El ahorro energético es una de las obsesiones que protagoniza cada comienzo del año con la llegada del frío invernal. Desde los medios se nos insiste mucho en mantener una temperatura de 18º en nuestras casas (cada grado puede suponer una variación del 7% en nuestro consumo eléctrico) pero hay ahorro más allá de esa máxima.
Apaga la calefacción. No todo el rato, claro, pero según los expertos, es mejor apagar la calefacción durante los periodos en los que no la necesitamos. Cuando no hay nadie en casa, por ejemplo, pero también mientras dormimos. Cuando estamos en la cama no solo estamos al amparo de mantas y edredones, nuestro propio cuerpo reduce su temperatura y nuestro umbral de confort térmico es menor.
Por las mañanas y cuando lleguemos a casa será necesario un gasto extra para recuperar la temperatura del hogar, pero lo ahorrado compensará. Para mantener cierto equilibrio (o protegernos ante bajadas muy repentinas de la temperatura en las noches podemos simplemente poner el termostato a baja temperatura.
Ventilando. Otra ocasión en la que deberemos apagar la calefacción será cuando ventilemos el hogar. Una correcta ventilación es siempre imprescindible. En invierno podemos aprovechar horas más cálidas del día y airear la casa durante menos tiempo (con 10 minutos pueden bastar). Para ventilar de manera rápida y eficiente es conveniente aprovechar las corrientes que se generan en nuestras casas.
Mantener control horario. Los termostatos y los programadores pueden ayudarnos a mantener el control de la temperatura de nuestro hogar, tanto si nuestro sistema es de gas como si es eléctrico. Estos mecanismos no hacen nada que no podamos hacer “manualmente”, pero nos permiten quitarnos la preocupación de encima y evitan olvidos. Según los datos de IDAE las válvulas termostáticas en radiadores y termostatos programables pueden suponer un ahorro de entre un 8 y un 13% de energía.
Tiempo y espacio. No todo es controlar los tiempos de la calefacción. El espacio también es importante. Un consejo habitual es el de apagar los radiadores de las estancias que no estemos utilizando. Especialmente en hogares con calefacción de gas esto puede ayudarnos a concentrar el calor es habitual que este se desaproveche en habitaciones vacías. Además de apagar los radiadores, cerrar las puertas de estas estancias también puede ayudarnos a manipular el calor dentro del hogar.
Esto nos lleva al segundo consejo en este sentido: el de aislar el calor lo mejor que podamos. Toda casa perderá calor en mayor o menor medida, pero hay algunas medidas que podemos tomar, como por ejemplo cerrar las persianas por las noches. Las persianas pueden ofrecernos un pequeño “extra” de aislamiento que ayudará a mantener la casa caldeada con menos consumo energético.
Prevenir para ahorrar. Una de las mejores medidas que podemos tomar para ahorrar en energía en la vivienda, tanto en invierno como en verano, es invertir en un buen aislamiento. Se trata de una inversión importante que no está al alcance de todo el mundo, especialmente de quienes viven de alquiler,
Otras soluciones más al alcance de todos que nos pueden ayudar a ahorrar algo al calentar nuestros hogares se basan en tener nuestros equipos a punto: purgar los radiadores, llevar al día el mantenimiento de nuestra caldera y, si es preciso, sustituir el equipo por uno más eficiente.
No todo es calefacción. Por último, puede recordarse que quien debe estar a una temperatura idónea no es nuestra casa sino nosotros. Por eso las estrategias para mantenernos a resguardo del frío también pasan por subir nuestra propia temperatura corporal. Para eso podemos recurrir a trucos como mantenernos activos y estrategias tan sencillas como vigilar la ropa que llevamos puesta, que no es tan sencillo como podría parecer.
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*Una versión anterior de este artículo se publicó en enero de 2023