Ocurrió hace 7.000 millones de años, pero las noticias de aquello nos "acaban" de llegar: DOs agujeros negros, uno 66 veces más masivo que nuestro Sol y otro 85 veces más grande que nuestra estrella, comenzaron a acercarse, girando rápidamente uno alrededor del otro varias veces por segundo, hasta chocar violentamente haciendo resonar todo el Universo. Se trataba de la colisión más masiva que nunca habíamos podido ver, sí; pero no solo eso.
Porque esta enorme fusión caótica nos ha permitido observar, además, el nacimiento de uno de los objetos más esquivos del Universo: un agujero negro de masa intermedia. Algo que sospechábamos que existía, pero que los científicos habían sido capaces de encontrar. Estamos, posiblemente, ante uno de los descubrimientos más importantes en este campo desde que detectamos las ondas gravitacionales por primera vez.
Un nuevo tipo de agujero negro
Hasta ahora, los astrofísicos solo habían sido capaces de estudiar dos tipos de agujeros negros: los estelares, que eran entre cinco y 100 veces más masivos que nuestro sol, y los supermasivos, que vivían en el centro de las galaxias y eran miles de millones de veces más grandes. Entre 100 y 1000 veces la masa del Sol no había nada.
Como decía, los astrónomos estaban convencidos de que tenía que haber algo intermedio, pero hasta el momento se habían mostrado muy elusivos. El 21 de mayo de 2019 LIGO y Virgo recibieron una onda gravitacional que duró poco más de una décima de segundo. Tirando del hilo han sido capaces de identificar uno de ellos (+). Es un descubrimiento realmente excitante porque rellena uno de los huecos que la astrofísica era incapaz de cerrar.
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