"¡Hoy Starship ha batido muchos récords! [Entre ellos, el] mayor número de metros cúbicos de tierra excavados por un cohete". Pedro León (uno de los mejores divulgadores aeroespaciales en castellano) se lo tomaba con humor, pero lo cierto es que daba en el clavo.
SpaceX se había marcado dos objetivos mínimos con la Prueba de Vuelo de Starship: que el cohete despegara y que "no causara demasiados daños en el sitio de lanzamiento". El primero, pese a que tres minutos y 59 segundos después hubo que destruir la nave, lo consiguieron. No se puede decir lo mismo del segundo.
No mires arriba. Y es que, mientras todos mirábamos cómo el cohete se levantaba del suelo, la plataforma de lanzamiento se destrozaba. Literalmente. El diseño sin foso de la plataforma fue incapaz de aguantar el empuje de un monstruo como el Super Heavy (y recordemos que no se encendieron todos los motores).
Los vídeos de LabPadre son elocuentes por sí mismos: la destrucción que produjo el cohete cuando se encendieron los raptors fue tal que muchas de las cámaras que había al rededor sobrevivieron de milagro.
El antes y el después. Pero, por no quedarnos en estos vídeos (cortos y efectistas) veamos el antes y el después de la plataforma. Porque el problema ya no es que la plataforma se ha hecho trizas y que vayan a tardar mucho más de lo previsto en arreglarlo, no. El problema es que ha quedado claro que el diseño no funciona en absoluto. Y eso, en el contexto de los cohetes reutilizables es un enorme problema.
¿Por qué es un problema? En primer lugar, porque es un peligro de seguridad. Aún es pronto para decirlo, pero si los cascotes dañaron coches a tanta distancia, no hay que descartar que algunos de los problemas de la nave pudieran deberse precisamente a los impactos recibidos por la plataforma desintegrándose.
En segundo lugar, porque SpaceX pretende lanzar muchos Starships en los próximos años. Ahora mismo, la compañía está haciendo más de 60 lanzamientos al año y, no hace falta ni decirlo, ese ritmo es imposible si no se encuentra un diseño de plataforma que sea rápidamente reutilizable.
¿Qué pueden hacer? En primer lugar, examinar lo que ha ocurrido con detalle. Eso dará muchas claves para el próximo lanzamiento. Pero los expertos ya hablan de rediseño total. Si no hay materiales que aguanten ese embiste, habría que alejarlos del cohete (ya sea creando un foso o elevando la nave sobre el suelo). Cosas que, cuando hablamos de un vehículo de estas dimensiones, complican la logística.
Veremos con qué nos sorprende SpaceX a este respecto, pero está claro que este es uno de los elementos centrales en los próximos meses; tanto en Boca Chica como en Flrida, donde ya se estaban construyendo nuevas plataformas. A veces en lo menos glamuroso, es donde está la clave de todo.
O de casi todo. Porque sí, Starship puede ser el buque insignia de SpaceX, pero la empresa está lejos de ser solo Starship. En los próximos meses, la empresa estadounidense tiene programados numerosos lanzamientos como transportista, por un lado, y destinados a ir completando su red de satélites para la comunicación Starlink, por el otro.
Por ejemplo, el próximo mes SpaceX pondrá en órbita Axiom Mission 2, una de los grandes tapados del futuro próximo del turismo espacial. Además, las cápsulas Crew Dragon volverán a asegurar el recambio de astronautas en la Estación Espacial Internacional o, para finales de año, un Falcon Heavy pondrá la sonda Psyche rumbo al asteroide del mismo nombre.
Muchos expertos creen que Starship no volverá a volar hasta 2024 y eso, aunque es un contratiempo para el verdadero boom de la economía espacial, no es un frenazo en seco. Como decía la competencia de SpaceX, Jeff Bezos, "el espacio es el nuevo internet" y cada vez hay más empresas decididas a convertirse en las nuevas grandes tecnológicas. Gracias a SpaceX, claro.
Imagen | SpaceX
Ver 30 comentarios