Resolviendo un debate de siglos, el radar de la Mars Express ha detectado una enorme bolsa de agua de unos 20 km de largo a un kilómetro y medio de profundidad ceca del polo sur marciano. El descubrimiento se publica esta semana en la revista Science y lo ha anunciado hoy la Agencia Espacial Italiana (ASI) en Roma.
Como explicó Roberto Battiston, presidente de la ASI, estamos ante una de las investigaciones «más importantes de los últimos años». Un hallazgo que abre una nueva era en la búsqueda de vida en Marte y confirma alguna de las teorías más interesantes que teníamos sobre el planeta rojo.
¡Agua en Marte!
Entre 2012 y 2015, la Mars Express estudió con detalle una zona del polo sur de Marte gracias al MARSIS, un instrumento capaz de estudiar la geología del planeta con ondas de radio. Las ondas van rebotando en el terreno y, teniendo en cuenta la intensidad con la que regresan al dispositivo, se puede saber la composición del subsuelo.
Gracias a esas 29 pasadas, los investigadores han sido capaces de identificar una enorme masa de agua subterránea y, de paso, confirmar una vieja teoría con más de 30 años: que los polos de Marte podían ocultar lagos subterráneos. Según explican, se trata de un lago de agua salada (que es lo que permite que permanezca líquida); algo muy parecido a los más de 400 lagos subglaciales que existen en la Tierra.
Hay que tener en cuenta que la sonda solo ha explorado una pequeña parte del polo y la posibilidad de que existan más lagos como este es muy grande. Pero más allá de eso, este descubrimiento abre un intenso debate sobre si es posible que haya vida de algún tipo escondida en esas reservas acuáticas.
No es una idea demasiado extravagante. En los equivalentes terrícolas a este lago marciano existen microorganismos. Aunque es cierto que ningún microorganismo que conozcamos podría vivir en un entorno como el del lago marciano, la existencia del mismo nos hace pensar que, si una vez existió vida en Marte, es posible que aún queden restos de ella ocultos allí abajo. Ahora comienza una nueva fase de la búsqueda de vida en Marte: una que supone todo un desafío tecnológico, pero que resulta apasionante.
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