En las grandes compañías hay hueco para puestos, a veces, muy curiosos. Genevieve Bell es antropóloga, pero trabaja para Intel en el laboratorio de interacción y de experiencia de usuario. Entre sus funciones está el analizar cómo nos relacionamos con la tecnología, qué tipos, por ejemplo, de procesadores nos resultan más convenientes o cómo está influyendo el móvil en nuestra forma de manejar Internet.
Genevieve nos dedicó unos interesantes minutos en los que nos ofreció su impresión sobre estas y otras cuestiones desde una perspectiva un poquito más filosófica que técnica. Esto fue lo que nos contó.
Xataka: ¿Cuál es exactamente su trabajo en Intel?
Genevieve Bell: Me incorpore a Intel hace… ¿Hace 13 años?. ¡Dios mío! ¡Es muchísimo tiempo! (risas). Me incorporé a Intel cuando en la compañía empezaron a preocuparse por el comportamiento de los usuarios en relación a la tecnología. Dirijo un equipo de unas 100 personas compuesta por antropólogos como yo, sociólogos, ingenieros de software y hardware, y diseñadores industriales.
Nuestro trabajo es un tanto difuso de explicar. Cuando creas un nuevo producto no basta con que funcione rápido y de forma fiable. Hay un intangible, un factor humano que hace que las personas se sientan más identificadas con el producto y sientan una inclinación natural por usarlo. Nuestro trabajo es tratar de descubrir ese intangible. Averiguar, por ejemplo, qué es lo que las personas quieren de un ordenador portátil para guiar a los ingenieros en cómo debe ser el equilibrio entre potencia, consumo energético y portabilidad. La serie Centrino, por ejemplo, fue un resultado directo del trabajo de nuestro departamento.
La serie Centrino, por ejemplo, fue un resultado directo del trabajo de nuestro departamento.
Xataka: Cada vez somos más dependientes de la tecnología ¿Nos está haciendo la tecnología cada vez más estúpidos?
Genevieve Bell: Independientemente de si es para bien o para mal, una de las formas de saber si una tecnología va a tener un impacto importante en la sociedad es estudiar si esa tecnología es capaz de cambiar la forma en la que nos relacionamos con el espacio, con el tiempo, o entre nosotros.
Piensa, por ejemplo, en la electricidad. La electricidad permitió extender la noción del día a las horas sin luz. La televisión e Internet nos ha permitido saltar las barreras del espacio y ver espectáculos que tienen lugar a miles de kilómetros de distancia. Internet también ha cambiado la manera de relacionarnos entre nosotros.
Creo que si la tecnología nos hace más o menos estúpidos no es la pregunta correcta. Los seres humanos han demostrado sobradamente su estupidez mucho tiempo antes de que existiera Internet (risas) y sospecho que mantendremos esa capacidad en el futuro.
Xataka: ¿En qué tipo de campos estáis investigando?
Genevieve Bell: Uno de los temas en los que más trabajamos y que a mí me fascina particularmente es todo el mundo de los teléfonos móviles. Con el tiempo se han ido convirtiendo en algo más que un instrumento para llamar. Primero se transformaron en un auténtico comunicador personal de bolsillo, y ahora son de alguna manera, un acompañante que nos garantiza que nunca más volveremos a estar sin nada que hacer.
Uno de los temas en los que más trabajamos y que a mí me fascina particularmente es todo el mundo de los teléfonos móviles.
Ahora descargamos aplicaciones, jugamos con el móvil, vemos cine o series. Actualmente sólo un pequeño porcentaje del tiempo de uso de un teléfono está dedicado a llamadas de voz. Lo importante de que, gracias a los smartphones, no nos lleguemos a aburrir más no es el hecho en sí, sino sus posibles implicaciones para las personas en el futuro.
Xataka: ¿Implicaciones? ¿Es malo no aburrirse?
