En 2012, Suecia y Noruega se fijaron el objetivo de aumentar la producción de energía renovable 28,4 tWh en ocho años. En ese momento, las cifras parecían una locura. Pero en 2017 ya se habían quedado pequeñas: Suecia decidió doblar la apuesta y añadir otros 18 tWh antes de 2030.
El problema es que, doce meses después, vuelven a estar en el punto de partida. El gobierno se ha visto "obligado" a fijar las "cero emisiones" antes de 2045 porque está a punto de alcanzar los objetivos actuales doce años antes de lo previsto. ¿Hay algo que aprender ahí?
Con la bajada de precios, no basta
Si todo va según lo previsto, la producción energética renovable de Suecia superará los objetivos de 2030 antes de final de año. ¿La clave? Según la Energimyndigheten (la agencia sueca de energía), esto se debe fundamentalmente por un incremento sin precedentes de las inversiones.
Sobre todo, privadas. Y quizás lo más interesante es cuándo y cómo se produjeron ese incremento de las inversiones: justo después de que el Gobierno tomara la decisión de los 18 tWh en 2017. La decisión gubernamental provocó un “fenómeno de arrastre" en el sector privado que ha acabado por constituir un récord de inversiones en las últimas décadas. El Foro Económico Mundial habla de 3.681 turbinas operando en el país antes de que acabe el año.
No hacía falta mucho más. Llevamos meses hablando sobre cómo los precios de los equipos de producción de energía se están desplomando por todo el mundo; es decir, un incremento de las inversiones en este contexto se traducía en un boom de la energía renovable como no se había visto hasta ahora.
A falta de examinar los datos con más detalle, los informes sugieren que el sector energético había permanecido relativamente aislado de las bajadas de precios hasta el cambio en los objetivos nacionales. Es interesante, como digo: el caso sueco nos puede ayudar a reflexionar sobre cómo, en determinados contextos, las decisiones del Gobierno y sus regulaciones pueden ayudar al ámbito privado a ser más eficiente. Hay que hacerlo con cuidado, claro. Pero, frente al cambio climático, lo vamos a necesitar.
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