Contra los pronósticos más optimistas, las turbinas eólicas están surgiendo como setas y el precio de la energía solar se sitúa ya en mínimos históricos. Sin embargo, cada vez más países que hasta ahora lideraban la transición energética están planeando frenar sus inversiones y proyectos.
Países como Alemania o China tienen tanta energía renovable que sencillamente no pueden manejarla. Vivimos tiempos extraños, unos tiempos en los que las energías renovables están a punto de morir de éxito.
Problemas en el paraíso (verde)
En 2011, Angela Merkel anunció que quería cerrar todos los reactores nucleares para el año 2022. Como suele ocurrir con estas cosas, las dudas empezaron a surgir con fuerza. Pero a día de hoy, los parques eólicos del norte generan tanta energía que pagar a las empresas para que apaguen sus turbinas se ha convertido en algo habitual.
Como es bien conocido, el mayor problema que tenemos con las energías renovables es que aún no podemos almacenar bien la electricidad. Por eso, en teoría, las granjas eólicas del norte de Alemania iban a nutrir los estados industriales del sur. Pero no ha sido así: la gran 'autopista energética' del país está parada por problemas políticos y, todo apunta a que, va a costar muchos millones más de lo previsto.
Por eso, Alemania está tomando medidas para frenar su transición energética hacia las renovables. Según filtró a principios de semana el Süddeutsche Zeitung, el gobierno alemán pretende reducir sus objetivos de creación de parques eólicos en el norte del país porque no saben qué hacer con la energía que producen. Y es que "no es fácil ser verde", decía The Economist hace unos años hablando precisamente de la Energiewende alemana.
Para que nos hagamos una idea: en 2015, el norte de Alemania produjo 4.100 gigavatios hora de más. Es decir, generaron un exceso equivalente a lo necesario para abastecer a 1.2 millones de hogares durante un año. Una descomunal cantidad de energía que se dejó perder porque no se podía llevar donde era necesaria. A esto, hemos de sumarle los casi mil millones de gastos de mantenimiento derivados del excesivo nivel de energía que tiene la red.
Pensar en el sistema en su conjunto
Países como India, Australia o China se están encontrando con el mismo problema. En China, sin ir más lejos, la red de turbinas eólicas tiene que permanecer apagada hasta un 15% del tiempo. Y, en muchas provincias, el crecimiento de la energía solar ha hecho que no se pueda consumir ni la mitad de lo que se produce.
Paradójicamente, la presión social para construir y desarrollar las energías renovables (la inversión en energía eólica, solar y térmica) están poniendo en peligro toda la red eléctrica. Y, de paso, están poniendo en evidencia la política energética de medio mundo. Sobre todo, los que se están haciendo 'renovables' sin pensar que ser verde es algo más que poner en marcha molinos y huertos solares.
En Texas, la infraestructura necesaria para llevar energía desde las zonas desérticas a las grandes ciudades del sureste ha costado 7 mil millones de dólares. Esta es una lección muy importante: la transición hacia economías basadas en energías renovables no se puede hacer si no pensamos en el sistema en su conjunto.
Es curioso que las principales iniciativas para recontruir la red y convertirla en un sistema inteligente vienen de la sociedad civil. Reforzar la red eléctrica no es sexy y los recursos necesarios para su renovación no suelen ser un tema importante en el debate público. Y eso es un problema. Al final, va a ser verdad que lo más importante es invisible a los ojos (y a las cámaras de los fotógrafos).
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