías renovables, a pesar de que estas se producen a un coste menor.

De fondo, esa noción de soberanía energética de López Obrador basada en fortalecer el control estatal sobre los recursos energéticos del país y reducir la participación de empresas privadas en el sector, todo ello con el objetivo de proteger los intereses nacionales y promover el desarrollo económico interno.

Deficiencias desde 2021. Hace tres años hubo un apagón masivo en el norte de México que expuso los puntos flacos del sistema energético (dependencia de EEUU y carencias en producción e infraestructura nacionales). López Obrador aprovechó entonces para defender un nuevo modelo energético basado en la autosuficiencia sin dependencias exteriores. Hoy, cuatro años después, la realidad es que México está rezagada en la llamada transición energética. Las energías renovables, incluida la gran energía hidroeléctrica, representan sólo el 10 por ciento de la combinación eléctrica general del país.

Dependencia económica. Una de las principales razones de la lucha del país por la transición a la energía limpia es su gran dependencia de los ingresos generados por su industria petrolera. Esta dependencia no sólo ha desalentado las inversiones en energía renovable, sino que también ha hecho que el gobierno mexicano se muestre reacio a adoptar una transición energética limpia a gran escala por temor a una posible inestabilidad económica.

¿Y las inversiones privadas? Por un lado, dejar de lado las energías renovables tiene un impacto dramático en las empresas privadas que producen la mayor parte de la energía renovable y en la economía de México en su conjunto. El Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) de Estados Unidos estima que esta medida aumenta los costes generales de generación de energía entre un 32 y un 54%, y da como resultado un aumento del 35% de los cortes de energía por año.

Además, la otra cara de la moneda, en clave nacional, aparece con el frente popular que se ha generado en torno a esa “soberanía energética” de López Obrador, un caldo de cultivo donde se ve la inversión extranjera o privada como un saqueo.

Repercusión más profunda. El resultado de la situación energética no solo afecta al ciudadano de a pie, también al conjunto del país. La indefinición que parece haber marcado la hoja de ruta en los últimos años también incide en el mundo empresarial o a la misma salud financiera de la nación: empresas enfadadas y agencias de rating bajándole la nota a México.

Lo último. Esta mañana y tras los apagones ocurridos, habló Oscar Ocampo, experto en materia de energía del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), ofreciendo las claves del problema: una “desafortunada” combinación entre la onda de calor que atraviesa el país, la sequía, y la oferta del sistema eléctrico mexicano y su poco crecimiento a la par de la demanda. Además, señaló que las hidroeléctricas no pudieron mitigar el problema precisamente porque están al mínimo por la sequía.

Imagen | Luis Humberto Molinar, PXHere, PXHere

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