Wow! es la señal más potente e insólita de cuantas hemos detectado. Por eso ha estado abierta a mil y un debates sobre su origen
Una de las historias más singulares y sin explicación aparente que se ha dado en el espacio exterior comenzó un 15 de agosto de 1977, cuando el radiotelescopio Big Ear de Ohio registró la señal de radio más potente y extraña descubierta en el programa SETI. Durante décadas, la señal ha permanecido sin explicación, tan solo había hipótesis sobre la mesa. Ahora, casi 50 años después, los astrónomos parecen tener una respuesta.
Wow!. Es el nombre que le dio el astrónomo Jerry Ehman a la señal cuando la descubrió en 1977. Su nombre responde literalmente a la expresión que utilizó al detectarla. Ahora, un estudio que se acaba de subir a arXiv y que está siendo revisado parece estar muy cerca de arrojar luz. Lamentablemente para muchos, no tiene que ver con una señal extraterrestre.
Según la investigación, aquella ráfaga alucinante se debe al “trabajo” de una nube de hidrógeno y una estrella de neutrones: el núcleo denso de una estrella masiva después de que una supernova expulsara sus “vísceras” al espacio.
El problema de Wow!. Una de las cosas que hace que la señal sea tan intrigante es que, a pesar del enorme crecimiento y potencia de los radiotelescopios, jamás hemos visto nada parecido. Sí, se han dado múltiples observaciones que se parecen a la señal original, excepto que son alrededor de 60 a 100 veces más débiles.
La pista de otras detecciones. Tal y como cuenta el equipo dirigido por el astrobiólogo Abel Méndez, de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo, los hallazgos hasta ahora se basan en detecciones recién descubiertas de señales similares, “nuestras últimas observaciones, realizadas entre febrero y mayo de 2020, han revelado señales de banda estrecha similares cerca de la línea de hidrógeno, aunque menos intensas que la señal Wow!”, cuenta Méndez.
Como recuerdan, con una duración de tan solo 72 segundos en total, la mítica señal fue un destello extremadamente potente de ondas de radio cerca de la línea de hidrógeno de 1420 MHz, la longitud de onda que emite el hidrógeno cuando cambia su orientación de giro.
La señal “extraterrestre”. De hecho, y dada la presencia ubicua del hidrógeno en todo el Universo, algunos investigadores han especulado con que la luz en esta frecuencia podría servir como un punto de referencia fácilmente reconocible en el espectro electromagnético, uno que posibles extraterrestres tecnológicamente avanzados podrían optar por utilizar para señalar su presencia.
Descartando opciones. Con el tiempo, se han ido enterrando ideas e hipótesis. Por ejemplo, se sabe que la señal Wow! no se movió, por lo que es poco probable que fuera un satélite cercano, y tampoco se repitió de la forma en que podríamos esperar de una transmisión deliberada, lo que descarta la repetición de observaciones con tecnología mejorada.
En cualquier caso, muchos objetos naturales emiten ondas de radio con una longitud de onda de 1420 Mhz, por lo que, aunque todavía no podíamos descartar de forma concluyente la existencia de extraterrestres, no parecía lo más probable.
La navaja de ockham. Todo ello nos lleva al último trabajo, que no ha hecho otra cosa que seguir la línea de la lógica, es decir, que se debe a algún tipo de fenómeno natural. En concreto, buscaron breves emisiones de ondas de radio de banda estrecha de frecuencia similar a la señal Wow! en datos archivados del proyecto de Emisiones de Radio de Estrellas Enanas Rojas (REDS) del Observatorio de Arecibo, ahora retirado.
Así fue como encontraron cuatro registros que merecían una mayor investigación, todos detectados en las proximidades de una pequeña enana roja llamada Estrella de Teegarden, a tan solo 12,5 años luz de distancia. Aunque más débiles que la señal Wow!, eran lo suficientemente similares como para proporcionar pistas sobre el origen de la famosa señal.
Hidrógeno frío. Según el análisis del equipo, las señales cercanas a la Estrella de Teegarden están asociadas a nubes interestelares de hidrógeno frío. Esto apunta a un posible mecanismo para la mítica señal: una potente llamarada de radiación que viaja a través de una nube de hidrógeno frío, estimulando el gas para producir un potente pulso de radiación cercano a los 1420 MHz.
De esta forma, el producto final sería algo así como un láser de microondas astrofísico natural, llamado máser, que emitiría una intensa concentración de luz de banda estrecha en la línea de hidrógeno que se parecería a la señal de los años 70 desde lejos. Dicho esto, el estudio recuerda que como enana roja, es poco probable que la estrella de Teegarden sea capaz de producir una llamarada lo suficientemente potente como para dar lugar a un destello de emisión tan fuerte como Wow!, pero otros objetos cósmicos podrían sí estar a la altura.
Estrellas de neutrones. La actividad de las estrellas de neutrones, de las cuales los magnetares son un subtipo, se consideró como una explicación de la señal desde el principio. Sin embargo, la estrechez de las frecuencias no encajaba, y no se encontró ningún objeto adecuado en búsquedas posteriores del área del cielo donde se detectó la señal.
Con todo, una estrella de neutrones que ilumina brevemente una nube de hidrógeno, cuyas emisiones estarían en la banda estrecha detectada por Big Ear, hace que la posibilidad sea mucho más plausible. Otro tipo de magnetar, la gamma suave, también podría ser responsable. En este caso se trata de un tipo de estrella que escupe periódicamente radiación gamma o X. “Nuestras señales de nubes de hidrógeno frío se conocen desde hace décadas, pero nadie había hecho la conexión entre estas y la señal Wow! antes”, señala Mendez.
Conclusión. El estudio publicado no solo parece arrojar luz sobre la explicación de la señal, dada la rareza del evento que la habría desatado, también razona por qué solo la hemos visto una sola vez. "Nuestra hipótesis explica todas las características observadas de la señal Wow!, introduce otra fuente de falsos positivos en las búsquedas de tecnofirmas y sugiere que esta señal representó la primera llamarada máser astronómica registrada en la línea del hidrógeno", zanjan los investigadores.
Imagen | Dominio Público, Méndez et al/Arecibo telescope
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