Las renovables se están instalando a un ritmo cinco veces mayor que el de todas las demás fuentes combinadas
La energía solar ha pasado de considerarse cara a ser la más competitiva de todas las fuentes de energía
Aun habiendo pasado por un bache, la energía eólica va camino de duplicarse para 2030
La Revolución Industrial ha sido, durante siglos, el gran referente del cambio económico y tecnológico global. Pero hoy estamos viviendo una transformación mucho más rápida con la adopción masiva de energías renovables a escala mundial.
Cinco veces más rápido que cualquier otra fuente. En menos de dos décadas, la instalación de aerogeneradores y paneles solares ha crecido a un ritmo que supera cualquier otra transición energética en la historia de la humanidad.
Hoy, la energía eólica y solar se están instalando a un ritmo cinco veces mayor que el de todas las demás fuentes de electricidad combinadas. Tanto en proyectos industriales como a pequeña escala, por su menor coste.
Una escala sin precedentes. Según el informe más reciente de la Agencia Internacional de la Energía, la potencia instalada de paneles solares y turbinas eólicas ha superado las proyecciones más optimistas.
En 2023 se añadieron más de 560 gigavatios y, si persiste la tendencia actual, en 2030 podríamos llegar a instalar 940 GW anuales de nueva capacidad renovable, alcanzando una potencia combinada de 5.500 GW.
Al comparar la velocidad de este fenómeno con el desarrollo de la industria del carbón o de la energía nuclear, queda claro que el progreso de las renovables está ocurriendo a una escala y una rapidez sin precedentes.
China lidera, pero no está sola. El principal impulsor de esta expansión es China, que actualmente representa la mitad de todas las instalaciones de energía solar y eólica del mundo.
A lo largo de 2024, China instaló en torno a 260 GW de paneles solares, una cifra que rebasa la capacidad eléctrica total de muchos países medianos. Sin embargo, regiones como la Unión Europea, Estados Unidos, India y Latinoamérica se van consolidando como mercados muy dinámicos en el sector gracias a las metas climáticas y las políticas de incentivos.
De considerarse cara a ser la más competitiva. Hasta hace poco, la energía solar fotovoltaica se consideraba costosa y dependía de subsidios para ser viable, pero la tecnología se ha abaratado tanto (gracias a la enorme oferta de paneles solares, inversores y otros componentes) que ahora es la forma de generación de electricidad más económica en gran parte del planeta.
Aunque ahora algunas de sus empresas sufren los efectos de la sobreoferta, los avances en la industria china, que domina el 80% de la cadena de suministro, han permitido al país duplicar o incluso triplicar la capacidad de fabricación de módulos solares, lo que está ayudando al desplome de los precios.
El bache de la energía eólica. Aunque está volviendo a crecer, especialmente gracias al avance sostenido de la eólica marina, la industria de los aerogeneradores ha pasado por una desaceleración de dos años debido a las mayores dificultades para obtener permisos y su limitada competitividad frente al gas.
En muchos países, el desarrollo de la eólica depende de subastas públicas y permisos para la conexión a red, y los aerogeneradores cuentan con un mayor rechazo público por su impacto en el paisaje, aunque sean más eficientes que los paneles solares. A pesar de estos frenos, se prevé que en 2030 la capacidad eólica sea el doble o el triple que la actual.
La nuclear se queda estática. Mientras las energías renovables se multiplican año a año, la nuclear se ha mantenido casi estática. De hecho, en 2024 se instalaron 100 veces más megavatios de solar fotovoltaica que de energía nuclear a escala mundial.
No obstante, los avances en reactores modulares compactos y las intensas necesidades energéticas de los centros de datos usados para inteligencia artificial prometen revertir la tendencia de esta tecnología baja en emisiones.
El carbón y el gas en vías de extinción. En cuanto a los combustibles fósiles, la mayor competitividad de la eólica y la solar, unida a la expansión de baterías y otras formas de almacenamiento, están haciendo que las plantas de carbón y gas se usen menos horas al día y, en muchos mercados, sin capacidad de competir frente a los precios negativos de las horas con más sol o viento.
Las fuertes políticas climáticas y las mejoras tecnológicas han llevado a que cada vez más países limiten la construcción de centrales de carbón y gas. Y hoy, incluso sin subvenciones, la energía solar y la eólica son a menudo más baratas que las centrales térmicas nuevas.
Imagen | Collin Key (Flickr, CC BY-NC-SA 2.0)
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