Genevieve Bell: En cierto modo sí. Está probado científicamente que el cerebro aprovecha los períodos de inactividad para realizar toda clase de procesos de los que aún conocemos poco. Aburrirse le sirve al cerebro, en cierto modo, para recuperarse y ordenar ideas.
Sin entrar en si la tecnología nos hace más estúpidos o no, yo me pregunto si la creación e ingenio de la humanidad no necesita también de un cierto aburrimiento para desarrollarse. ¿Qué pasará el día en que ya no necesitemos aburrirnos más?
Bajando un poco más al terreno práctico. Imagínate si la tecnología influye en nuestras vidas que, aunque no podemos vivir sin ella, cundo nos relajamos tratamos de huir de ella. Es curioso que, cada vez con más frecuencia, las personas que se van de vacaciones buscan un lugar donde no exista posibilidad de conectarse a Internet.
Imagínate si la tecnología influye en nuestras vidas que, aunque no podemos vivir sin ella, cundo nos relajamos tratamos de huir de ella.
Xataka: ¿Y no le parece que empieza a haber una barrera cada vez mayor entre las personas que entienden realmente la tecnología y las que tan sólo juegan con ella?
Genevieve Bell: Uno de los mayores retos de los interfaces hombre-máquina es precisamente el equilibrio entre un usuario experto y uno que no tiene conocimientos avanzados. Al final hay un amplio espectro de tipos de usuario y la tecnología tiene que ser asequible a todos. En cuanto a entender o no entender lo que tenemos entre manos, tampoco es necesario que sea así. Pocos comprenden perfectamente cómo funciona el motor de su coche y pueden conducirlo igual. Lo interesante de la tecnología es el poder que nos da. La cantidad de cosas que podemos hacer con ella y cómo la usamos.
Xataka: ¿Hay diferencia entre cómo usan la tecnología los hombres y las mujeres a día de hoy?
Genevieve Bell: Tengo dos respuestas para eso. La primera es que si te fijas en los últimos 60 años, las mujeres han pasado de hacer trabajo doméstico a trabajar en puestos de responsabilidad que exigen el manejo de tecnología. Creo que en los último 20 años, la proporción de ‘Early Adopters’ de hombres y mujeres en Estados Unidos es muy parecida. Las mujeres son grandes consumidoras de nuevos teléfonos móviles y muy activas en la descarga de televisión online, los juegos casuales o la lectura de libros electrónicos, por ejemplo. Todos los estudios de las grandes compañías telefónicas confirman que la mujer ha sido, desde que la telefonía hizo su aparición, una especie de ‘guardiana’ del teléfono en el hogar.
La única diferencia entre hombres y mujeres es cómo gestionamos nosotras el tiempo. Las mujeres, en general, dedican menos tiempo a utilizar y aprender a utilizar nuevas tecnologías. En este sentido la solución para que las mujeres utilicen más la tecnología no pasa por hacer los gadgets pequeñitos y rosas, sino por crear gadgets que nos ayuden a gestionar mejor nuestro tiempo valiéndose, por ejemplo, de la multitarea y de que la curva de aprendizaje no lleve excesivo tiempo, no por dificultad sino por practicidad.
La solución para que las mujeres utilicen más la tecnología no pasa por hacer los gadgets pequeñitos y rosas, sino por crear gadgets que nos ayuden a gestionar mejor nuestro tiempo.
Xataka: En Estados Unidos se está produciendo una especie de corriente de bajas en redes sociales como Facebook ¿Cómo influye la preocupación por la seguridad en la forma en la que usamos Internet?
Genevieve Bell: Aquí creo que el reto está en conseguir escalar la seguridad de forma que esté integrada sin que suponga una preocupación continua para el usuario. Es muy incómodo tener que introducir contraseñas de seguridad en todos nuestros gadgets conectados, en el portátil, en el móvil, en el set-top box de IPTV… eso por no hablar de las contraseñas de los distintos servicios online.
No me refiero a métodos tradicionales de seguridad, que son muy complicados, sino a una forma más inteligente de gestionar la seguridad y de entender también qué significa la seguridad para los usuarios.