"La música no se lee, la música no tiene un significado abstracto, no se basa en símbolos, sino que va directa a tus emociones, te agarra de la piel y no te suelta sin necesidad de decirte nada". Creo que esta definición de Almudena M. Castro es una forma excelente de empezar el viaje de hoy. Un viaje que nos llevará a la intersección donde se cruzan la ciencia y el arte, la física y ese tipo específico de felicidad que solo puede dar la música.
En esta nueva entrega de Insert Coin, la sección donde buscamos a expertos y los exprimimos hasta sacarle todo su jugo, vamos a hablar de todo eso y, para ello, charlamos con Almudena M. Castro. Castro es física, licenciada en bellas artes, música, divulgadora y diseñadora de experiencia de usuario; pero, sobre todo, es una aventurera que lo mismo se va de viaje al Ártico como gana un concurso de la NASA.
¿Cómo es posible que unas simples ondas de presión en el aire sean capaces de hacernos llorar, reír o ponernos los pelos de punta?
Hoy por hoy, sabemos que la evolución es ciega, no tiene sentido. Si no fuera así, uno estaría tentado a decir que miles de años de evolución "han conspirado" para que una simple canción nos ponga la piel de gallina. Como dice Castro, "no habría nada que nos diera muchísimo placer o que nos produjese muchísima grima si no tuviese algún tipo de utilidad para la supervivencia".
Al fin y al cabo, toda la historia natural se ha desarrollado en un planeta como la Tierra, en la que la atmósfera ha llenado de sonidos el mundo físico y ha empujado a la evolución a buscar formas de conectar a los seres vivos con ese rico ambiente sensitivo. Precisamente por eso, la música es una de esas herramientas que nos ayudan a comprender que estamos conectados con la naturaleza, que no somos los únicos bichos que tienen ese tipo de sensaciones.
De hecho, como no podía ser de otra manera, nuestra relación con esta música está construída sobre una base evolutiva que puede explicar por qué Darth Vader habla como habla o por qué el Baby Shark suena como suena. En el programa repasamos con Castro la psicología, la física y la biología de las canciones, pero también la dimensión más cultural y artística. La que, como decíamos al principio, nos agarra de la piel y no nos suelta.
La ciencia es explorar
Entre otras muchas cosas, Almudena Castro participó en dos expediciones científicas del CSIC en calidad de divulgadora. La primera fue la expedición Malaspina (2010), un proyecto que siguiendo los pasos de la mítica expedición científica de Alessandro Malaspina y José Bustamante estudiaron el efecto del cambio climático en los océanos. Este viaje de Malaspina, sobre el que tendremos que volver, fue una de las expediciones científicas más ambiciosas de la historia.
La segunda expedición en la que participó Castro fue Arctic Tipping Points (2011), un proyecto internacional, financiado por la Unión Europea y dirigido por Carlos Duarte del CSIC y Paul Wassmann de la Universidad de Tromso para buscar los síntomas provocados por el cambio climático global usando el ártico como nuestro canario en una mina. Las descripciones de nuestra invitada sobre este viaje son una de las partes más emocionantes de la entrevista.
El programa completo en Insert Coin
Por si fuera poco, Almudena Castro no solo nos habla de ciencia, música y expediciones científicas. También hablamos sobre la experiencia de participar (¡y ganar!) un hackaton de la NASA con Galaxy Quest, un juego para procesar las imágenes del telescopio Hubble mientras los usuarios se divierten jugando.
Puedes escuchar la conversación completa con Almudena M. Castro a continuación en formato podcast. Además, si lo deseas, puedes suscribirte (iVoox, iTunes, Spotify) para recibir directamente futuras entregas de nuestras charlas con invitados especializados en temas que nos fascinan.
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