La Administración de Energía de Taiwán prevé que la demanda energética aumente a una tasa anual promedio del 2,8% durante los próximos diez años. Este crecimiento, impulsado principalmente por el auge de la inteligencia artificial (IA), está llevando al país asiático a plantearse cambios significativos en su modelo energético. La energía nuclear, una fuente no renovable que está en proceso de ser retirada en Taiwán, vuelve a tomar protagonismo como una alternativa prometedora para satisfacer la creciente demanda provocada por la IA.
Indicios de un cambio de rumbo. En una reciente entrevista con Bloomberg, el primer ministro de Taiwán, Cho Jung-tai, señaló que está “muy abierto” a la energía nuclear. "Mientras haya un consenso dentro de Taiwán sobre la seguridad nuclear y una buena dirección y garantías para el manejo de los desechos nucleares, con este fuerte consenso, podemos tener una discusión pública", dijo el mandatario. El apoyo sobre el uso de reactores nucleares cayó en 2011, justo después de que Japón fuera golpeado por el terremoto que casó el accidente de Fukushima.
Cho no brindó demasiados detalles sobre su postura, pero señaló que espera que su país pueda ponerse al día “con las tendencias globales y nuevas tecnologías nucleares”. La mención de “nuevas tecnologías” no es un dato menor. De hecho, es un punto clave que puede favorecer el resurgimiento de la energía nuclear en la isla. Estamos presenciando en directo cómo los reactores nucleares evolucionan. Los SMR, como los que quieren utilizar Google y Amazon, prometen ser menos complejos, pero también más versátiles, eficientes y seguros.
Nación “no nuclear” para 2025. Entre 1977 y 1985, Taiwán había conseguido poner en funcionamiento seis reactores nucleares, pero las cosas cambiaron con el paso del tiempo. Este número no se incrementó, sino que fue reduciéndose gradualmente. Según la Comisión de Seguridad Nuclear, el país tenía en enero de este año tres centrales nucleares operadas por la empresa estatal Taipower. Dos de ellas, Chinshan y Kuosheng, se encontraban en su etapa de desmantelamiento, mientras que Maanshan seguía funcionando, pero tenía los días contados.
El gobierno ha estado desarrollando una política de eliminación gradual de energía nuclear con fecha límite para 2025. Pero todo esto se produce en un escenario que es bastante complejo. Por un lado, Taiwán está de camino a convertirse en el primer estado no nuclear de Asia Oriental, una decisión respaldada en cierto modo por referéndum celebrado en 2021 donde la mayoría de los votantes rechazó la posibilidad de reiniciar la construcción de los dos reactores avanzados que habían comenzado a construirse, pero cuyo proyecto fue suspendido.
Taiwán depende esencialmente de la energía importada. La isla importa alrededor del 97,73% de sus necesidades energéticas. El objetivo de desnuclearizarse llega acompañado de alcanzar un mix energético integrado por un 50% de gas natural licuado (GNL), un 27 por ciento del carbón y un 15 por ciento de energías renovables. Pero este plan también tiene desafíos, principalmente desde el punto de vista ambiental. Es un hecho de que se necesita más energía, pero también que los diferentes actores del país deben ayudar a reducir sus emisiones.
En este punto es donde entre en escena el auge de la IA, donde varios países compiten por liderar su desarrollo. Taiwán tiene un papel protagónico en este mundo. En la isla no se entrenan modelos de lenguaje grande como los de OpenAI, Microsoft o Google, pero sí se fabrican muchos de los chips de vanguardia necesarios para esta industria. Recordemos que estamos hablando del hogar de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), que tiene plantas de fabricación de chips para clientes como NVIDIA, AMD, Qualcomm, entre otros.
Imágenes | Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0) | Roméo A.
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