«Actualmente en España estamos almacenando el combustible nuclear quemado de forma individualizada en cada una de las centrales nucleares. Esto requiere que los elementos combustibles gastados se saquen de la piscina, se introduzcan en unos contenedores especiales y se lleven a unas plataformas de almacenamiento».
«Nosotros siempre hemos pensado que es mejor tener un almacenamiento centralizado porque sería más barato y permitiría afrontar mejor la gestión de la seguridad, pero el almacenamiento distribuido sin duda es otra solución».
Ignacio Araluce, el presidente de Foro Nuclear y exdirector de la central nuclear de Almaraz, nos explicó durante la conversación que mantuvimos con él a finales de 2019 cuál es la estrategia que está utilizando actualmente España para lidiar con los residuos radiactivos generados por los reactores de fisión nuclear.
Su explicación nos invita a preguntarnos si esta solución no compromete la seguridad de las centrales nucleares dada la relativa proximidad del combustible gastado a los reactores que permanecen en operación, por lo que aprovechamos la ocasión para hacerle llegar nuestra inquietud. Su respuesta fue tranquilizadora:
«Esta es una solución muy extendida por todo el mundo. Los elementos combustibles se guardan en unos contenedores que son absolutamente estancos, en este caso fabricados en España por una empresa con una de las mejores tecnologías del mundo, y que, por tanto, vende a otros países. Están diseñados a prueba de cualquier terremoto, caída u otro accidente, y pueden aguantar millones de años. No tienen ningún impacto en la seguridad de la propia instalación nuclear».
Sin embargo, hay alternativas a este modelo de gestión de los residuos nucleares de alta actividad. Suecia y Finlandia han aprobado durante las últimas semanas la puesta en marcha de una solución final, y, según los expertos de estos países, segura, para el combustible nuclear gastado.
La estrategia por la que han optado estos países consiste en poner a punto un almacén geológico profundo que les permitirá confinar de una manera definitiva los residuos radiactivos de alta actividad y el combustible nuclear gastado.
Suecia y Finlandia, los primeros países en apostar por un almacén geológico profundo
La posibilidad de almacenar los residuos nucleares en este tipo de repositorios lleva en el punto de mira de los países que tienen centrales nucleares muchos años, pero los primeros en ejecutar esta estrategia van a ser estos dos países nórdicos. Y es que las empresas que se responsabilizarán de ponerlos en marcha ya han recibido la aprobación para su construcción.
En la práctica la puesta en marcha de depósitos geológicos profundos permitirá extraer el combustible quemado de las piscinas y las plataformas de almacenamiento en las que, como nos ha explicado Ignacio Araluce, se almacena provisionalmente hasta ahora. Su propósito es actuar como almacenes finales y seguros en los que los residuos nucleares puedan permanecer durante cientos, o, incluso, miles de años.
La decisión más delicada a la que se han enfrentado no solo Suecia y Finlandia, sino también todos los países que están barajando la puesta en marcha de este tipo de repositorios, es la elección de su ubicación. Y es que, como podemos intuir, es imprescindible que residan en emplazamientos muy estables desde un punto de vista geológico, y, por tanto, con una actividad sísmica muy reducida.
Finlandia ha invertido más de cuatro décadas en los análisis, los ensayos, las pruebas y los trabajos de investigación que ha debido acometer para dar con el emplazamiento más seguro para su almacén geológico profundo. Finalmente estará alojado en un lecho de roca a 500 metros de profundidad emplazado en la isla de Olkiluoto, en el margen oeste del país. Su construcción ya ha comenzado, y las autoridades finlandesas prevén ponerlo en marcha a mediados de esta década. Será el primero con estas características del mundo.
El almacén geológico profundo de Suecia estará ubicado en el municipio de Östhammar, en la costa este del país. Permitirá confinar 12 000 toneladas de combustible a una profundidad de 500 metros con el propósito de mantenerlo aislado de la biosfera, que es el entorno en el que desarrollamos nuestra vida y nuestras interacciones todos los seres vivos del planeta. Al fin y al cabo el propósito de estos almacenes es aislar los residuos nucleares en un emplazamiento seguro en el que no puedan representar un riesgo para los seres vivos ni siquiera a muy largo plazo.
De hecho, los estudios de seguridad que han llevado a cabo Finlandia y Suecia han previsto los cambios que puede experimentar el espacio físico en el que van a ser instalados sus depósitos geológicos profundos no solo debido al impacto de los terremotos; también han contemplado la posibilidad de que se produzcan nuevas eras glaciales en un marco temporal de hasta un millón de años. No cabe duda de que en este ámbito extremar las precauciones es siempre una buena idea.
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