Un millón de kilómetros sin repostar: por qué nadie está haciendo coches de torio, el "combustible más potente"

  • Un gramo de torio equivaldría a la energía de 28.000 litros de gasolina, según uno de los impulsores del concepto

  • Laser Power Systems anunció en 2011 un sistema que podría instalarse bajo el capó, pero jamás lo hizo realidad

"Si tuvieras un coche propulsado por torio, nunca tendrías que repostar". Puede que te hayas cruzado con una afirmación como esta, casi siempre encabezada por la imagen del Cadillac World Thorium Fuel (WTF), un vehículo conceptual que ni era oficial, ni llegó a fabricarse.

El Cadillac World Thorium Fuel. Aunque suficientemente atractivo como para reaparecer recurrentemente en Internet hasta el día de hoy, el Cadillac WTF no es más que un concepto creado por el diseñador Loren Kulesus durante el centenario de Cadillac, hace ahora 15 años. Un diseño artístico sin ningún respaldo técnico que, a veces, se sigue compartiendo como un proyecto serio.

"Este vehículo está diseñado para durar 100 años sin una recarga", dice la descripción del coche conceptual. "El exceso de electricidad generada por su reactor de torio se puede devolver a la red eléctrica para abastecer al vecindario o cargar otros dispositivos eléctricos que utilicen baterías".

Cómo se supone que funciona. Si el corazón de un coche de hidrógeno es una pila de combustible que genera electricidad para alimentar los motores eléctricos de las ruedas, el corazón de un coche de torio es... un reactor nuclear a base de torio. El torio es un metal pesado ligeramente radiactivo con una alta densidad energética, lo que significa que una pequeña cantidad de torio puede almacenar una gran cantidad de energía.

La clave es que el torio es tres o cuatro veces más abundante que el uranio natural, del que se sacan los isótopos fisibles de los reactores nucleares, por lo que está más que estudiado como posible sustituto del uranio. A pesar de ello, solo China ha empezado a usarlo como combustible nuclear.

Laser Power Systems. Kulesus no es el único responsable de popularizar el concepto de un coche de torio. En 2011, una empresa estadounidense llamada Laser Power Systems anunció un sistema para impulsar vehículos eléctricos mediante láseres de torio.

La idea era dirigir el calor del torio hacia un depósito de agua con pulsos láser para formar vapor que, a su vez, se usaría para mover unas mini-turbinas. Estas mini-turbinas conectadas a un generador cargarían las baterías del coche con electricidad que luego se aprovecharía para alimentar los motores del vehículo.

Unas cifras impresionantes. Aunque nunca prosperó, el proyecto de Laser Power Systems dio a los medios algunas cifras que se repiten recurrentemente para mantener vivo el sueño de los coches de torio, el supuesto "combustible más potente del mundo":

  • Un gramo de torio equivaldría a la energía de 28.000 litros de gasolina
  • Ocho gramos permitirían recorrer más de un millón y medio de kilómetros

Laser Power Systems dejó caer también la idea de que un reactor de 250 KW pesaría solo 227 kg y podría instalarse fácilmente bajo el capó del coche. Por supuesto, iría dentro de una caja de acero inoxidable de 7,6 cm de grosor para bloquear la radiación emitida por el torio y sus isótopos, que dicho sea de paso no producirían residuos radiactivos tan peligrosos como los del uranio.

Todo fachada. La credibilidad de Laser Power Systems fue cuestionada por el historial dudoso de su CEO, Charles Stevens, y el hecho de que la empresa careciera de presencia real, más allá de una web que ha dejado de funcionar.

También sus cifras fueron puestas en duda: aunque el torio contiene una cantidad significativa de energía, la libera en un periodo extremadamente largo, por lo que la potencia disponible en un tiempo útil es insignificante.

Por qué no hay coches de torio. Para empezar, la industria del torio no está tan desarrollada ni establecida como la de otros metales pesados, y por supuesto está estrictamente controlada y regulada debido a sus propiedades radiactivas y su potencial uso en aplicaciones nucleares.

Si bien es cierto que el torio tiene el potencial de producir más energía por unidad de masa que los combustibles tradicionales, la implementación práctica del elemento radiactivo bajo el capó de un vehículo supone desafíos tecnológicos y de seguridad inimaginables.

Estamos hablando de miniaturizar un reactor nuclear o, en su defecto, las turbinas necesarias para generar electricidad con su calor. Por no mencionar el blindaje contra la radiación, que debería resistir a los golpes de un accidente de tráfico.

Una alternativa: la propulsión espacial. Las naves espaciales son por ahora una mejor opción para el torio. La NASA ha investigado conceptos de propulsión nuclear, tanto térmica como eléctrica, que podrían, en teoría, utilizar reacciones nucleares para generar empuje.

Sin embargo, estos estudios se centran predominantemente en sistemas basados ​​en uranio enriquecido, no en torio, y están destinados a misiones en el espacio profundo, y no a los cohetes, por cuestiones de seguridad.

Imagen | Loren Kulesus

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