En 2021, la InSight de la NASA llevaba tres años registrando terremotos en el planeta rojo. Sin embargo, aquella noche del 24 de diciembre, el sismógrafo registró algo nunca visto. Algo que despertó la curiosidad de los investigadores y les hizo sospechar que algo raro había pasado. ¿Qué podían ser esas extrañísimas ondas sísmicas?
El primer meteorito que captamos en marte. De inmediato, el equipo de la InSight se puso a analizar el historial del sismógrafo. Así encontraron que unos meses antes, el 18 de septiembre de 2021, se habían registrado una onda similar (aunque más pequeña). Sin embargo, la clave para entender qué pasaba con esas extrañas ondas sísmicas no vino de la InSight, sino de más arriba.
Al cruzar los datos con los de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) se comprobó que había un impresionante cráter de 150 metros de diámetro donde antes de ese 24 de diciembre no había nada. Era sorprendente: eso significaba que las ondas había recorrido a 3.500 kilómetros en el primer caso (7.500 kilómetros en el segundo). Era la primera vez que detectábamos un impacto de este tipo en la superficie, pero era algo más.
Lo que no sabíamos sobre la corteza.... Porque al analizar las ondas, los investigadores se dieron cuenta de que se podían extraer datos clave sobre el interior del planeta, sobre la estructura de su corteza y lo que apsa hasta 30 kilómetros bajo su superficie. Al fin y al cabo, como decía Doyeon Kim, geofísico de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, “hasta ahora nuestro conocimiento de la corteza marciana se ha basado en la medición de un solo punto bajo el módulo de aterrizaje”. Y con esos datos, no nos podíamos imaginar que el planeta tuviera "una estructura tan uniforme y de tan una alta densidad”.
...y también sobre la atmósfera. Más aún, la MRO no había identificado nunca cráteres recién formados sobre la superficie del planeta y lleva 16 años dando vueltas sobre el planeta. Al hacerlo (y poder cruzarlos con los del sismógrafo) no solo aprendemos cosas sobre la corteza, sino también sobre la atmósfera. Porque, lo queramos o no, la naturaleza de la atmósfera marciana (como ocurre también en la Tierra) es decisiva en esos impactos.
¿Por qué es importante todo esto? Fundamentalmente por la "dicotomía marciana". Basta con mirar el mapa topográfico superior para comprobar las enormes diferencias que hay entre el hemisferio norte y el hemisferio sur del planeta. Mientras en el 60% de la superficie podemos encontrar muchísimos cráteres, en el 40% no hay casi ninguno.
Aunque los investigadores relacionan todo esto con un enorme impacto y una descomunal erupción que cubrió el planeta de lava, el consenso planetológico creía que la corteza Marte tenía que ser distinta en ambas zonas. Ahora, gracias a este descubrimiento, sabemos que no. ¿A dónde nos lleva esto? No está claro, pero tendrá consecuencias muy interesantes de cara a la futura colonización de nuestro planeta vecino.
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