El último inventario de la misión Gaia ha servido a los astrónomos para calcular el ciclo de vida de nuestra propia estrella. Gracias a ello podemos saber con cierta precisión que el Sol ha recorrido ya más del primer tercio de su existencia. Y con él, nuestro propio planeta.
Un sondeo estelar. El tercer y más reciente sondeo de Gaia, la misión de la Agencia Espacial Europea (ESA) encargada de catalogar y cartografiar las estrellas, ha permitido a los expertos hacer un cálculo más preciso de su ciclo de vida. Para lograrlo se han basado en distintos datos compilados por Gaia como temperatura, tamaño y masa.
La tarea de averiguar diversos parámetros de las estrellas en base a dos factores observados por Gaia (color y magnitud aparente) no es sencilla. Por fortuna para los expertos, el color nos da mucha información de una estrella gracias a las líneas espectrales.
Cada elemento cuenta, por emisión o por absorción, con una “firma” única. Así es como los astrónomos logran identificar los elementos presentes en el espacio y así es cómo, a partir de los datos de Gaia es posible identificar la temperatura a la que “arde” una estrella. El gráfico resultante de esta clasificación es el denominado diagrama de Hertzsprung-Russell (HR).
Seguir el ejemplo. Gracias a este completo compendio de estrellas podemos dibujar la vida de las estrellas en este gráfico centrándonos en aquellas que, al tener masas similares a la del Sol, tienen ciclos de vida comparables. Un grupo de investigadores ha logrado precisamente esto y ha publicado sus resultados a modo de preprint en el repositorio ArXiv.
Orlagh Creevey, quien lidera este artículo, explicaba en una nota de prensa que el equipo “quería tener una muestra realmente pura de estrellas con medidas de gran precisión”. Con los datos de Gaia en mano el equipo contaba ya con los datos de precisión requeridos.
El diagrama HR de estrellas como el Sol parte de luminosidades bajas y temperaturas medias. Conforme avanzan en su ciclo de vida, estrellas como el Sol van ganando constantemente en luminosidad, aunque su temperatura avanza en forma de U invertida, ganando poco a poco temperatura para después ir enfriándose.
Falta de combustible. Esta dinámica viene regulada por la cantidad de combustible que las estrellas pueden quemar. Es cuando el hidrógeno del núcleo de la estrella empieza a escasear cuando su temperatura en superficie comienza a enfriarse y la estrella a expandirse. El ritmo al que este proceso se da depende de algunos de los factores observados gracias a Gaia,
Nada es eterno. Que el Sol tenía fecha de caducidad no resulta novedoso. Lo que ahora sabemos mejor es cómo será el recorrido del Sol por su vida y cuánto queda para que en sus últimos estertores arrase con cualquier vestigio de vida que para entonces pueda quedar en nuestro planeta y en nuestro entorno. Por fortuna los cálculos a partir de Gaia ponen esta fecha aún lejos en el tiempo.
El sol tiene unos 4.570 millones de años de existencia y seguirá como está hasta cumplir los 8.000 millones de años. Entrará entonces en el momento de máxima temperatura. A partir de entonces comenzará a crecer hasta convertirse en una estrella gigante roja al llegar a un punto entre los 10.000 y los 11.000 millones de años de existencia. A partir de ahí comenzará a enfriarse y terminará sus días convertido en una enana blanca.
Vidas paralelas. El ciclo de vida del Sol afectará irremediablemente al de la Tierra. Nuestro planeta es, en términos astronómicos, poco más joven que nuestra estrella, unos 4.540 millones de años. En su camino hacia convertirse en una gigante roja el Sol irá aumentando en tamaño acercándose progresivamente hasta nuestro planeta y previsiblemente engullendo los planetas que se encuentran entre nosotros y nuestra estrella.
Esto hará la vida en la Tierra (si es que sigue existiendo) imposible. Por fortuna quedan aún miles de millones de años para eso. Puede que no resulte tanto en términos astronómicos pero resulta tranquilizador si consideramos que el ser humano apenas lleva unos cientos de miles de años habitando este planeta.
Misión Gaia. Gaia es una misión de la ESA encargada de cartografiar en tres dimensiones estrellas tanto dentro como fuera de la Vía Láctea, nuestra galaxia. El primer lote de datos obtenidos por esta misión fue publicado allá por 2016 (la misión está activa desde 2013). El segundo lote se publicó en 2018 y este tercero en junio de este año (con un adelanto a finales de 2020).
El aparato principal con el que opera la misión es un telescopio espacial situado en el segundo punto de Lagrange de la órbita de nuestro planeta. Es decir, comparte vecindario con otro popular telescopio, el James Webb.
El trabajo realizado por Creevey y sus compañeros abrirá una nueva vía para entender nuestro Sol, especialmente gracias a la tarea de identificar un catálogo de estrellas semejantes a nuestro Sol asociado a multitud de variables de gran precisión obtenidas gracias al trabajo de Gaia y el equipo de investigadores. No deja de ser curioso que nuestra estrella más cercana sea tan desconocida.
Imagen | NASA/Goddard/SDO
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