Muchas alpacas y pocos vatios: la aventura de vivir desconectado de la red eléctrica en España

En The Good Life, comedia británica de gran éxito durante los años 70, se narran las alegrías y miserias de una familia que decide ser autosuficiente. Las viviendas off-the-grid también existen fuera de la televisión: no dependen de servicios públicos de agua o energía, sino que recurren a baterías, placas solares y generadores. En una sociedad tan dependiente de la tecnología, ¿cómo mantienen la cordura quienes son atraídos por este estilo de vida autónomo?

En 2008, Alan Parks y su pareja Lorna Penfold decidieron dejar su Reino Unido natal y mudarse a Andalucía. Un problema de salud hizo que ella tuviera que dejar su carrera como profesora de baile después de treinta años. “Queríamos un cambio de vida”, explica Alan a Xataka. Este cambio tomó la forma de una granja de alpacas.

Parks y Penfold encontraron en Montoro, un pequeño municipio de Córdoba, un “fantástico” viejo molino sin conexión a la red eléctrica, alimentado por paneles solares. El agua venía de una fuente cercana. Tras investigar un poco, Alan llegó a la conclusión de que podía dedicarse a la crianza de alpacas y convertirlo en su forma de vida.

El cambio no fue fácil. Montoro batió el récord histórico de temperatura más elevada del país el año pasado, con 47,3°C. “Tuvimos que adaptarnos a vivir en la parte más calurosa de España. Al estar fuera de la red no podemos tener aire acondicionado, aunque sí que tenemos ventiladores”, comenta Alan.

El aire acondicionado no es el único lujo del que tuvieron que prescindir. Útiles como secadores de pelo y hornos eléctricos superan la potencia del viejo molino, que ya había sido adaptado para ser independiente antes de que llegara Parks. Alan explica que el sistema consiste en ocho paneles solares colocados en el tejado: “Nosotros solo tuvimos que reemplazar las doce baterías tras diez años de vivir aquí. ¡No está nada mal!”.

Vivir de forma autosuficiente no implica regresar a la Edad Media. La granja de Alan cuenta con internet, televisión por satélite y lavadora. Pero hay que ser cuidadoso y optimizar el uso de la energía: evitar el modo standby, apagar todas las luces de la habitación al salir y apostar por electrodomésticos calificados A y luces LED son algunos de los trucos empleados por la pareja británica.

Alan y Lorna no son los únicos que han iniciado una odisea off-the-grid en nuestro país. Su compatriota Richard Voller se trasladó a Casinos (Valencia) hace un par de años: “Mi sueño era vivir en un clima soleado, en una casa sin red que fuera autónoma. Me gusta la aventura, España y la naturaleza, así que me pareció la opción correcta”. A día de hoy no se arrepiente de su decisión.

Alan Parks junto a dos de sus alpacas.

Para Voller, lo más difícil no es lidiar con paneles y baterías sino “cambiar completamente la mentalidad sobre el uso de la energía en casa". Por ejemplo, los hogares desconectados generan electricidad durante el día gracias al Sol y almacenan la sobrante en baterías para aguantar durante las horas sin luz. Esto obliga a modificar ciertos hábitos, comunes para el resto de los mortales.

“Si quieres cargar móviles, portátiles y otros dispositivos debes hacerlo durante el día”, advierte Voller. “Además, es esencial apagar todas las luces y desenchufar los aparatos eléctricos antes de irte a la cama, incluido el router”. Durante la noche, lo único que queda encendido en su casa es la nevera. Para mayor comodidad, el británico ha instalado un interruptor con el que apagar todo al mismo tiempo.

“Es fácil una vez que te acostumbras”, asegura. El problema del agua es algo más complicado que en la granja de Parks: “Recojo el agua cuando llueve, pero el resto del año me la reparten. Hay un tanque bajo la casa con capacidad para unos 10.000 litros, así que hay que tener cuidado de no malgastarla”. Nada de dejar el grifo abierto más de la cuenta o tirar de la cadena alegremente.

Cuatro paneles solares en el tejado, conectados a un conversor de potencia y a una enorme batería, nutren de electricidad a la casa. Su mantenimiento no es demasiado exigente: “Una vez al mes hay que comprobar que las pilas están cargadas con agua destilada, porque basta con que se seque una celda para que afecte a todo el sistema. Repararlo puede llevar una semana”.

Voller también vigila los niveles de energía de su hogar. “Tengo un lector en la cocina que compruebo cada día. Tras una jornada soleada está entre 24 y 29 unidades, pero si hay muchas nubes puede caer por debajo de las 20, lo que significa que tengo que usar el generador como apoyo”. Voller explica que vive en una zona muy ventosa, sobre todo en invierno, lo que ofrecería la posibilidad de usar también turbinas eólicas como complemento, aunque él se apaña con las placas solares gracias al clima soleado de la zona.

La guinda de la instalación la ponen unas bombonas de butano para calentar agua y cocinar, junto a una estufa de leña que sirve de calefacción y que también se puede utilizar para preparar comida.

La casa de Richard en Casinos

Desconectar un fin de semana

Los entrevistados para este artículo aseguran estar encantados con su forma de vida. “Te das cuenta de toda la energía que consumes, y eso es bueno. Además, cuando el sol brilla y carga mi casa, o llueve mucho y el tanque se llena, me siendo agradecido y conectado con la madre naturaleza”, dice Voller.

Parks y Penfold son tan felices con su granja autónoma que Alan no tiene dudas de que en el futuro más gente apostará por una vida más sostenible. Quizá por eso tanto ellos como Voller han decidido compartir su estilo de vida con el resto del mundo.

La granja de alpacas organiza visitas a familias que quieran experimentar cómo es vivir sin red eléctrica. “Una gran oportunidad de alejar a los niños de la Xbox o el iPad por un par de días y respirar aire fresco y conectar con la naturaleza”, aseguran en su página web. Los visitantes pueden pasear las alpacas y ayudar a recoger los huevos de las gallinas, pero deben ser conscientes de las limitaciones energéticas de una vivienda off-the-grid.

Voller aprovecha que vive en un área montañosa adorada por los escaladores, ciclistas y amantes del senderismo para ofrecer su alojamiento en AirBnb. Desde allí promociona su filosofía: "Cuando aprecias la vida simple, la vida se vuelve más sencilla y feliz. Una good life que puede ponerse de moda si atrae a quienes necesiten desconectar de la dependencia tecnológica actual. Sobre todo si solo dura un fin de semana.

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