En España la electricidad es cada vez más cara. Y no se trata sólo de un hecho puntual debido a una combinación de factores adversos, como una ola de frío y una sequía prolongada, sino que lleva subiendo de forma consistente los últimos 24 meses.
En 2017, el coste de la energía ha subido un 28% con respecto a 2016 (de 0,06 €/kWh a 0,077 €/kWh). Eso no quiere decir que la factura de la luz haya subido ese porcentaje, porque hay muchas partes fijas, como el término de potencia o el peaje de acceso (0,044 €/kWh), pero es más que suficiente para plantearse qué debe hacer España para tener una electricidad más barata.
Cómo se fija el precio de la electricidad en España
Antes de entrar en materia, conviene entender cómo se fija el precio de la electricidad en España a través del mercado mayorista.
Explicado de forma muy somera, es una subasta en la que cada empresa productora (centrales térmicas, hidroeléctricas, solares... ) ofrece electricidad al precio al que esté dispuesto a generarla para cada hora del día. Las comercializadoras eléctricas van comprando electricidad empezando por las más baratas hacia las más caras, y cuando se ha cubierto la demanda, ese es el precio al que se pagará toda la electricidad producida durante esa hora.
Este sistema tiene algunas ventajas. Por ejemplo, cuando la energía solar, eólica y nuclear, que son las que se subastan a precio cero porque no pueden regular su producción, cubren gran parte de la demanda, el precio es más bajo. En algunos países, incluso ha habido casos en que no se ha pagado nada por la electricidad en determinadas horas. Y es algo que ocurrirá con más frecuencia a medida que aumenten las energías renovables.
Sin embargo, no es un sistema perfecto ni mucho menos. Su mayor problema es que a menudo coincide una elevada demanda con una menor oferta de renovables. En un invierno seco como este, en el que las hidroeléctricas no pueden generar tanta electricidad y la solar se ve mermada por menos horas de luz y un sol menos intenso, los precios se disparan, ya que es necesario comprarle electricidad a las productoras más caras.
Otro punto importante es que el precio al que un productor puede sacar electricidad a subasta es libre (aunque hay un máximo) por lo que en un mercado con pocos actores, es fácil que los precios de subasta se fijen más en función de lo que hace la competencia que por el coste real de producir esa electricidad.
Por último, es un sistema que desincentiva la inversión en energías renovables. Como hemos visto, a medida que crezca su producción y su cuota de mercado, bajará el precio de la electricidad y, por ende, su rentabilidad.
¿Qué se puede hacer para mejorar el mercado eléctrico?
Como siempre, no hay una solución mágica a este asunto, porque hay muchos intereses en juego, pero sí se están poniendo en práctica medidas en otros países que pueden ayudar a paliar los problemas de un mercado eléctrico como el español.
Obviamente, también existen medidas más radicales, como podría ser nacionalizar toda la producción eléctrica o regular estrictamente el mercado, por ejemplo, fijando los precios a los que cada productor puede vender electricidad al mercado mayorista. Pero veamos las que son más viables dentro del marco económico y político actual.
Incentivar las energías renovables
Ya hemos visto que, cuanto mayor sea el parque de renovables, más fácil es que el precio de la electricidad sea menor. Así que incentivar las energías renovables es, además de bueno para el medio ambiente, rentable para la sociedad a largo plazo.
Conseguirlo no es muy complicado. En la reciente reforma eléctrica de Gran Bretaña, sin ir más lejos, se ha propuesto que las productoras de energías energías renovables puedan acogerse a un precio fijo acordado para la energía que producen. Por un lado, esto reduce el riesgo de la inversión, mejorando el coste de financiación de las nuevas plantas. Por el otro, evitamos pagar energía solar o eólica a precio de oro en los momentos de más demanda.
No es algo que no se haya hecho en España antes, donde vivimos en su momento un boom solar insostenible a largo plazo debido a que los precios garantizados eran desorbitados, pero ahora que la energías renovables han reducido drásticamente sus costes de instalación, equiparándose a los combustibles fósiles, se podría trabajar con precios más ajustados.
Tampoco habría que olvidarse de la energía solar fotovoltaica doméstica, que la legislación actual hace difícilmente rentable, y que podría ayudar a reducir la demanda del mercado.
Regular o reducir los precios de las energías más caras
Uno de los mayores problemas del mercado actual son los picos de demanda que hace que paguemos electricidad a precios altísimos. Para mitigar este problema, una posible solución es "subvencionar" aquellas plantas que sirven de respaldo al sistema y que siempre están disponibles, pero cuya puesta en funcionamiento supone un gran coste al sistema, debido precisamente a que deben amortizar la inversión y su mantenimiento vendiendo pocos MW al año.
De esta manera, asumiendo parte de los costes fijos, logramos reducir el precio al que se subasta la electricidad más cara y, por tanto, el precio al que pagamos toda la electricidad cuando estas plantas deben entrar en funcionamiento.
He usado comillas en "subvencionar" porque la solución es más bien asegurar a estas plantas un ingreso fijo anual como compensación a cambio de que su electricidad esté disponible cuando se demande.
Otra opción sería reducir el precio máximo al que las centrales pueden ofrecer energía, aunque eso podría ser contraproducente de cara a la inversión y el mantenimiento de centrales térmicas que aún son imprescindibles para el sistema.
Finalmente, también se puede incentivar a determinadas industrias a detener su actividad cuando la demanda sea muy elevada, evitando así que se dispare el precio en la subasta. De hecho, es algo que ya se hace actualmente, pero solo para asegurar la estabilidad de la red.
A largo plazo, invertir en almacenamiento de energía
Ahora que las energías renovables están empezando a ser más baratas que las energías fósiles, conviene empezar a pensar en qué podemos hacer para reducir la dependencia del sistema eléctrico en las centrales térmicas, que son las que encarecen el precio de la energía cuando entran en funcionamiento.
Ahora mismo son imprescindibles tanto para responder a picos de demanda como para ajustar la demanda en tiempo real, pero eso es algo que se podría mitigar sustancialmente a medida que los sistemas de almacenamiento de energía mejoren y, sobre todo, su precio se haga más competitivo.
Como ejemplo, según un análisis de la firma Lazard, una planta solar fotovoltaica tiene un coste nivelado medio de 49,5 $/MWh, que es sensiblemente menor que muchas térmicas de gas y carbón (entre 60 y 100 $/MWh). Sin embargo, una planta solar térmica con almacenamiento en torre, se dispara hasta los 140 $/MWh.
Sin embargo, los precios de los sistemas de almacenamiento, que incluye no solo baterías, sino también, por ejemplo, bombear agua a un depósito en alto para almacenar su energía potencial, deberían ir bajando los próximos años, permitiendo a las plantas de energías renovables poder ofrecer energía eléctrica cuando el mercado lo necesite.
Con estas medidas, se lograría suavizar los picos de demanda al tiempo que se incrementa el porcentaje de las energías renovables en el sistema, que son claves para una energía eléctrica más barata a largo plazo y, sobre todo, más sostenible.
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